Cuando Primo Giattozzi llegó a nuestra ciudad hizo una encuesta de mercado. Y la verdad sea dicha, estaba todo inventado, todo ocupado, todo funcionando, como funcionan las cosas en un pueblo con mucha gente en la vuelta.
Se pasó días pensando en qué trabajar, de qué vivir, cómo posicionar una empresa distinta a las demás.
Y ante la evidencia, manifiesta, pública y sin cortapisa, que todo lo que había para hacer estaba hecho, decidió, en un rapto de ingeniosidad, poner una Agencia para hacer reír a las personas de todas las edades.
Consideró que en la gente faltaba el humor, la alegría, y el soltar una risa, o marcarse simplemente una sonrisa en el rostro, para salir a la calle de buen ánimo, con otra cara, con otra imagen.
De pronto se dio cuenta que tenía un filón de oro, un campo muy grande de trabajo, porque los comerciantes estaban de mal humor porque las ventas se venían en picada, los consumidores se quejaban de los precios y de la calidad de las mercaderías, y eso los malhumoraba. Los controladores públicos, harto de multar, de cerrar, de clausurar comercios, oficinas, puesto de ventas callejeros, se encerraban en sus oficinas a maldecir el trabajo que les había tocado.
Los empleados públicos estaban de mal humor porque tenían que trabajar en las elecciones del domingo. Las limpiadoras y los basureros, furiosos porque la limpieza del lunes iba a ser, como siempre, los días después de la elecciones de mucho trabajo por la cantidad de cosas tiradas, la basura amontonada y los desmanes de ganadores y perdedores que siempre se la agarraban con los tarros bolsitas de basura y la desparramaban por todas parte en nombre de su estado de ánimo.
Se puso a leer un manual de risas, y la primera lección decía: “Para saber como hacer reír a las demás personas primero tienes que empezar a cultivar un buen humor”.
Pensó que su fondo era muy chico, y que su mujer sólo tenía tres macetas..
– No es fácil cultivar el humor, pero algo vamos hacer, dijo….Y se puso a cortar botellas de plásticos por la mitad y a ponerle tierra que había traído del parque…
La segunda lección decía: “Para hacer reír a los demás, tienes que ser capaz de reírte por tu propia cuenta de cosas que te parecen muy graciosas, tienes que tener el humor necesario para ver el lado divertido de lo que ves a tu alrededor”
– Se miró al espejo, vio sus arrugas, sus canas y la creciente calvicie, y se empezó matar de risa…
– – Aprendo rápido…voy a ser un buen docente…
La tercera lección decía: “Todo empieza desde adentro”.
– Tendré que comprar porotos, porque nunca fui flatulento y empezó a desternillarse de risa…
– El libro advertía también que había que tener cuidado con los chistes porque a veces uno lo decía y sus amigos o sus oyentes no se reían, o porque lo dijo muy rápido o porque lo contó mal, o simplemente porque era muy guarro….
– Un chiste malo te frena, pero enseguida hay que arrancar con otro mejor para equilibrar. Como te digo una cosa te digo la otra, y ahí se dio cuenta que había un maestro en ese género que era difícil de imitar, o de empardar…
– Los chistes deben de sorprender….Decía la otra lección…
– .Ayer me enteré que tengo sida, le dijo el hombre a su amante después de haber hecho el amor sin ningún cuidado….
– Es un buen chiste, pero muy cruel…
– Perdoname por contagiarte, le dijo la mujer…
– Y el hombre llorando le dijo…”lo mío era una broma”
– A lo que la mujer respondió….”lo mío no….”
El humor negro tiene esa espantosa costumbre de ser cruel…
Cuando Primo supo que estaba pronto, abrió su Agencia para hacer reír y desplegó todas sus galas. La Agencia tuvo un plus, le permitía a sus alumnos inventar sus propias historias, contar cosas de sus vidas íntimas, sucesos de alcoba, chistes de amas de casa, cuentos de verduleros, chismes de carniceros, y de vida y milagro del barrio, que conocían los almaceneros.
Su agencia se transformó en un negocio floreciente, próspero, hasta que un día, en la puerta de su Agencia, por unas monedas se pusieron contadores de chistes ambulantes, humoristas callejeros, y políticos que no fueron elegidos en las elecciones octubre….
Tuvo que cerrar.
DE PENSADORES Y POETAS
Siempre es importante darse un tiempo para la lectura y la reflexión. Volver a las fuentes de la sabiduría, a los libros, a los grandes maestros de la cultura.
No hay que dejar que los libros se apolillen, y para que eso no ocurra, hoy, le damos un pequeño impulso, usted siga después su camino, ojo, use casco, no sea cosa que se caiga por ahí.
Usted si se encuentra en una reunión social, debe de tener en cuenta que los grandes pensadores han dicho cosas como estas:
SOCRATES: “Yo, lo único que sé es que… hice muchos goles para Brasil en la década del ochenta…”.
ARISTÓTELES: “Con Jacqueline Kennedy, era lindo, era”.
SANTO TOMÁS DE AQUINO: “En esta malaria, nadie convida con nada”.
DESCARTES: “Cuando cortan de aire, no me dan tiempo a nada”.
SPINOZA: “Mi mujer, era una rosa…”.
KANT: “Con mi hermano tuvimos una fábrica de medias que quedó para la historia ya que hoy en día, todas las mujeres usan nuestras KANT-KANT de seda”.
DICEN QUE…
“Henri a las mujeres siempre le hacia el Bergson”.
“Era un filósofo tan angurriento, pero, tan angurriento que hasta el postre se lo comía en un Platón.
LA LITERATURA GRIEGA
Dicen que a Homero no le gustaba el de la muestra, prefería jugar al truco ciego.
– Arquiloco era un arquero impredecible, atajaba según el día.
– Aquel poeta griego era medio huraño, en realidad le gustaba andar más bien Solón.
– Aquella otra, cuando se veía en aprietos, se preguntaba, ¿cómo Safo?
– El que siempre andaba detrás de las majadas era Esquilo.
CAMACA