Frutillas, zuccini, tomates y flores quedaron destruidos tras temperaturas extremas que superaron los -8 °C. Productores reclaman medidas urgentes y respaldo del Estado.
❄️ Pérdidas millonarias por las heladas: la peor semana del año para los horticultores del Litoral Norte

En el Litoral Norte del país, el invierno trajo algo más que bajas temperaturas. Las heladas más intensas desde 2011 golpearon sin piedad a los cultivos de frutas y hortalizas, dejando a los productores frente a pérdidas millonarias. Sin seguros que cubran este tipo de fenómenos y con una respuesta gremial desdibujada, muchos enfrentan un escenario de absoluta indefensión.
Consultamos a referentes de las zonas más afectadas, en una línea que va desde Barrio Albisu hasta Salto Grande, atravesando la Colonia 18 de Julio. Todos coinciden: el daño es profundo y generalizado, y lo peor es que aún no se conoce su real magnitud.
Daniel Urroz, productor de la zona de Barrio Albisu, fue contundente: “El tema de las heladas anduvo bastante jodido. Un primo mío perdió toda la producción de zuccini. En frutilla se quemaron muchas flores y frutas, incluso tomando precauciones como doble nylon en los túneles. En zonas como la Colonia Córdoba o Constitución, barrió todo. Dentro de un mes no va a haber frutillas”.
Desde la Colonia 18 de Julio, Ítalo Tenca relató la crudeza del fenómeno: “Fueron tres o cuatro heladas con registros prácticamente históricos. En césped se superaron los -8 °C. La duración fue letal: los sensores de los aspersores se activaron a las 19 h y no se apagaron hasta las 9 de la mañana del otro día”. Según explicó, las protecciones tradicionales no alcanzaron: “Rompió la barrera de cualquier protección. Zapallitos, tomates, berenjenas… todo afectado”.
El panorama no mejora más al norte. En el paraje Salto Grande, Aquiles Mainardi, presidente de Salto Hortícola, lamentó que “más allá de las protecciones, el daño fue grande. Las frutillas fueron de las más castigadas por estar en contacto con el suelo, donde se acumula el frío. Mi hermano registró -6 °C en su predio. Y lo más grave fueron las horas acumuladas de helada”.
Mainardi confirmó que aún no hay gestiones formales de asistencia estatal, y que, desde el gremio, se está recopilando información: “Sabemos que a través de los grupos de WhatsApp circulan datos rápidamente, pero estamos más activos como productores que como dirigentes. No hay seguros que nos cubran, y eso nos deja muy vulnerables”.
Los testimonios coinciden en que, a diferencia de otras crisis como la del 2011, hoy no se percibe una reacción colectiva organizada ni una representación gremial fuerte. La angustia se impone sobre la estrategia, y eso preocupa.
Mientras tanto, el impacto ya comienza a sentirse en los mercados, y se prevé que en las próximas semanas la escasez de productos como frutillas y zapallitos se traduzca en un aumento de precios. No está en riesgo la seguridad alimentaria nacional, pero sí el bolsillo de los consumidores… y la supervivencia de muchos pequeños y medianos productores.