16 de julio de 1950. Hoy pues, a 72 años de aquel histórico tiempo.
Irrepetible tiempo, porque nunca más una final de Copa del Mundo congregando a 200 mil aficionados y porque el local perdería. Y porque Uruguay, ese puñado de valientes, plasmó un grito de hazaña imposible de archivar. Maracaná no deja de volver.
Un día como el de hoy, desde EL PUEBLO, podría apelarse a una síntesis de tanta literatura que anda por ahí, sintetizar y exponer, para que alcance elocuencia aquel Maracaná conquistado, el del heráldico orgullo eterno.
Pero después de todo, el lector también coincidirá que no hace falta. Que la sola mención del hecho, abrevia todo lo que podría discurrir entre textos y fotos.
No hace falta. Porque tan solo rescatando a Schiaffino y Ghiggia autores de los goles y quienes forjaron el desnivel 2 a 1, tras el 1 a 0 brasileño y ese posterior silencio acongojado y cruel, con la pluma de Eduardo Galeano para la descripción antológica, es suficiente para que el 16 de Julio de 1950 se recueste otra vez bien aquí, junto a la almohada de los afectos siempre por la gloria alcanzada.
Otro tiempo, porque la radio era el vínculo con Maracaná y en Salto se jugó la fecha de fútbol, aunque los oídos y el corazón, acompasando el tiempo soñador de los valientes en Río de Janeiro.
Eso sí, Maracaná se fue alejando. Porque además Uruguay dejó de ser Campeón del Mundo y Campeón Olímpico. A las nuevas generaciones les costará admitir aquella grandeza, sobre todo atento a la comprimida recompensa de las escenas posteriores con el Uruguay postergado.
El cuarto puesto en México 70 y el cuarto puesto de Sudáfrica, como hallazgos para la historia. Por eso, la distancia doliendo, por ese nunca más.
Aunque al ayer en este caso, no hay ladrón que lo robe, ni diablo artero que lo destruya.
A la historia también la escriben un puñado de valientes, tan solo….como ellos. Aunque hayan sido, un puñado nomás.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-