El ubicarnos cerca de dos fronteras tiene sus ventajas y sus desventajas. Mirado desde la óptica del empresario, el situarnos cerca de la frontera argentina y la brasileña, es un desastre.
El consumidor se acostumbra a consumir mercaderías extranjeras y aunque la ganancia sea exigua, nada logra convencerlo de las ventajas de consumir mercadería nacional.
Visto desde el “bagayero” (término acuñado para referirnos a quien vende mercadería extranjera), nada mejor que poder traer y vender todo a menos precio, pues el pueblo es el gran beneficiado de esta situación.
Visto desde el interés del consumidor, comprar en el “bagashoping” es mejor porque se gasta menos, aunque nadie sabe exactamente cuánto.
Pero profundizando un poco más la mirada, digamos también las desventajas o los puntos negativos que acarrea esta situación.
En primer término, señalemos que es una competencia desleal para el comerciante nacional que paga sus impuestos, está sujeto a las exigencias tanto sanitarias como de otro tipo que establece el gobierno nacional.
Pero precisamente el gobierno nacional es uno de los más perjudicados, pues deja de percibir los impuestos y otros gravámenes (IVA y demás), que se establecen para estas actividades en el país.
Entendámonos bien y hablemos a “calzón quitado”, como dicen los tanos. El gran contrabando y el “Bagashoping” todo no existiría si no hubiera aduaneros corruptos y que “hacen la suya”, dejando pasar esta situación.
Desde el punto de vista social, nadie ignora que en el “bagashoping“ trabajan “en negro”, alrededor de 400 personas, que de otra forma les es difícil conseguir trabajo.
Pero de todos estos aspectos, se desprende que el gran contrabando es favorable o al menos preferible a otras situaciones en que “se sale a robar”. No, ni lo uno ni lo otro.
Entendámonos bien. El gran contrabando es nefasto para el país, como ya se ha dicho. Atiende algunos problemas sociales, como la suba de los precios, los bajos salarios, la falta de trabajo y demás, pero es una forma de nivelar hacia abajo, porque de esta manera seremos cada vez más pobres y pasaremos a depender de la situación de otros países de la región.
A nuestro entender no habrá solución posible, mientras nos entienda que es necesario atender el problema en toda su dimensión y su complejidad que la tiene y no es poca y para esto es necesario ponerse en la piel del otro y no mirar la situación sólo desde nuestro interés.
En tanto los remiendos, para tratar de acallar al que más grita en el momento no logran más que silenciar las protestas por un rato.
Alberto Rodríguez Díaz
Un antiguo lastre. Basta de remiendos y tomemos el toro por las guampas
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