El Director Nacional de la DGI, Pablo Ferreri sostuvo que el informalismo y el bagashopping, es “un problema social” donde “trabajan muchas familias” pese a sostener que tiene “un compromiso personal” en buscar una solución, la que debería obtenerse de una mirada interinstitucional entre varios organismos del Estado.
La observación puede aceptarse, desde determinado punto de vista, pero jamás desde el principal jerarca del organismo de recaudación por excelencia del gobierno nacional.
Y entiéndase bien – no ignoramos que hay gente que trabaja y vive de un menguado sueldito que obtiene en el “bagashopping” – pero hablar en términos generales es absolutamente temerario.
Desde el extremo opuesto de la cuestión, también puede mirarse el problema desde los lujosos coches de varios de los dueños de los puestos, revestidos de costosa cerámica y equipos de aire acondicionado.
Pero lo más temerario de esto, es el mensaje que se da cuando se usa este aspecto como justificativo para no hacer nada.
Este aspecto pasa a funcionar como un “escudo humano”, para todo lo demás. Bastaría con mirar lo que está sucediendo hoy en Brasil, donde el narcotráfico ha tomado favelas enteras bajo su “protección”. Allí costea todo, la gente de estos lugares prácticamente depende de los narcotraficantes para su subsistencia, pero en contrapartida, nadie entra ni nadie sale sin el control de estos mafiosos.
Cuando la policía o el ejército como en este caso intenta llegar al fondo del problema para erradicarlo, las familias pobres de las favelas son usadas como verdadero escudo humano para que la opinión pública reaccione contra las fuerzas que intentan erradicar el narcotráfico.
Esta es la cuestión, si bajamos los brazos por el “problema social”, que puede representar para 40 o 50 personas, estamos dejándolo el campo libre a los señores de las camionetas 4 x 4, que llegan a media mañaña a tomar mate y controlar “su personal”.
A ellos les estamos dando entonces el mensaje de que si tienen más gente dependiente, si son más, nadie los tocará, temeroso de causar “un problema social”.
En tanto sería interesante conocer la vía de llegada del contrabando. Cuando se “libera” el pasaje al contrabando, no se controla nada y por lo tanto dentro de esos bolsos que pasan amontonados en la Aduana, puede venir ropa, pero también puede venir cualquier otra cosa. ¿Será este también un problema social?.
Por el momento no ha habido fuerza, ni gobierno alguno capaz de hincarle el diente a fondo. ¿Llegaremos a una situación similar a la de Brasil).
Alberto Rodríguez Díaz