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«El día del penal contra Danubio, Tejera me tiró el aliento encima. También en estos casos eso importa, porque hace a la confianza. El que jugó al fútbol, sabe que estas circunstancias de juego pasan y en un penal, los grandes jugadores han malogrado… ¿o no? Es la responsabilidad del momento, es la fe que uno tiene.
Tejera es de los que hace siempre un trabajo de hormiga. A la hora de entrenar, porque entra a la cancha, para el partido, ordena, corrige. Sabe cómo llegarle al jugador y eso tiene siempre un valor especial. El jugador también pasa a creer en el técnico que tiene enfrente. En el caso de Juan, pone el dedo en la llaga y a cada uno de nosotros, termina sacándole lo mejor».

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