Viene teniendo mucha repercusión -curiosamente no solo en Salto- el último libro de Leonardo Garet, del que nos hemos ocupado ya en anteriores ediciones: “SALTO en mi carpeta”. Esta vez, desde Montevideo y como colaboración especial para esta página de EL PUEBLO hemos recibido la siguiente reseña de parte del escritor y periodista Alejandro Michelena:

SALTO EN UNA CRÓNICA VARIADA DE SU VIDA CULTURAL
El último libro de Leonardo Garet, “Salto en mi carpeta”, es de lectura necesaria para todos los salteños interesados en el pasado de su ciudad y en las señas de identidad cultural que la han singularizado en el concierto urbano del país y la región. Es fruto además de una investigación rigurosa que el autor fue llevando adelante a través de años, en paralelo a sus reconocidas invetigaciones literarias y su prolífica y calificada labor creativa en poesía, cuento y ensayo.
En todo hogar salteño, en la biblioteca grande o pequeña que la familia pueda tener, debería destacarse de aquí en más esta obra monumental de Garet. A través de sus páginas recuperamos las huellas en la ciudad litoraleña a principios del Siglo XX -por su presencia o por sus escritos publicados en periódicos y revistas locales- de algunos de los mayores escritores del 900, como José Enrique Rodó, María Eugenia Vaz Ferreira, Julio Herrera y Reissig. O la publicación en Salto de poemas de Juana de Ibarbourou que luego no fueron incluídos en libro. Y de juveniles ejercicios poéticos de quienes iban a ser dos grandes cuentistas, como el maragato Paco Espínola o el minuano Juan José Morosoli.
Pero no todo es pasado lejano en los recuerdos que rescata este libro. Hay un capítulo dedicado a la página literaria de Tribuna Salteña que el autor de “Salto en mi carpeta” llevó adelante entre los años 1979 y 1980, donde logró congregar a los mejores escritores del momento en el Uruguay, de varias generaciones, con la consigna de que los textos fueran inéditos. Además de la gran calidad de cada página semanal, tuvo el mérito de abrir la posibilidad de habilitar la publicación, luego de años de no poder hacerlo, a narradores y poetas de la capital censurados por el régimen imperante desde 1973. La significación cultural de esta página literaria queda suficientemente documentada al repasar la lista de nombres de todos los escritores que publicaron y los títulos de sus respectivas colaboraciones. Esta labor de Leonardo Garet -no lo dice él en el libro, lo afirma este cronista- llevando adelante contra viento y marea su página semanal en Tribuna Salteña, fue en esos dos años un faro de calidad literaria, compromiso intelectual, compromiso cultural, en medio de la oscuridad de aquel entonces.
Pero son muchos los temas que hacen a la historia urbana, que rescató el autor en sus investigaciones y que los trasmite con estilo cordial, a veces nostálgico, a veces poético, y otras aprovechando su condición de narrador ducho en su oficio. Así desfilan en las páginas del libro la historia del Parque Solari, los cines que hubo en Salto a través del tiempo, instituciones culturales emblemáticas como La Casa de Nuna. También decenas de recordables personajes de la cultura local, y algunos que venidos de otras partes del país se afincaron y trabajaron allí por un tiempo dejando huella perdurable, como Washington Lockhart o el poeta Rolando Faget.
En su valorable variedad, “Salto en mi carpeta” se preocupa de rescatar la memoria de los quioscos y salones que vendían décadas atrás las revistas que fueron para tantos jóvenes puerta de entrada a la lectura de mayor calado, como también la del Instituto Culural Humbolt-Haus, la del Chalet Las Nubes de Enrique Amorim, la del Instituto Ariel, pero también nos cuenta lo que fue el entusiasmo por el Jazz entre los años 49 y 50, la peripecia de la última revista literaria salteña la muy buena La Piedra Alta (ya en el nuevo milenio).
No podían faltar en estas páginas las librerías, otro rescate que hay que agradecerle a Garet, las Academias musicales, los talleres de artes plásticas. Y por supuesto: no faltan instituciones en cuya génesis y desarrollo fue protagonista el propio autor, como la Casa Quiroga -que rescató la que fuera residencia veraniega de la familia Quiroga para darle digno marco al legado del gran narrador- y Asomar, la asociación de amigos de Marosa Di Giorgio, la originalísima poeta salteña.
Vale leer con atención al comienzo la Campana Inicial, donde Leonardo Garet fundamenta el por qué y los objetivos de “Salto en mi carpeta”, e igualmente la Campana Final, donde en una breve reflexión entre filosófica y poética el autor da el mejor broche final para su obra.
Y para culminar esta reseña, sólo nos queda recomendar este libro, donde el rigor de la investigación y los datos van de la mano de una lectura interesante y que atrapa, sin decaer, logrando una crónica general de los personajes y mojones de la vida cultural de Salto que aporta novedades y también nuevos ángulos para conocer mejor lo que creíamos tener claro.
Alejandro Michelena