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Una novela de Honoré de Balzac:Historia de la grandeza y de la decadencia de César Birotteau

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Por José Luis Guarino

En 1835, poco después de la aparición de «Papá Goriot», Balzac escribe a su amada Madame Hanska: «Estoy escribiendo una obra capital, «César Birotteau …» Sobre el personaje protagonista le expresa a continuación: «Es un Sócrates necio, bebiendo en la sombra y gota a gota su cicuta, el ángel pisoteado, el hombre probo despreciado. Ah!. Es un gran cuadro; será mejor, más amplio que todo lo que he hecho hasta ahora…»
Honoré de Balzac (1799-1850)  tuvo su etapa de imitación y aprendizaje entre 1819-1829, su proceso a la obra maestra en los años inmediatos, hasta  que concibe el plan de la Comedia Humana, cuyos primeros frutos fueron «Eugenia Grandet» y «La búsqueda de lo absoluto» (1833) y su obra cumbre «Papá Goriot» (1834). Al año siguiente ya da a conocer «El lirio del valle» y sin pausa comienza a trabajar en la novela siguiente no sin comunicarle sus perspectivas a Madame Hanska, dando a entender la confianza que el novelista tenía en su nueva obra narrativa.
Esta, apareció en 1837 y su título completo fue «Historia de la  grandeza y de la decadencia de César Birotteau». Ya el título mismo le da a la novela un aliento de tragedia. Cualquiera que lea las grandes tragedias griegas verá al protagonista ascender y ascender hasta su irremediable desplome. Precisamente cada peldaño que sube, lo eleva más a su  estrepitosa caída. Pues bien, Birotteau pasa por estos altibajos del destino. Es un modesto perfumista, que si ha ascendido en la escala social, y recibe el honor de sus semejantes, es por motivos ajenos a su talento. Ha prosperado, pero no se siente satisfecho. Como los antiguos héroes trágicos, su propio orgullo lo lanza a nuevas aventuras comerciales que inaugura con un baile, que será el punto de partida de los momentos culminantes de su carrera, y precursores de su caída.
Balzac había comprendido que el personaje principal de una novela casi nunca debe ser mediocre.  En el caso que nos ocupa, el mismo Balzac aclara en carta a un amigo: «Durante años conservé «César Birotteau» en borrador, desesperando de llegar a interesar nunca a nadie con la figura de un comerciante  mediocre, cuyos infortunios son vulgares…Pues bien, en un día de suerte me dije: «Hay que transformarlo haciendo de él una imagen de la probidad». Pero para que experimentara las angustias de la caída, tenía primero que elevarlo a una breve etapa de esplendor.
En la técnica de Balzac, mientras el protagonista está en su cima, el novelista dispone bajo los pies de su personaje, las trampas, las piedras resbaladizas, la emboscada  de otros personajes, -el usurero Gobseck, los grandes banqueros Nucingen y Keller,  el notario desaprensivo Roguin,-que estarán al acecho de su víctima.
El caso de Birotteau, tiene su matiz particular. Otros personajes de Balzac tienen una caída sin redención. Resultan impactantes por su maldad, sus vicios, sus inescrupulosidad.¿Quién que haya leído, por ejemplo, «Papá Goriot», no teme encontrarse por la calle con un Vautrin?
Birotteau se hace grande por su honradez. Inspira su compasión, tanto su ascenso sin méritos, como la pérdida de su fortuna en manos de inescrupulosos, provocada por su propia mediocridad.. Pero había resultado herido en la lucha contra Bonaparte, y este episodio insignificante definió su vida. Le permitió ocupar cargos municipales y ostentar una condecoración que contribuirá a sus momentos de brillo  y a su ruina. Pero de los escombros de sus aspiraciones económicas y sociales, sale aquella honradez que lo hace grande moralmente. Es sublime cuando deja voluntariamente, sin que nadie lo obligue,  en manos de sus acreedores todo lo que posee, hasta sus pertenencias más queridas: «incluso el grabado de Hero y Leandro que le habían regalado, las joyas personales, su alfiler, sus hebillas oro y sus dos relojes», y sobre todo que se niegue a llevar su cruz de la Legión de Honor, de la que estaba tan orgulloso, mientras no esté rehabilitado. Balzac, de base romántica aunque derivó hacia el realismo y se le reconoce como el creador de la novela realista, no se contentó como otros escritores de su época en recurrir al tema del amor trágico. El  orgullo, la ambición, la avaricia y la avidez, son pasiones que pueden sostener una novela, tan bien como la pasión amorosa, decía él. Pone en boca de Gobseck estas palabras: » ¿No es la vida una máquina a la que el dinero da movimiento?»
En «César Birotteau» el amor es un tema que aparece en segundo plano. Es que Balzac, admirable observador, de la realidad y conocedor del corazón del hombre dejó plasmados con rasgos inolvidables  a financieros y mercaderes: Vautrin el presidiario, Hulot, el crápula, Rigou el usurero, Bridau, el sinvergüenza, Grandet, el avaro, entre tantas otras figuras inolvidables. Sabía que en ese mundo de los negocios,  el que presta es demasiado fuerte para tener consideración, el insolvente, demasiado vulnerable para  no ser indulgente. Dice Alain que en todas las escuelas comerciales se tendría que leer a fondo a Balzac. Podrían estudiarse en sus novelas las leyes del crédito, las de la venta y las de la publicidad. «César Birotteau» es una de las mejores novelas sobre la técnica de los negocios. Corresponde a la época de Balzac y se anticipa a nuestros tiempos.

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