Sucede que plata hay…Y pobreza también

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Sucede que cuando se habla de pobreza en este país (capaz en todas partes del mundo sea igual, no lo sé), parece que entramos en un ring de boxeo donde lo que importa es que uno le pegue más al otro.

Sucede que cuando hablamos de pobreza en este país, las soluciones reales, concretas, palpables (aunque sea intentos) brillan por su ausencia y la demagogia siempre termina ganando el partido.

Sucede que cuando esas soluciones aparecen (en los discurso digo), se vuelven tan difusas en el mar de las palabras y las abstracciones, que desaniman a todo el mundo: generar oportunidades…promover el desarrollo…generar (otra vez, porque la palabra se puso de moda) más empleo…aliviar a la clase media con los impuestos, promover e impulsar más al sector productivo, y así podríamos seguir escribiendo ríos de tinta con más ejemplos.

Liliana Castro Automóviles

Sucede que no se dice cómo hacerlo. O mejor dicho, cuando se dice el cómo, vuelven las abstracciones, pero ahora pasando los verbos del infinitivo al gerundio: generando, promoviendo, fomentando, alivianando, potenciando… Entonces entramos en un túnel que parece infinito, en una espiral interminable, que hasta llega a aburrir, ¿verdad?

Dicho sea de paso, aquí nomás en Salto, ¿no aburre por ejemplo que un candidato siga tirando manotazos de ahogado: que voy a donar el sueldo, que solo ingresará gente por sorteo, y bla-bla-bla, cuando tuvo oportunidad ya en otros cargos en los que estuvo de haber hecho todo eso y mucho más y no solo no lo hizo, sino que practicó todo lo contrario, o cuando (capaz no se enteró) su propio partido se niega (de Derecho y de hecho) a esa transparencia? Y usted podrá decir: “pero el hombre reconoce que se equivocó y quiere cambiar”. Bueno, está bien, pero explíqueleselo también a su propia militancia, porque no es eso lo que están diciendo cuando llegan a una casa a dejar un volante, la autocrítica es mínima por no decir nula. Sean coherentes.

Pero quiero volver a referirme a la pobreza…

Hace pocos días, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) dio a conocer números respecto a la pobreza en el Uruguay. Analiza la actualidad, pero también presenta un seguimiento del tema en los últimos años. Hemos hablado últimamente de ello con dirigentes políticos de todos los partidos (Olesker, Manini, Gurméndez, Zubía, Camy, entre varios más). Es cierto que muchos de ellos estudian seriamente el tema, un estudio que implica autocrítica a las gestiones de sus propios partidos. Pero en general, salvo excepciones, uno ve a la dirigencia política y a la militancia, como decíamos al comienzo de esta nota, pegándose unos a otros cual ring de boxeo y nada más. Paso a explicarme…

Mientras el Frente Amplio habla de estos cuatro años como de pérdida de derechos, de aumento del desempleo y la informalidad, de crecimiento de la pobreza infantil, de la multiplicación de asentamientos irregulares, y más, el Partido Nacional (no tanto sus socios de la colación por obvias razones: en octubre compiten todos contra todos) habla de los millones y millones que se tuvieron que invertir inesperadamente al llegar una pandemia, de una guerra en Europa, de la herencia que dejó el gobierno anterior, etc. etc. (herencia de la que, con el adjetivo de “maldita”, también hablaba el Frente Amplio en 2005 cuando asumió por primera vez, ¿se acuerda?). Un intercambio de acusaciones de nunca terminar.

Vamos ahora con algunos números, siempre según el INE…

En el año 2022, el dato de pobreza fue de 9,9 %, mientras que en 2023 fue de 10,1 %. La pobreza aumentó, es claro. Pero si uno hace el promedio de los últimos 10 años, la cifra ha estado en un entorno del 10%. Es decir, en el entorno del 10% ha estado siempre el número de pobres en nuestro país; con algunos valores por debajo, como en 2017 y 2018 cuando se llegó a un 8%, y luego (Covid mediante, es cierto) la cifra se aproximó al 12%. Pero hay un dato que no es menor (y como estoy muy lejos de ser un especialista en estadísticas, pido disculpas a los expertos si me equivoco en este razonamiento), y es que los datos se desprenden de encuestas (la famosa “encuesta continua de hogares”) y en ellas se admiten hasta 6 décimas como margen de error. Entonces, ¿por qué el Frente Amplio plantea como algo tan evidente y tan escandaloso el aumento de la pobreza? A decir verdad, los números no dicen eso, los números dicen que se viene manteniendo en los mismos márgenes desde hace años. Como si se olvidara además que a fines de 2019 quedaron unos 200.000 uruguayos con alto nivel de pobreza, y unos 400.000 con trabajos informales. ¿Esto implica que haya que estar tranquilos y pensar que, como se mantienen los números, está todo bien? Por supuesto que no. Al contrario, hay que pelear a capa y espada para combatir esa realidad, porque un punto nomás en la estadística, ya equivale a muchísimos uruguayos, y es muy triste así sea uno solo. Pero ni el gobierno actual puede jactarse de estar haciendo tan bien las cosas al punto de estar bajando los índices de pobreza que dejó el Frente Amplio, ni el Frente Amplio puede jactarse de haber dejado un país en unas condiciones que luego el Partido Nacional y sus socios estén destruyendo. Al menos si de pobreza hablamos, andan “cabeza a cabeza”, “se sacan chispas”. Y si no, observe los números, y recuerde lo que mencionábamos del margen de error de las encuestas.

Ahora bien, ¿por qué el título de esta nota dice que así como hay pobreza también hay plata? Porque ejemplos de derroche de dinero sobran. Claro que en ese punto, también entre unos y otros podrían pasarse la vida intercambiando acusaciones acerca de quién derrochó más. Un político de la coalición nos decía hace unos días: “no se puede comparar toda la plata que se ha tirado en gobiernos del Frente Amplio con lo que se puede haber usado mal en este gobierno”. Parece que cambiando “se ha tirado” por “se puede haber usado mal” se suavizan las cosas; pero hay algo más de fondo que este político parece olvidar: está comparando 15 años con 4. Así que cuidado también con eso cuando se intenta establecer comparaciones, ya sea en cosas buenas o malas. Lo cierto es que “tirando” o “usando mal”, dinero hubo, dinero hay y dinero habrá; la cuestión es: ¿cuál es la prioridad?

Fíjese usted, estimado lector, que muchos de los que se pelean por estas cuestiones, tienen ingresos en sus hogares que rondan el medio millón de pesos. Yo no escuché a ninguno, en estos días, que proponga hacer un fondo con lo que pueda ahorrarse si se bajara el número de Senadores y Diputados. No ahorraríamos solamente varios sueldos de 300.000 pesos cada uno (por decir al vuelo una cifra con l aque sé que me quedo corto), ahorraríamos a la vez los sueldos de varios secretarios, asesores y secretarios de secretarios y asesores de asesores…¿Alguien en su sano juicio puede pensar que este país necesita tener el número de Senadores y Diputados que tiene? Seamos sinceros, usted y yo y todos sabemos que algunos de esos legisladores no hacen absolutamente nada. No lo digo yo, lo dicen algunos de ellos mismos cuando apagamos los micrófonos, y lo dicen además los registros de asistencia y actividad que tiene el propio Parlamento. ¿Se da cuenta entonces que plata hay? Y después deje el Poder Legislativo y póngase a pensar en otras dependencias del Estado (algunas aquí en el departamento nomás) y saque cuentas. ¿Y qué se haría con el dinero de ese fondo? Y no sé; pero ¿viviendas le parece?, ¿escuelas?, ¿centros de rehabilitación para adictos?…Si habrá cosas para hacer.

Le diré un ejemplo a propósito de esto. Hace un tiempo conversábamos con un político que, pese a decir en la campaña electoral pasada que no quería ningún empleo del Estado, estaba (creo que sigue estando) como empleado de una oficina pública de calle Artigas y Sarandí desde 2021. Me dijo en una conversación (informal, sin micrófono) que eran tantas las oficinas que se habían instalado en ese edificio y tantos los funcionarios que habían ingresado, que “ya ni me acuerdo qué es lo que está funcionando ahí”.

En fin, lo del título: pobreza hay pero dinero también, o viceversa, como usted prefiera.

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