«Soy feliz porque tengo a mamá y porque tengo muy buenos amigos que siempre están, que siempre te respaldan, y que en definitiva, es lo que queda»

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Con Ítalo María Suárez

Hoy conduce y dirige el histórico programa «La Revista Hablada» por Radio Arapey, junto a Heber Fernández en su rol de asistente de dirección y con Luis Silva, quien desde su proyecto Volcán colabora con la propuesta radial. En esta oportunidad, Ítalo María Suárez se permitió contar parte de su historia, sabiendo que quedan para más adelante muchas más charlas para profundizar en el gran ramal de anécdotas que ha vivido. Y como siempre dice en su programa, «nadie dice nada», y hoy, Ítalo María Suárez dice todo.

Liliana Castro Automóviles

¿Qué es el Barrio Almagro en su vida?

  • Es muchas cosas. Por el Barrio Almagro pasaron figuras del fútbol, figuras del barrio, personas muy queridas. Te voy a nombrar a los Taruselli, los Magia, antiguamente, más acá están los Añasco, los Bruno, los Lechini, los Nan, los Beltramelli, los Aplanalp, los Requelme, mi papá, Ruperto Luis Suárez. Y tantos otros que hicieron de ese barrio hermoso. En una esquina tradicional que nos criamos todos, frente a la sede de Almagro, en calle 18 de Julio y Andrés Latorre, estaba el almacén de Chuchila Beltramelli. Y en la esquina, frente al almacén, un artista que paseó por el mundo y que hoy vive en Francia, Narciso Omar Espinosa, guitarrista de Mercedes Sosa. Puedo contar muchas cosas de ese barrio de las calles de tierra, con la lamparita al medio, con toda esa tradición de fútbol, de derrotas, de triunfos, de festejos. Era la familia de Almagro, el barrio era todo. En recuerdo de mi abuela Hortensia, donde hoy vivo, los días domingo que no había fútbol, todos a jugar a la lotería o a lo de Doña Catalina o Angelita. Hay muchos recuerdos.

¿A qué escuela fue?

  • Hice seis años en la Sagrada Familia con el mismo Cura Tarcisio. Están también los recuerdos de ir a misa, de los compañeros, porque en aquel tiempo éramos 60 en un aula. Recuerdo esa educación, esa conducta, esa disciplina que siempre estuvo, los desfiles tradicionales, las fiestas patrias, el uniforme de las Sagrada Familia. Mi madre tenía dos uniformes, uno almidonado para los días de fiesta y el otro para la clase. Y muchos compañeros, Los Bulleri, los Duvos, los Panissa, Ricardo González, los Estévez, que hoy nos vemos y nos damos un abrazo, pero cada cual por su camino. Ese es el lindo recuerdo que tengo, con aquellos dictados, la composición, los verbos, tengo un callo acá (muestra uno de sus dedos) que estás viendo porque escribíamos con una lapicera con pluma y tinta, y había que hacer esos deberes con esa caligrafía. Eran los tiempos de la goma azul y roja para las correcciones. Me decían Cococho Álvarez en el colegio por la manera de jugar al fútbol, muchos eran de Nacional y el único que era de Peñarol era yo, siempre pescaba y hacía goles, siempre fui alto. Recuerdo cuando se hizo la selección íbamos al Parque Sagrada Familia a jugar, era todo un paseo. Yo jugaba de número 5 en esa selección y vino uno y me dio una de aquellas y no jugué más. El que siempre recuerda eso es Luis Gómez, ahora está en España, tuvo un comercio acá y después se fue.

¿Qué llegó primero en su vida, la música o la comunicación?

  • Lo que llegó primero en mí fue la música, una pasión de siempre. Recuerdo que en Sagrada Familia hacían concursos de cantantes, éramos unos chiquilines, y había que formar un grupo, y hablé con los Bulleri, también estaba Valderrín, Artegoytia. Yo tocaba la batería, el otro una guitarra, no sabíamos música. Siempre tuve admiración por la música, y cuando llegaban los concursos yo imitaba a Raphael, a Palito Ortega, los de la época, y me gané unos cuantos reconocimientos con mis actuaciones que no sé dónde deben estar, quizás en algún baúl. Pero yo no podía tener una batería, y como era chiquilín, ¿qué hice? Agarré las latas de aceite Óptimo, les puse nylon y me armé mi batería. Me iba al fondo, y me tiraban piedras porque no dejaba dormir a los vecinos (risas). Después me dije que tenía que aprender a tocar un instrumento, y fui al Conservatorio Sagaría. Hoy tengo cuatro órganos y un sintetizador. Tengo el debe de formar una orquesta para gente mayor.

¿Dónde está hoy la música en su vida?

  • Está en mi casa esperando, alguna reunión que se cuadre pero que con esta pandemia ya no se pueden hacer. También tuve un pasaje por el carnaval, fue algo muy lindo. Una vuelta me preguntó Juan Viettro si no me gustaría cantar en una murga, le dije que no, que me gustaría cantar en un grupo, y ahí salieron «Los Bloopers», y me eligieron de solista y elegí la retirada. A Pedro Antipuy le dije que me gustaría cantar «Mujer Amante», que la había escuchado en Radio Oriental en el programa de Abel Duarte. Hicimos un grupo, yo fui uno de los solistas, pero adelanté que yo no hacía carnaval, «le canto a los niños y hacemos la parodia». Hicimos Drácula, después Blancanieves y los 7 Enanitos, y en una de las partes de la parodia tuve que hacer de Susana Giménez (risas), me gané un premio.

¿Cómo fue su ingreso a los medios de comunicación?

  • Un día estaba en la tradicional esquina de los Beltramelli, y estaba Néstor Texeira Núñez, que trabajaba en la parte de deportes en Radio Cultural, hacía todo lo que era locución comercial, toda la coordinación del deporte, me escuchó y me dijo si no quería trabajar en la radio, yo siempre escuchaba la radio y no me imaginaba trabajando ahí. Y un día me dice que me iba a probar para dar el informe, que en ese entonces estaba Aceré Francisco Etchevers, ya veterano de la radiocomunicación. Me explica cómo tenía que hacerlo, y así lo hice en un partido que jugaba River que tuve que dar la información. Después trabajé en Oliva Publicidad, y luego en diario EL PUEBLO, que estuve 9 o 10 años, pero nunca descarté la radio.
    Otro día me encuentro con el Ruso Pejo, y me pregunta si no quería trabajar en la radio, «andá mañana de tarde a Cultural y ya empezamos a trabajar», con Pablo Purpi, uno que estaba en Argentina que tenía un programa a la tarde que se llamaba «Encuentros, música en español», y así empecé presentando temas. Luego me dijeron que también tenía que decir el horóscopo, ahí escucha Juan Rodríguez Cristaldo. Luego de estar un mes a la tarde pasa por casa y me pregunta si no quería trabajar en la radio con él en la mañana. Él ya había comenzado con «La Revista Hablada», tuve que ir a su casa en calle Agraciada para hacer una prueba. «Mañana a las 8 te quiero en la radio y me lees los textos», me dio una carpeta, y así fue que comencé definitivamente en la radio.

En el último tiempo, Rodríguez Cristaldo estuvo muy enfermo, y siempre se los vio juntos tomando un cafecito, acompañándolo a caminar. Más que amigos, parecían hermanos…

  • La verdad que sí, porque a veces las cosas no pasan por el trabajo, sino por los sentimientos, y él era una persona con su temperamento fuerte, pero tenía su corazón. Pasaron muchos por «La Revista Hablada», y yo siempre ahí. Lamentablemente después con su enfermedad se empiezan a abrir para buscar otros caminos, además Radio Cultural estaba en momentos muy difíciles. También tuvimos que pasar por el periplo de que viene uno con dinero y te tenés que ir, y fuimos a otras radios. A Juan le gustaba compartir los asados, conversábamos mucho. Le gustaba jugar a la conga, tomar algún whiskey. Y vino un momento difícil que hubo que acompañarlo, y estábamos solo yo y Diego Querio, que hoy ya no está. Lo acompañaba como siempre a su casa, a su trabajo, ya con mucha dificultad en su visión. Lo acompañé a hacerse diálisis, a darle la medicación, lo acompañé en su casa. La vida tiene esas cosas, y yo creo que cumplí.

¿Qué hizo en diario EL PUEBLO?

  • Cuando salgo de Oliva Publicidad, mi padre me dice, «o estudiamos o aprendemos un oficio», y él hacía ya un tiempo que era tipógrafo, trabajó en Impresora Torena, Impresora Salto, muy amigo de Andrade Ambrosoni, de toda esa gente de los cafés de antes. También trabajó en «Tribuna Salteña» hasta llegar a diario EL PUEBLO, donde había unos 40 empleados. Empecé en la linotipo con las matrices, todo ese sistema lento que había. Un amigo, Hugo Antúnez, que está en Montevideo, me enseñó el oficio, letra por letra. Eran noches interminables. Había una canasta con los originales y había que terminarlo. Me hice todos los turnos. Marcaba de tardecita y salíamos con el sol, y si venía una tormenta, quedaba el barrio o la ciudad a oscuras, había que esperar que el plomo se disolviera durante una hora y media.

Con otra persona que cumple es con su madre, ¿qué es su madre para usted?

  • Es todo (se emociona) … ¡es todo! Es quien me llevaba al colegio, la que me enseñaba, porque el padre labura, pero mamá hasta ahora me ve que yo hago una gesticulación y ya me pregunta qué me pasa. Siempre fui muy compañero de mi madre, hasta el día de hoy. Siempre estuvo con esos consejos que son únicos. También estuve detrás de sus quebrantos de salud, y a pesar de la edad que tiene, si tiene que agarrar la escoba la agarra, pero siempre yo al lado de mi madre, y ella al lado mío.
  • ¿Todavía lo rezonga?
  • Siiii (risas) Un rezongo tengo de vez en cuando.

¿Por dónde pasa la felicidad en este mundo de pandemia?

  • Es difícil, porque se han perdido muchas cosas, valores. A mí me gusta el café, la música, el cine, el teatro, porque fue parte de mi formación, y que hoy no lo puedas tener, bueno, te quedás en tu casa. Toco un instrumento, otros leerán. Cuando tenés un momento de felicidad, disfrutalo, no sabemos lo que va a venir.

¿Es feliz?

  • Soy feliz, ¿sabes por qué? Primero porque tengo a mamá, y porque tengo muy buenos amigos, que siempre están, que siempre te respaldan, y que en definitiva es lo que queda. Soy un tipo duro, pero me emociono, me gusta mucho la bohemia, el buen baile, aprender. Un día de lluvia me gusta ver una buena película y que nadie me moleste. Soy feliz porque hago lo que me gusta, que es la radio, y que no todos te dan la oportunidad, así que en este caso mi agradecimiento al Ruso (Luis Giovanoni) y a la Dirección y los muchachos (Federico y Martín Giovanoni) que me dieron la oportunidad, como todos aquellos que en su momento también me dieron esa oportunidad para salir adelante.

Hoy por: Leonardo Silva

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