Como toda actividad humana, la de gobernar es básicamente obrar en el acierto y el error. Que sepamos nadie puede ufanarse de acertar siempre, porque errar es humano y siempre se ha sostenido que del error también se aprende, quizás más que de las mieles del acierto.
Cuando escuchamos los reproches de uno de los voceros del actual gobierno, quejándose “porque las demandas oficiales demoran a veces más de la cuenta” (según su propia interpretación). Mientras que las denuncias o reclamos de la oposición se tramitan rápidamente.
Esto es un claro reclamo y una velada acusación a la Justicia, de obrar claramente dando preferencia a los reclamos de la oposición.
En este sentido debemos decir, en primer lugar que aunque no compartimos la queja del oficialismo, tenemos muy claro que está en todo su derecho de hacerlo, de opinar a favor o en contra de un fallo.
Pero decimos que entendemos que es un error. En primer lugar porque no hemos escuchado el mismo concepto cuando un fallo favorece su postura y por lo tanto mucho nos tememos que cuando es favorable lo aprobamos o sencillamente lo admitimos entendiendo que “está todo bien”.
Cuando es desfavorable en cambio lo repudiamos y lo cuestionamos. Ojalá no sea este el caso.
Viene al hecho, el fallo de la Justicia que ordenó “parar” la aplicación de la resolución gubernamental que modificó un aspecto de la ley antitabaco. Si el gobierno está en su derecho o no, lo dirá finalmente la propia Justicia que para ello fue consultada.
Por nuestra parte consideramos y así lo hemos dicho, que la modificación de alguna de las disposiciones de la ley antitabaco que ameritaron incluso una demanda internacional, de la que el ex gobierno salió airoso, ha sido un error, no tanto por lo que dispone, sino por el hecho de que este gobierno demuestra de esta manera ser complaciente con las aspiraciones de la industria.
Para nosotros este es el cangrejo debajo de la piedra. A nadie convence de que la utilización de cajillas de cartón blando en lugar del envase duro que exigía la ley, fuera una forma eficaz para competir con el contrabando.
Esta es y será siempre una realidad cuando la diferencia cambiaria entre los países de la región beneficie la traída. El país tiene otras armas para luchar contra el contrabando. Si las aplica o no, es harina de otro costal. Pero a la hora de presentar argumentos es evidente que éste no tiene peso alguno.
A.R.D.
