El Inspector General (r)Carlos Ayuto Cabrera asumió como Jefe de Policía hace casi cinco años. Recordamos que antes de asumir concedió su primera entrevista a EL PUEBLO, donde abiertamente nos permitió conocer quién era este poronguero oriundo de la ciudad de Trinidad (Flores). Siempre mantuvo ese aire “campechano, amigable y amable” con el que nos recibió en aquella primera entrevista en abril de 2010. Todo hace prever que próximamente cambiará de destino pues el Ministerio del Interior le ofreció asumir la Jefatura de Soriano, motivo por el cual EL PUEBLO pensó que era hora de una nueva charla a modo de balance y posible despedida.
– ¿Se va?
– El Ministerio me comunicó el interés de que yo pasara a la Jefatura de Policía de Soriano y se designaría otro jerarca para cubrir el lugar de Salto.
– Se habla que vendría el Jefe de Rivera.
– Heriberto Fagúndez, que es el jefe policial de Rivera actualmente, que también es Inspector General retirado.
– ¿Qué balance personal hace de estos casi cinco años de estar entre salteños?
– Creo que ha sido una experiencia muy interesante, muy linda, porque uno llega a un lugar totalmente ajeno, conocía muy poco y tener que radicarse y compenetrarse primeramente con los problemas internos y generales de la policía, y además en la sociedad porque uno pasa a vivir en el departamento, es todo un desafío. Pero si miramos desde esa fecha hasta ahora, en todos los aspectos hubo cosas que a mi modo de ver fueron bastantes positivas.
Arrancamos primero con el tema de la interna, prácticamente quedé con el equipo que estaba funcionando acá, donde con el correr de los años se fueron ajustando diferentes tipos de procederes y procedimientos administrativos de la manera que se quería hacer y de acuerdo a las pautas que el Ministerio nos da cuando asumimos el cargo. Eso llevó a que en todos estos años hubiera, como ustedes saben, relevos de comisarios, de jerarcas, se fue ajustando en todos los aspectos hasta llegar a un funcionamiento que no podemos decir óptimo pero sí adecuado, porque indudablemente hay aspectos humanos en cada uno de los jerarcas y de los policías que a veces, por diferentes motivos, influyen en el trabajo, como temas familiares, de enfermedad, problemas de relacionamiento, etcétera, que de repente nos llevan a que uno los vea cumplir de la manera que pretendía. Por eso se generan esos cambios, la inmensa mayoría del personal se compenetró con una tarea que se fue buscando y creo que se logró acercarnos principalmente a la gente. Hubo una apertura muy interesante de la Jefatura en general hacia la sociedad.
– A usted se lo vio receptivo de los planteos de la gente y participando de eventos, públicos y privados, en representación de la Policía
– Eso fue parte de lo que tratamos de implantar en todas las jerarquías, de ir a los barrios y a campaña para reunirnos con productores, grandes y chicos. Además, la instalación de la Policía Comunitaria que cumplió un servicio sumamente importante de acercamiento y relacionamiento con toda la sociedad.
– Hay un movimiento de sectores de la sociedad que pretende que usted se quede en Salto, ¿cómo toma esa devolución de parte de la sociedad salteña hacia su gestión?
– En el aspecto personal, uno lo toma muy bien porque habla de que hay una conformidad en la sociedad civil del trabajo que se viene haciendo. Eso a uno lo llena de satisfacción, pero sabemos que esto es una decisión política que tiene que tomar el Ministerio y nosotros tenemos que acatar lo que se decida. Lo interesante sería que quienes vengan continúen en esa línea porque se ve que es lo que la sociedad necesitaba y está conforme.
– ¿Se trata de lineamientos del Ministerio que se han implementado en Salto o tiene más que ver con su impronta personal y profesional?
– El Ministerio nos marcó una línea de la implantación de la Policía Comunitaria. Siempre se habló de la Policía y el pueblo, pero siempre hubo una división en todo eso, entonces lo que se trata es de cortar toda esa cadena, y la Policía Comunitaria lo ha hecho en muy buena forma. Hay que seguir potenciando eso tanto como directiva del Ministerio como de implantación de una política de las propias Jefaturas. Nosotros armamos las Comunitarias, pero también armamos una oficina de gestión de calidad para que justamente reviera todos los procedimientos que la misma policía hace en las Seccionales, para ir corrigiendo frente a los ciudadanos cuando tienen que concurrir a diferentes lugares detrás de un problema.
– ¿Una muestra de esa inserción de la Policía en la sociedad pueden ser los cursos de capacitación que se realizó sobre el lenguaje de señas para atender las inquietudes de las personas sordomudas y sobre el lenguaje braille para no videntes?
– Hay infinidad de cursos que si los nombrara me olvidaría de unos cuantos cursos de especialización que se hizo hacer a todo el personal. Entre esos cursos estuvo efectivamente el lenguaje de señas, el braille, los sistemas computarizados con los que trabajamos para mejorar la atención a la gente. No solo dictados por nuestros propios instructores sino con apoyo de la UTU. Si nos ponemos a enumerar no termino más.
– Esta transformación física que se ha hecho al ingresar a la Jefatura con escritorios, computadoras y demás comodidades, ¿se ha implementado en el resto del país o es exclusivo de Salto?
– Eso es parte de este proceso de mejoramiento en la calidad de atención al público que le vengo hablando. Hasta donde tengo conocimiento solo ha pasado en Salto, hemos sido los primeros en hacerlo, incluso vino el ministro (Eduardo Bonomi) en su momento cuando inauguramos ese tipo de atención al público y quedó muy contento, diciéndonos que es lo que le gustaría ver en otros lados. Es un proceso muy lento de integración pero acá se adelantó bastante.
Hemos trabajado mucho en la refacción de locales, comisarías, de la propia Jefatura. La idea era que los lugares de atención al público, los alojamientos y baños del personal fueran los mejores lugares que tuvieran las Seccionales tanto para el público cuando va como para los propios funcionarios que vivan ahí y tengan todas las comodidades que deben de tener para trabajar en las mejores condiciones.
– A modo de balance policial, ¿qué ha ocurrido con la criminalidad en Salto?
– Hablando en general y en términos estadísticos, porque si hablamos de delitos específicos veremos que algunos subieron y otros bajaron, pero en términos generales vemos un leve crecimiento en lo delictivo, pero no fue un crecimiento que alguien pudiera decir que no es controlable. No habla mal del trabajo policial porque acá no solo hay que mirar que creció la parte delictiva sino que también tenemos que mirar lo que ha crecido el entorno, porque tenemos un Salto que creció junto a su actividad turística, una actividad comercial impresionante que también creció, un Salto que se mueve de otra manera a lo que era hace cinco años, con un movimiento de valores y de dinero que a veces hasta a nosotros mismos nos preocupa.
No podemos hablar de un avance de los delitos violentos, que sería lo que principalmente nos preocupa. Acá tenemos otro tipo de delitos, como el hurto básicamente y el abigeato, que son los más. Dentro de los hurtos, ustedes lo ven, está el tema de las motos, donde hemos dado golpes tremendos a las diferentes banditas de menores, en la mayoría de los casos. Hemos recuperado mucho, y también tenemos un determinado número de recuperación de motos antes que sean denunciadas, lo que habla de una muy buena prevención que hace el personal en la calle.
– ¿Quedan casos sin resolver ocurridos en este quinquenio?
– Sí, tenemos un caso que trabajamos muchísimo, incluso hasta hace pocos meses estuvimos realizando actuaciones. Me refiero al homicidio del taxista, que bueno, queda pendiente pero hay muchos avances en el tema que hemos trabajado en coordinación con la Justicia. Está en una etapa que la policía no resuelve solamente por sí, sino que lo que va haciendo lo aporta al Juez y éste a veces autoriza determinadas diligencias y a veces cree que todavía no es oportuno y van quedando. Esperemos que quien tenga que continuar en esto logre algún resultado.
– ¿Todavía quedan barrios sin poder entrar?
– No hay barrios en los que no se pueda entrar. Si miran cinco años atrás, ustedes hablaban del Fátima, de La Tablada y del Quiroga. Deben hacer dos o tres años que no veo en la prensa que se hable de esos barrios de la manera en que se hablaba. Hubo procedimientos importantes, hubo procesamientos sobre eso. Lo que hay a veces son pedreas a los móviles policiales pero no por la situación de un barrio sino de repente por una determinada persona sobre la – que se va a actuar y un grupito sale en su defensa. Pero no hay un barrio complicado. La Policía Comunitaria llegó a todos los barrios y como todo, hay gente buena y mala, la gente buena se acercó mucho, colaboró y está permanentemente al lado de la policía.
– La política llevada adelante junto a la Intendencia de apertura de destacamentos, ¿sirvió para acercar más a la policía a los barrios?
– Sí, sí. En los lugares donde abrimos esos destacamentos podemos decir que la tranquilidad del vecino hoy por hoy es otra, tal vez porque el referente esté ahí, ya sea de día para el municipio y de noche para la policía, pero ese referente que está ahí ha dado determinada tranquilidad en los barrios.
– Si el ministro le diera la oportunidad de quedarse en Salto, ¿se quedaría o prefiere cambiar de aires y enfrentar nuevos desafíos?
– Salto me recibió muy bien, me sentí sumamente cómodo, y cuando uno entra a querer el lugar donde está, se le hace difícil irse. Pero por otro lado, cumplimos órdenes, no es el primer destino que tengo fuera de mi lugar de origen, Flores. Pasé por África, pasé por el Penal de Libertad, pasé por Montevideo, y si me toca otro destino voy a ir con las mismas ganas con las que vine a Salto, pero uno deja muchas cosas queridas en estos lugares, por eso me cuesta irme. Pero uno está para cumplir órdenes y trabajar para la gente.
Evidentemente me gustaría quedarme, tengo un hijo que está por finalizar el liceo, Salto es una ciudad universitaria y también hay aspectos personales que a uno lo hace que quiera permanecer. Pero reitero, si el Ministerio dispone que tenga que ir a Soriano, tendré que ir.