Dra en Nutrición Debora Sotelo
Estamos atravesando una ola de frío polar, y nuestro cuerpo cambia su demanda de alimentación , pero decidimos bien al momento de elegir nuestra alimentación para combatir las bajas temperaturas ?
EL PUEBLO consultó a la Dra.en Nutrición Debora Sotelo quien nos brindó un detallado informe sobre este tema.
Para responder a esta pregunta, es necesario conocer la administración de la economía energética; así como de todas las sustancias, estructuras y funcionamiento del cuerpo.
Nacemos con la capacidad de auto-regularnos. Esto conduce a considerar al organismo como una verdadera fábrica de sustancias inmunomoduladoras, tranquilizantes, moduladoras del sueño, antihipertensivas y todas las que se requieran para interactuar con el medio externo en el que se encuentre el individuo (ser vivo). Es así que venimos “preparados” para afrontar cualquier tipo de situación de vida. Nuestro sistema nervioso interactúa, comunicándose permanentemente con el sistema inmunológico (“defensas”), el sistema endócrino (hormonal), en un lenguaje que permite adaptarnos y mantener la vida.
De modo que la respuesta a la pregunta inicial, requiere recordar que la vida se lleva a cabo, gracias a la permanente obtención de energía, ya sea del exterior, por medio de las sustancias que la proveen (nutrientes/alimentos) o produciéndola él mismo (el cuerpo) mediante la degradación de los recursos energéticos que posee (glucógeno, tejido adiposo o muscular). El organismo se las ingenia para obtener o generar el combustible para vivir (energía).
¿Para qué necesitamos energía? o podría decir ¿en qué gastamos energía?
Para las funciones vitales (trabajo del cerebro, circulación, respiración, etc.). A esto se le denomina metabolismo basal. Este es el mayor gasto que tenemos. Para que tengamos una idea, del total de energía que necesitamos en el día, el 60% va destinado a esta tarea (mantenimiento básico de la vida).
Para el movimiento. Desde el simple deambular hasta una actividad intensiva, como el que requiere un deporte o entrenamiento físico. Dependiendo de la intensidad, será la demanda de combustible energético.
Para poder procesar lo que comemos. Esta necesidad de energía, generalmente no la consideramos importante, sin embargo, es imprescindible para una adecuada utilización de los alimentos ingeridos (transporte, digestión, absorción, asimilación y eliminación de lo que ingerimos).
Y por último, en épocas de bajas temperaturas, además del gasto ya mencionado, se incrementa la termorregulación.
Este gasto produce en el cuerpo un desequilibrio que conduce a que el individuo intente naturalmente compensar.
En su sabia y perfecta naturaleza, el organismo además de la protección externa (abrigo), produce instintivamente deseo de un mayor aporte energético o calórico, a fin de contrarrestar internamente la sensación de frío.
Sin embargo, para que realmente sea considerable el incremento calórico o energético, es decir, que tengamos que aumentar la cantidad de calorías mediante un mayor aporte, debemos estar expuestos al frío, tiritar, trabajar o realizar actividad física al aire libre por períodos prolongados.
Por lo tanto, es necesario analizar el estilo de vida de cada persona para poder adecuarse a la necesidad de incrementar calorías o simplemente, CALENTAR los alimentos.
Si tenemos acceso a calefacción, no es necesario incrementar el aporte de calorías, ya que la termorregulación se encuentra favorecida externamente.
No debemos confundir la necesidad de consumir alimentos calientes, con aumentar calorías. Solo es necesario modificar la forma de preparación; utilizando sopas caseras, guisados, cazuelas, ensopados o budines de verduras en lugar de ensaladas crudas.
Las personas que desempeñan tareas al aire libre, deben incrementar alimentos como frutos secos, palta, aceitunas, pescados grasos a fin de brindar al cuerpo la energía que gastan, evitando que el cuerpo utilice las reservas energéticas, lo cual conduce al adelgazamiento por pérdida de tejido adiposo (grasa). A propósito de ello, cabe mencionar, que adelgazar en épocas de invierno, es más fácil, metabólicamente hablando.
Por lo tanto, el aumento de calorías en clima frío, depende del estilo de vida de cada persona.
Para la mayor parte de la población sería innecesario, por lo que una buena sopa caliente, resulta muy efectiva al bienestar corporal.
Solamente los atletas que entrenan de modo intensivo, los trabajadores rurales, serenos que permanecen fuera de los establecimientos, u otras personas que tengan condiciones similares, deberían incrementar a su alimentación, carnes, lácteos, cereales y semillas con un contenido mayor de grasas, nutrientes energéticos que favorecerán el mantenimiento de la salud de los mismos.