A riesgo de ser reiterativos, insistimos en que en el tema ANTEL, todavía no hemos visto el verdadero trasfondo de la cuestión.
En estas columnas hemos señalado lo que consideramos errores y aciertos en el manejo de la situación planteada.
Un error lamentable, mayúsculo ha sido el considerar argumento válido para tomar a una persona para cubrir un cargo de confianza una llamada del hermano del vicepresidente de la República (suponiendo que esta hubiera sido verdadera), porque en definitiva el directorio de ANTEL aprobó la contratación suponiendo que esta realmente provenía de la presidencia de la República, sin tener en cuenta las reiteradas afirmaciones de Tabaré Vázquez de que en su gobierno no habría “amiguismo”, ni politiquería. Pero hay que tener en cuenta el contexto en que se produce la determinación. Por esos días el directorio de ANTEL y la opinión pública se había visto impactada por el caso del Dr. Gonzalo Perera, que incluso hasta el día de hoy no está totalmente claro, aún cuando la Justicia le haya procesado por simulación de delito. Al registrarse la renuncia del vicepresidente de la empresa estatal, toda la responsabilidad del directorio recayó sobre el presidente, con responsabilidad que se supone demanda la situación.
Que en este contexto, Carvalho recibiera una llamada del hermano del Presidente de la República, hombre en el que descansa toda la seguridad del presidente Tabaré Vázquez y toda la “inteligencia” del gobierno en materia de lucha contra la drogadicción, el lavado de dinero y demás, seguramente no sería “tan raro”.
Bien pudo pensar Carvalho, que Jorge Vázquez estaba pidiendo que tomara a esa persona, en el marco precisamente de alguna investigación por el caso Perera. El error, por lo tanto, estuvo en no verificar la procedencia de la llamada.
Pero hay también cosas que hay que decir con mucha claridad. No hubo corrupción, entendida ésta como perjuicio económico o desfalco hacia el Estado. Fue un error, que obviamente no se puede cometer cuando se desempeña una función de tanta trascendencia, pero en un contexto muy peculiar y bajo determinadas circunstancias.
También hay que entender que este asunto recién comienza y no será fácil desenrollar el hilo.
Hay grandes interrogantes, como el hecho de que un “desempleado” como se dice el procesado, tenía en su poder y utilizó, un aparato de altísima tecnología, cuyo costo se estima en los 300 mil dólares.
¿Por qué, habiendo supuestamente logrado su objetivo de acceder a un empleo bien remunerado, planteó otras exigencias que sabía que lo podían poner a descubierto?.
De una cosa estamos seguros. Hay mucho para conocer todavía en esta cuestión.
Seguimos esperando
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