Nos prestó casi una hora de su tiempo para contarnos cosas suyas, de sus recuerdos y de su experiencia de vida, lo que no es poca cosa en alguien que fue maestra y directora de varias escuelas, entre ellas, una de su querido Saladero, barrio en el que ha vivido toda su vida, la Escuela 11 “Víctor Lima”, que el pasado 3 de agosto cumplió sus primeros cien años.
Pero además, Sara Curbelo ha sido maestra de maestras en el Instituto de Formación Docente, actualmente se encuentra aprovechando desde hace años de una merecida jubilación, la que disfruta como un auténtico “jubileo” como ella misma gusta decir, aprovechando esos momentos libres para ser tesorera del Club Saladero e integrante de la Directiva de la Asociación Española.
Persona de una gran sensibilidad humana y desprendimiento, dialogó con EL PUEBLO también de la necesidad que los padres se comprometan con sus propios hijos en la lucha sin cuartel que toda la sociedad debe dar en la recuperación de aquellos valores perdidos.
– ¿Cuántos años de maestra?
– Trabajé 31 porque ya soy jubilada hace 14.
– Pero no se ha alejado del todo.
– Colaborando, pero no muy en directo.
– Participó en los festejos del aniversario de la Escuela Víctor Lima.
– Estuvimos colaborando un poco con un grupo de ex alumnos, porque yo también además de ex maestra y ex directora, soy ex alumna. Entonces estuvimos ahí aportando algunas colaboraciones y movilizando un poco a los ex alumnos que conocemos, sobre todo ex alumnos ya de muchas décadas, casi octogenarios y de setenta años que quieren muchísimo a la escuela y sabíamos que en una fecha tan especial que era el 3 de agosto, que además era un día de entre semana y de trabajo, eran los que más podían decir presente porque en cuanto a los jóvenes ex alumnos, están todos trabajando y los padres también muchísimo en ese día que era un día hábil. Esperemos que en algunas otras actividades que se proyectan podamos contar con todos.
Una cosa interesante con la que contamos en el centenario de la Escuela 11, fue la presencia de un familiar de la primera Directora de la escuela, Soledad Mai, y familiares también de Amalia Ugarte de Ferrari que marcó una trayectoria especial porque esa señora trabajó 26 años, ingresando efectiva en 1918 y retirándose en 1944 para jubilarse.
– ¿Qué pasó por su memoria en el momento que se recordaban los cien años de la escuela?.
– Muchísimos recuerdos porque una tuvo la suerte de estar presente en los cincuenta y estar ahora en los cien, es muchísimo desde el punto de vista emotivo y sentimental, es extraordinario. Sobre todo ver cómo ha cambiado en el tiempo o cómo va progresando en las conquistas edilicias y de número de alumnos, a pesar que tuvo su tiempo de crisis por la década del 80, principios del 90, había perdido muchísimo alumnado, motivados fundamentalmente porque se crearon escuelas próximas como la Escuela 92, la Escuela 98, porque la 11 en sus primeros tiempos recibió muchísimos alumnos de la zona del Cien Manzanas también, sobre todo de la zona sur, porque la otra zona del barrio iba a la Escuela 4. Y bueno, fue perdiendo alumnado en esa época, y otro motivo de la pérdida de alumnado fue el hecho que no hubiese cursos de inicial, sobre todo la tradición, en aquella época era la tradicional jardinera. Fue la última escuela a pesar que es la más vieja que contó con cursos de jardinera. Hoy, por suerte, tiene todo el nivel inicial porque tiene 4 años y 5 años.
– Además de la obra social que la escuela ha hecho en el Saladero.
– El historial es muy rico porque nace justamente dentro del predio de “La Caballada”, porque en 1909, cuando las autoridades de Primaria determinaron la creación de una escuela en la zona, le cedió el directorio del “Saladero La Caballada” una casita muy humilde que tenía, y pienso que el hecho que haya comenzado el 3 de agosto las clases, a más de la mitad del año, haya sido tal vez por el problema del local, que Primaria tendría pensado pero no encontrarían local y se vieron en esas circunstancias.
Usted sabe que lo interesante fue, que está registrado el libro diario, es que la inauguración era el 2 de agosto, pero por una lluvia tan torrencial tuvieron que postergarla para el día siguiente. Y allí empezó a trabajar y fue creciendo el alumnado, entonces a los diez años se determinó que había que construir un local específicamente para la escuela. Gracias también a la colaboración de Manuel Patulé, un propietario de muchos terrenos en la zona, que regaló el local a Primaria donde construye e inaugura en 1919. Por eso ese local, con pequeñas transformaciones es de 90 años de construcción.
– Y por esas instalaciones, siendo niña, usted corrió, jugó y estudió, ¿qué le viene a la memoria de esos años de escolar?
– Lo más interesante era que nosotros no teníamos bancos tipo Varela en aquel entonces, eran mesitas con sillas para seis.
– ¿Cómo en los jardines?
– Claro, como en los jardines ahora, eran unos salones grandes, más o menos de unos ocho metros por cuatro, pobres docentes de aquel entonces cuando éramos un grupo bastante numeroso y sentados de a seis.
– ¿De cuántos alumnos era la clase?
– Más o menos de 30 o 35, además era un grupo de cada grado, nada más, y hasta 4º año porque era escuela urbana de 1º grado, entonces no tenía 5º y 6º, por lo tanto mi pasaje por la escuela fue de cuatro años, porque después había que egresar, o a la Escuela 1 o a la Escuela 4, que era lo más próximo que había con 2º grado.
– ¿Qué hacían en la escuela en aquellos años de la década del 50?
– Y bueno, los juegos tradicionales de aquella época, saltar a la cuerda, la rayuela, la payana, todo tipo de manchas. Me costó un diente (risas) saltando a la cuerda en un recreo, porque caí y tuve la rotura de un diente. Teníamos mucho espacio, porque eran dos terrenos con salida a dos calles y por lo tanto, teníamos un patio techado que era una cosa importantísima. Después, en la época linda de la primavera, teníamos hacia el fondo un predio muy arbolado, sobre todo de paraísos, entonces había grandes espacios donde los compañeros varones jugaban al fútbol, tenían su cancha propia. Pero lo más interesante eran los días de lluvia, que creo que nos agradaba a todos porque los maestros tenían en la escuela cantidad de juegos de mesa, entonces era muy divertido ir cambiando de juegos. También lo interesante en esos días era la lectura de libros de cuentos, porque había una biblioteca muy linda que teníamos gracias a la Comisión de Fomento y los docentes, donde recuerdo perfectamente toda la colección de Constancio Vigil.
– ¿Cuándo siente que descubre su vocación por ser maestra?
– Creo que a partir ya de 4º o 5º año de escuela me empezó a gustar y después se definió perfectamente a nivel liceal la vocación. Y le puedo decir que trabajé 31 años y me encantó lo que hice. Y eso es una gran felicidad, pienso, y uno analiza lo que realizó y fue viéndolo a nivel general, es importantísimo hacer lo que a uno le gusta.
– De todos esos años como maestra, ¿podría compartir con nosotros alguna anécdota?
– Uno de los hijos de alguien que usted conoce, un maestro, colega, estaba en 5 años en jardinera en la Escuela 4, leía, sabía la hora, venía de jardín, tenía 3 o 4 años. En aquella época usted lo podía ingresar a 1º año si estaba en condiciones, hoy en día son más exigentes en eso. Y le digo al papá, “¿qué vas a hacer con Alejandro? ¿Te lo pasamos a 1º?”, y recuerdo que me dijo, “no, dejalo que juegue y se divierta porque tiempo tiene para preocupar se después”. Y yo creo que fue muy bien, tuvo la suerte después –y eso es importante- en tener una maestra en 1º de experiencia, porque si no ese niño le distorsiona todo al lado de los otros que no saben leer. ¿Qué hacía la maestra? Le traía libros de cuentos y de chistes cuando ella comenzaba a enseñar las letras a sus compañeritos, nunca le causó problema. Y además era el que hacía los mandados (risas).
– En cada generación de niños se puede apreciar verdaderos saltos evolutivos, ¿cómo se hubiera visto usted como maestra tener que implementar un nuevo sistema pedagógico con el ingreso a las aulas de las computadoras xo?
– Y bueno, pienso que también ahí al maestro le exige prepararse y actualizarse, ahora más que nunca creo que la docencia exige una actualización constante.
– ¿No le hubiera preocupado saber menos que el alumno?
– Y pienso que si. Mire, le voy a contar una anécdota de una colega que está todavía en funciones y que me decía que no sabía bajar canciones y que vino un alumno de su clase y le dijo, “esperá maestra que te digo cómo se hace” (risas). Creo que ellos han nacido en la época digital, que ya desde pequeños están descubriendo, que justamente eso es lo interesante.
– Estos tiempos de cambios no solo traen cosas positivas, también traen cosas negativas. Se habla mucho de la pérdida del respeto, de los valores.
– Sin duda que si. Lo he visto un poco de afuera, no solo que se ve una pérdida en el respeto a la persona mayor, ya no solo en el maestro o en el profesor, no lo hay tampoco en la sociedad, que por ejemplo en nuestra época con una persona mayor había un respeto, usted no se iba a burlar de una persona de 60 o de 70 años.
– ¿Qué papel debería jugar la escuela en tratar de encauzar a los niños al mundo que le espera con toda esta situación?
– Creo que acá el trabajo no es solo del docente sino también de los padres, juntos, empezar a conversar, y más ahora que tienen maestros comunitarios, que es una buena adquisición que no la teníamos en nuestra época, de poder un poco intercambiar ideas con los padres y los maestros. Muchos padres se ven desbordados, sobre todo padres muy jóvenes con la actitud de los niños, que es debido también a todas esas posibilidades que tienen en su desarrollo de su actividad mental y que a veces no saben cómo encauzar. Se les va un poco de las manos.
– Después de tantos años de estar jubilada y con muchos años más de haber sido maestra, a veces, ¿no le pica el bichito por volver?
– No, creo que hay una etapa en la vida, porque he dicho que trabajé 31 años, me gustó lo que hice, trabajé encantada, pero hace 14 que estoy jubilada y estoy encantada también. Para mí la jubilación, que a veces para alguien es un problema emotivo muy tremendo, como sentirse un poco desplazado, no, yo tomo la jubilación como lo dice la palabra, es un jubileo, es una posibilidad de disfrutarla.
– Pero el que usted esté jubilada no quiere decir que sea una persona pasiva, tengo entendido que ahora está trabajando bastante.
– Correcto, si, si, en otras actividades que no es la docencia.
– Cuéntenos un poco.
– Bueno, soy tesorera del Club Saladero, estoy en la Directiva que es bastante movida.
– ¿Eso porque le gusta el fútbol o el deporte en general?
– Me encanta, pero un poco a veces porque veo la necesidad que tienen porque lamentablemente hinchas hay muchos, pero usted les pide que integren la Directiva y no pueden. Entonces, a veces ver el tremendo esfuerzo que hacen y que les falte una persona y bueno, ahí vamos a ayudar en lo que podamos, que no es mucho porque fíjese que ahí sería más importante alguien que esté más en el fútbol y en todo tipo de deporte, yo voy más a la otra parte, me dedico más a la parte social y edilicia que me encanta, trabajar además sobre determinados proyectos e ir lográndolos poco a poco con esfuerzo, eso me gusta.
– ¿Es de ir a la cancha a hinchar por el cuadro?
– No, usted sabe que soy de las que no voy, porque a veces un poco da pena lo que ve en las canchas en el sentido de la hinchada, que a veces se extralimita en palabras, es un deporte y no es para tanto tampoco, hay que saber reconocer que cuando se pierde es porque el otro es mejor.
– Me pierdo la oportunidad de preguntarle que si iba a la cancha era de esas personas que le gritaba al juez.
– No, no. Esas cosas no (risas), no es para tanto. Tendría que ser todo más en el sentido deportivo, pero lamentablemente se va más a la violencia verbal y a veces también de la otra, y fundamentalmente no sé si es a raíz de la televisión y la gente imita lo malo y no lo bueno, que tiene esas cosas. No hay necesidad.
– Más que una imitación, ¿no podría ser tomado como un síntoma de cómo está nuestra sociedad que necesita desahogarse y va a la cancha a hacerlo?
– Sí, sí, exactamente. Es una forma. Lamentable por lo lindo que es y todo lo que se podría hacer. Le digo nomás, dicen que Saladero tiene una gran hinchada pero para ayudar a hacer la cancha, son cuatro los que van todos los sábados.
Entrevista de
Leonardo Silva
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PERFIL DE SARA CURBELO
Es del signo de Géminis (del 2 de junio) pero no cree en el horóscopo. Cree en Dios. Hincha de Saladero en lo local y de Nacional de Montevideo. Dice no tener ningún hobby ni asignatura pendiente.
Su comida preferida son los tallarines, “me encantan las pastas, aunque no tengo nada de italiana en mi sangre” (risas).
La sinceridad, la honestidad y la generosidad es lo que más le gusta de la gente, mientras que lo que menos le gusta de las personas es la avaricia y la envidia.
