Nunca en la historia del fútbol salteño, Salto Uruguay descendió de categoría. Siempre ha sido un equipo del círculo máximo. Años atrás, pasó por tiempos de incertidumbre si de escasez de puntaje se trata, pero cuesta rescatar una situación como esta. No solo porque tras la derrota ante Ferro Carril el miércoles a la noche cayó en zona de descenso directo, sino por lo que supone un plantel con respuestas ocasionales, en materia individual y colectiva.

El punto es ese: ¿cuál es la fórmula para ejercitarse desde Salto Uruguay, si el fin es evitar irse a la B? ¿Sobre qué base de búsqueda e interpretación, Pablo Vela enciende alguna que otra convicción asociada a la necesidad misma?
EL MEJOR PARTIDO QUE JUGÓ

La versión decana ante Ferro Carril, fue capaz de invitar a la ilusión de un resultado que beneficie. Fue el mejor partido de Salto Uruguay desde el comienzo de temporada. No solo que Ferro Carril termina ganando apretado, sino que el equipo decano alteró la actitud de partidos pasados, tan manso como gris y escasamente ardiente en el plano del temperamento o de la actitud, Salto Uruguay esta vez respondió desde esa actitud que el propio DT reclamaba. Fue otro guión táctico además, creyendo en la razón del anticipo y en la solidaridad defensiva, cuando la pelota pasó a manos de Ferro Carril.
Salto Uruguay pierde el partido, porque a partir del contragolpe albinegro, la pérdida de referencias en la trinchera fueron notorias y Javier Vargas acompañó el movimiento de la llegada. Primero el «Toti» y el toque de la sentencia. Fue el 1 a 0. En claro: Salto Uruguay pasó de la elaboración más o menos certera, a la complicación crucial que le compete. La ausencia misma de resolución.
LA LIVIANDAD DEL QUERER
Si en 7 partidos, Salto Uruguay llega a los 4 goles, es porque el déficit se plantea. De mitad de cancha para arriba, el equipo se expone a su propia blandura argumental. Joaquín Aguirre (16 años) y Paolo Tavárez, fueron salientes siempre, en el manejo de situaciones y en el direccionamiento de la idea. Pero el hecho es que el equipo no pesó en los metros finales, ni por Diego Fagúndez o Lautaro Godoy.
A Pablo Vela le pasó lo mismo que a Richard Usuca: las variantes no modificaron la situación de hecho, sobre todo a nivel de calendario ofensivo.
Entonces, frente a ese déficit, ¿cómo hace Salto Uruguay para ir despegándose de este tiempo, hasta rescatar algún indicio de claridad?
Sin fábrica de goleadores a mano, distante de la certeza ofensiva, ¿sobre qué base impulsar una reacción para que el cuerpo se acomode en medio de la confusión y la problemática acechante?
Salto Uruguay mira hacia ese abajo.
Es capaz de tironear la piel. Y el dolor es agudo. La verdad: no es para menos.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-