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martes, 29 de abril de 2025
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Las ollas de la solidaridad

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Diario EL PUEBLO digital
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Que los uruguayos son solidarios es una afirmación genérica que como todas éstas consiste en una verdad parcial. Hay uruguayos solidarios que permiten mantener en funcionamiento las ollas populares y los hay de los otros, que se piensan que se llega a esta situación por vagancia, por delincuencia o inanición y similar. Esta es la verdad cruda y real.
Felizmente tenemos un Estado que ha demostrado ser consciente de la verdadera situación y solidariamente contribuye a paliarla, en la medida de lo posible.
Seguramente nunca será suficiente porque la pandemia tampoco tiene antecedentes en cuanto a su extensión y a los efectos negativos sobre el trabajo y la producción en general.
Más de tres meses han pasado desde el inicio de la pandemia en el país y sus efectos económicos se están sintiendo ahora en toda su crudeza. Un alto porcentaje de uruguayos ha perdido su trabajo parcial o totalmente y cuanto más dure la pandemia mayor será la consecuencia nefasta que acarrea.
Por esto es imprescindible que se entienda que para salir lo mejor posible de esta situación todos, absolutamente todos, deberemos aportar algo para hacer frente a las nefastas consecuencias.
El Estado ha aportado, mucho o poco, pero lo ha hecho y sólo había una forma de hacerlo, endeudándose más ante los organismos internacionales, deudas que en algún momento tendremos que pagar todos los uruguayos.
Sólo un sector, el público de mayores ingresos, ha sido obligado a aportar, al menos en por dos meses, y esto no nos parece equitativo, al menos que en momentos de escribir estas líneas se anuncie que también se gravarán los altos sueldos privados, que los hay y en algunos casos muy superiores a los públicos.
Quienes mantienen las ollas populares saben que los mayores aportes no provienen del sector más pudiente, y si se pretende bajar la delincuencia y aumentar la equidad social, el único camino válido es la aportación en la medida de nuestras posibilidades.
No es aumentando el número de tobilleras, endureciendo las penas, ni extremando la vigilancia que bajaremos estas consecuencias.
Mientras siga rigiendo aquello de que lo que importa es tener, y no importa cómo, las cosas no cambiarán.
Desbaratar esta afirmación maquiavélica es la única forma de obtener mayor paz y tranquilidad como anhelamos todos los uruguayos.

A.R.D.

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