LA GRANJA AL DIA
Por estos días se ha echado a correr como sonido de campanadas un presunto derrotero apocalíptico de la futura Central Hortícola del Norte. Ese tipo de corriente de opinión es propio del momento y de quien lo dice, alguien que no participo, no participa y anuncia que no participara del proyecto de la Central Hortícola del Norte, ni de agremiación alguna.
La obra está culminada, se conformaron las autoridades, se llamó a licitación por los primeros 50 puestos disponibles y hay 8 oferentes, ya compraron. Pagaron U$S 15.000 por espacios de comercialización de 40 metros cuadrados, que le costaran a los ocupantes $ 13.000 por mes por servicios, mantenimiento, administración y otros de dicha Central. O sea un costo de $ 365 mensuales por metro cuadrado.
Dentro del plan de trabajo de la Junta de la Gobernanza, se le llamaba la primera oleada. Se previa una segunda ronda, y, la razón primordial es que el sector viene de algunos años con dificultades, donde la comercialización en manos de terceros es seguramente el factor determinante, de menguados ingresos. El desembolso de esos U$S 15.000 en los términos planteados imposibilitaba el acceso a varios productores. Que seguramente estarán en la segunda oportunidad.
PORQUE ESA ES LA ESENCIA DE LA CENTRAL HORTÍCOLA DEL NORTE, ES UN MERCADO DE ORIGEN DE PRODUCTORES. NACE DE LA CONJUNCIÓN DE LAS SIETE GREMIALES DE PRODUCTORES QUE SE CONVOCARON EN EL SALTO HORTÍCOLA.
Y se diseñó el proyecto a lo largo de once o más años, previendo todas y cada una de las contingencias, como la presente.
La Central se construyó, sobre la base un diseño concursado por parte de los estudiantes de arquitectura de la UDELAR, considerando las particularidades de sus fines. Y la obra se realizó dentro del espacio que se destinó al parque agroalimentario de la ciudad de Salto en el gobierno del Esc. Malaquina. A sabiendas, desde aquella época, que los emprendimientos mayoristas, industriales o comerciales, debían trasladarse a ese perímetro, en un proceso de expansión urbanística, logística y sobre la base de un resguardo sanitario. Fue lo que se hizo.
Ahora vendrá un segundo llamado; aclaración que solo lleva cinco palabras; pero que en los hechos quiere decir, la tramitación de declarar desierto el llamado de 42 puestos, para dejarlo a disposición de la administración y poderlos adjudicar en otra modalidad de contratación, con o sin la cesión de uso. Ya hay ofertas financieras de hasta 60 meses por diferentes entidades, oficiales y privadas, para amortizar esa suma, importe que oscilaría entre los $ 10.000 y $ 11.000 mensuales.
Nos consta que en el galpón de arriba del Mercado Regional, un metro cuadrado cuesta $ 400 por mes; cuarenta metros que es una unidad de puesto en CHN significarían $ 16.000 por mes, eso es lo que le cuesta a un operador estar en la calle Diego Lamas. Los del galpón de abajo operan como un ghetto, son empresas individuales que contratan un alquiler, pero nacieron al amparo del marketing del galpón de arriba.
Además, con el agregado de la amortización de la compra esos 10 u 11 mil pesos mensuales, en 25 años de existencia los operadores hubieran adquirido cinco derechos de uso de una empresa público privada como la CHN. Ahí donde están no tienen derecho a nada y están a la deriva de una eventual mejor oferta de terceros para que los larguen a la calle eventualmente.
Pero por sobre todas las cosas, que quede claro, la Central Hortícola del Norte no fue creada para trasladar a los operadores del autodenominado Mercado Regional de Salto, el que quiera ir ira y el que no sabrá cómo resolver su situación.
La Central Hortícola del Norte fue producto del empuje de muchísimos productores agremiados e interagremiados en el Salto Hortícola, es un anhelo del sector con más de cien años, para tratar de escapar al ageotismo de la intermediación salvaje de algunos. Los productores aunaron fuerzas por años con el apoyo municipal para lograr ese sueño, de lograr un ámbito, un espacio físico, para obtener igualdad, ecuanimidad y transparencia de oportunidades comerciales. La Central es para todos, especialmente para los productores.
Ahora si hay quienes creen que ese tipo de transformaciones se hacen en un click de computadoras, estamos en problemas. Se está trabajando; los responsables no se preocupan, se ocupan en aras de instrumentar soluciones; los tiempos de las instituciones no son los corrientes, más allá que de que el cronograma original se está cumpliendo con bastante precisión.
Y no va a fracasar, por más agoreros apocalípticos que aparezcan, la historia de los que vienen de abajo, que buscan el bien común, no da marcha atrás.
Salto sabe de eso; y mucho, el acervo histórico social tiene antecedentes de este tipo de movida, de versiones suspicaces, maliciosas, etc.. Cuando se creó FASIL 1, obligaron a enviar a la planta industrial toda la leche fluida que se vendía por las calles en tarros, transportados en jardineras a caballo. La resistencia a la obligatoriedad genero un tremendo alboroto; y, particularmente cuando se supo que el financiamiento de la industrializadora era fruto de un affaire de su dueño, fue sin cuartel. El sector más radicalizado, se decía que era un grupo muy piadoso, porque todos los días bautizaba su producción sin importar de dónde sacaba el agua bendita. Y se les acabo. La mayoría recuerda el affaire del Tata, pocos salteños recuerdan que la planta que impuso Fernández Ambrosoni dio por tierra con los índices de mortandad infantil en Salto con el consumo de leche pasteurizada a niveles del primer mundo. Eso es lo que permite una central que concentra, controla la inocuidad alimentaria, la trazabilidad, fija el precio cristalinamente y por añadidura, la seguridad del abasto, ojo, estamos hablando de industria láctea, no nos confundamos.
Emilio Gancedo
