La reactivación del ferrocarril fue uno de los anuncios más firmemente hechos por el presidente Mujica al asumir el gobierno nacional.
Ahora bien, pasado más de un año de gobierno este tema prácticamente no se ha movido. Ni siquiera se tiene aún una idea acabada de cuál sería el costo de esta reactivación.
Cuando Mujica prometió al Congreso de Intendentes “habrá ferrocarril”, seguramente no sabía, por ejemplo, que en la zona de Bella Unión han “desaparecido” los durmientes de madera dura en más de 3 km.
Esta situación, con algunos matices seguramente se encuentra a lo largo y ancho del país y no es de lo más oneroso, seguramente, pero suma para que la anunciada recuperación alcance cifras millonarias, muy difíciles de costear.
Mujica dio incluso que reclusos harían el trabajo de colocación de los durmientes.
En la mira del presidente esta la desmonopolización del transporte terrestres y la posibilidad de “aliviar” al menos las carreteras que sufren un deterioro constante con el transporte, sobre todo de madera.
Únicamente se conoce el proyecto de reactivación del tramo ferroviario entre Rivera y la localidad de Pintado, para el cual se espera obtener 55 millones de dólares del Fondo de Convergencia Estructural del MERCOSUR y unos 17,8 millones aportados por el Estado uruguayo.
Por el momento es una de las materias pendientes que tiene el presidente Mujica entre lo anunciado y lo realizado.
Es probable que entre los temas que están en discusión en estos momentos, figura este.
Reactivar el ferrocarril es un desafío muy grande.
En primer lugar de alguna manera significa echar mano a un monopolio, que es el transporte carretero, un filón suculento en cuanto a ingresos, debido a que toda la producción, ya sea forestal, agrícola, ganadera y demás debe sacarse del campo uruguayo y transportarse hasta el puerto de Montevideo o las industrias y hoy la única vía para hacerlo es la terrestre.
No ignoramos que existe también ocupación de mano de obra en el sector, pero un país serio y responsable está obligado a cuantificar cuando se gana y cuanto se pierde con esta situación. ¿Cuánto aporta el sector del transporte terrestre?. ¿Cuánto requiere en materia de costo de la infraestructura?. ¿Es o que más conviene al país?.
Esta problemática es la que tiene que afrontar y resolver, no sólo el presidente y el gobierno nacional, sino los uruguayos todos y seguramente que no es fácil.