Años atrás, cuando en la Liga Salteña de Fútbol ya se hablaba de reconsiderar los calendarios de los torneos, una idea ganó espacios y de la teoría se pasó a la práctica: la divisional «C» jugando en los últimos meses del año, a los efectos de no acumular un área más, sobre todo porque el número de jueces ya resultaba toda una complicación en sí mismo.Pero además, un aspecto que no era menor: todo el año tapizado de fútbol. Más o menos como este tiempo de hoy. En el 2021, la menor de las divisionales despuntó a su temporada en los últimos meses del año, partiendo el torneo, a tal punto que la recta final se jugó en enero de este 2022.Configuró una novedad saliente. En los dos planos básicos a la «C» no le fue mal: ni en lo deportivo ni en lo económico.

VOLVIENDO HACIA ATRÁS
La situación es real, porque en la Divisional «C» se resolvió el inicio del año deportivo el 24 de junio o 25 de junio. Seis meses para la conclusión del año. Es seguro que los representantes de los clubes tendrán razones, pero desde el sentido común no se entiende. O por lo menos cuesta interpretar la nueva realidad que se planteará. Porque además la «C» ES PARTE DE LA LIGA SALTEÑA DE FÚTBOL Y LO QUE DECIDA, IMPACTA IGUALMENTE EN LO GENERAL.No está sola. Eso es claro. Pero además plantea una cuestión de hecho: se prolonga LA AUSENCIA DE UN CRITERIO que englobe a todos, que contemple a todos, y que evite la superposición o saturación. La sensación es que la «C» se cortó sola en esta resolución, sin atender determinadas complicaciones que podrían generarse en ese futuro no tan lejano.Que en pleno invierno la «C» desande su camino, cabe preguntarse si no es definitivamente a contramano. Mientras, cabe preguntarse también, porque a principio de cada año no se arriba a un entendimiento-coherencia de fines que potencien a las tres divisionales.Los compases del diálogo en la Liga Salteña de Fútbol, suelen exponerse a la fractura misma. El ejercicio de la búsqueda en común, se transforma en cuesta arriba sin más trámite.A las pruebas hay que remitirse. Las pruebas plantean su propia e inalterable elocuencia. -ELEAZAR JOSÉ SILVA-