Alfonso Schroeder, salteño radicado en Europa, cubrió el histórico cónclave en Roma como corresponsal de Diario El Pueblo. Contador, emprendedor y rugbier, compartió su visión sobre el papel de la fe, el periodismo y el liderazgo en tiempos de cambio. Una experiencia espiritual y profesional única.
Soy Alfonso Schroeder, salteño del 87 — el mismo año que nacieron Suárez, Cavani (compañero de clase) y, como bromeo siempre, yo no elegí el fútbol, sino el rugby que practico desde los 7 años. Hoy sigo jugando, actualmente, en la primera liga alemana.
Soy el sexto de nueve hermanos y aprendí pronto que el deporte es una escuela de valores.
Soy contador, hice un máster en Argentina y un Executive MBA. Durante una década trabajé en el mundo de la energía, recorriendo plantas por toda América Latina y lidiando con gigantes como General Electric. Salí de Uruguay en 2012, volví en pandemia y después de una etapa en España, me instalé en Luxemburgo.
He emprendido, he perdido todo, volví a emprender 2 veces más y logré vender mis participaciones en mis empresas. Desde el 2018 trabajo con inteligencia artificial, por ejemplo, con drones.
Hoy trabajo con empresas de todo el mundo, en LinkedIn y desarrollo de mercados y vuelvo a emprender en Europa, sin perder la raíz: Salto siempre me acompaña.
VOCACIÓN POR COMUNICAR
Desde chico me gustó entrevistar. En La Paloma, mientras otros tomaban, yo sacaba una Sony y le hacía notas a las personas cuando ya estaban más sueltas. Esa pulsión de comunicar siempre está latente.
La cobertura del cónclave en Roma me encontró con ese fuego encendido. Fui corresponsal de Diario El Pueblo en un momento histórico. Grabé, entrevisté, observé. En Europa se habla mucho de “trabajar la marca personal”; en mi caso, estar ahí, ejerciendo esa función, confirmó este pensamiento.
La experiencia me recordó algo clave: fracasar es no intentarlo. En este camino emprendedor —y también comunicador—, aprendí que no hay que quedarse esperando a tener todo resuelto para salir al mundo. Hay que estar y tener responsabilidad.
Por eso acepté ser corresponsal. Y por eso creo en contar lo que pasa para despertar, actuar e inspirar.

UN MUNDIAL DONDE TODOS GANAN
Estaba entre las grandes cadenas globales capturando la emoción humana. La alegría era colectiva, no importaba quién saliera Papa. Había algo universal que se respiraba: unidad.
Fue un regalo de Dios poder estar en un hecho histórico que sin dudas cambiará la vida del mundo actual, … todo lo que has puesto … y, al final: el momento perfecto no existe.
Simplemente, hay que ir a la cancha (en este caso al Vaticano) y dar el 100% con el corazón y ganas de sacar lo mejor de cada conversación durante estos días en Roma.
Lo viví desde abajo. Fue como un mundial de fútbol, pero donde todos éramos ganadores, sin importar quién fuera Papa, éramos todos campeones del mundo, un verdadero entrenamiento espiritual y profesional. Junto con la multitud, con una cámara y un micrófono, no solo cubrí el evento, lo viví. Hablé con peregrinos, escuché conversaciones espontáneas y fui testigo de cómo la fe —y la esperanza— podían conectar a desconocidos de todo el mundo.
También me encontré con el cardenal Daniel Sturla, a quien conocí en 2020, cuando compartimos en Montevideo alimentando todas las noches a más 2.000 personas en situación de calle durante la pandemia. Ahí supe qué clase de líder es: presente en la política, en la fe y en la calle. Muy alineado con Francisco. Por eso fue nombrado cardenal.
Sobre León XIV, el nuevo Papa, confío en que seguirá esa misma línea de humildad y cercanía. La Iglesia necesita paz interna. Francisco la predicó con el ejemplo para despertar. León XIV tiene ahora esa tarea: inspirar desde el hacer. Y creo que puede lograrlo.
Agradezco a diario El Pueblo por la oportunidad y saludo a toda su comunidad del diario impreso y los canales digitales, con la esperanza del pronto reencuentro en otra cobertura. ¡Hasta la próxima!
Imagen: Ambas selfies de Alfonso Schroeder junto al cardenal Daniel Sturla