Más de un analista ha tratado de explicar si ¿son admisibles los cambios en la conducción de los ministerios y empresas públicas, que están funcionando correctamente?.
La pregunta es válida tras el alboroto que se ha planteado en filas del partido del gobierno nacional debido al relevo de dos ministros, Héctor Lescano en Turismo y Graciela Muslera en Vivienda y Ordenamiento Territorial, además de algún otro jerarca, recientemente adoptado por el Presidente de la República.
Quienes se oponen a estos cambios sorpresivos sostienen que no son admisibles cuando la conducción es aceptable y los resultados de dicha conducción son a todas luces satisfactorios, como es el caso de la conducción de Lescano al frente del Ministerio de Turismo.
En cambo quienes comparten los relevos adoptados por el Presidente de la República, son de la idea que habiendo más de una persona debidamente capacitada para el cargo y con los mismos méritos, no se justifica que se mantenga por más de un período de gobierno al mismo titular del cargo, aún cuando se trate de cargos técnicos.
En esta temática entendemos que hay varios aspectos a tener en cuenta. En primer lugar, no todas las áreas tienen la misma particularidad. Por ejemplo, en el área económica, creemos que cuando se logra una conducción acertada, firme y adecuada a los requerimientos del país, es conveniente mantener al menos un equipo que asegure el mantenimiento de la línea económica, un área sumamente sensible para cualquier gobierno.
No es obviamente lo mismo que otros ministerios, como puede ser el de turismo, en el que es poco lo que puede hacerse más allá de los esfuerzos adecuados para promocionar y difundir los atractivos que ofrece el país en la materia.
Por último, entendemos que cualquiera de los dos extremos tiene riesgos. La permanencia de las mismas personas al frente de un ministerio, por ejemplo, tiene el riesgo de anquilosarse, de caer en una rutina de acostumbramiento y perder la capacidad de captar en el momento adecuado las dificultades que aparecieran para enfrentar y superarlas.
En el extremo opuesto, el cambio frecuente de hombres al frente de un ministerio, obviamente requiere pagar un tiempo de adaptación del nuevo jerarca probablemente su equipo de conducción, que no siempre se descansa en los mismos hombres.
Es por esto que entendemos que más que el hecho de los cambios en sí, lo que ha irritado al gobierno y a la interna de su Partido, es la forma cómo se han hecho, dado que una filtración a los medios fue la que obligó a precipitar algo que se manejaba subrepticiamente.
La forma del relevo seguramente no fue la mejor y de allí el dramatismo que se le adjudica, aunque cambiar por cambiar, nunca ha sido bueno, el tiempo dirá si se ha tratado de esto o no.
Más de un analista ha tratado de explicar si ¿son admisibles los cambios en la conducción de los ministerios y empresas públicas, que están funcionando correctamente?.
La pregunta es válida tras el alboroto que se ha planteado en filas del partido del gobierno nacional debido al relevo de dos ministros, Héctor Lescano en Turismo y Graciela Muslera en Vivienda y Ordenamiento Territorial, además de algún otro jerarca, recientemente adoptado por el Presidente de la República.
Quienes se oponen a estos cambios sorpresivos sostienen que no son admisibles cuando la conducción es aceptable y los resultados de dicha conducción son a todas luces satisfactorios, como es el caso de la conducción de Lescano al frente del Ministerio de Turismo.
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En cambo quienes comparten los relevos adoptados por el Presidente de la República, son de la idea que habiendo más de una persona debidamente capacitada para el cargo y con los mismos méritos, no se justifica que se mantenga por más de un período de gobierno al mismo titular del cargo, aún cuando se trate de cargos técnicos.
En esta temática entendemos que hay varios aspectos a tener en cuenta. En primer lugar, no todas las áreas tienen la misma particularidad. Por ejemplo, en el área económica, creemos que cuando se logra una conducción acertada, firme y adecuada a los requerimientos del país, es conveniente mantener al menos un equipo que asegure el mantenimiento de la línea económica, un área sumamente sensible para cualquier gobierno.
No es obviamente lo mismo que otros ministerios, como puede ser el de turismo, en el que es poco lo que puede hacerse más allá de los esfuerzos adecuados para promocionar y difundir los atractivos que ofrece el país en la materia.
Por último, entendemos que cualquiera de los dos extremos tiene riesgos. La permanencia de las mismas personas al frente de un ministerio, por ejemplo, tiene el riesgo de anquilosarse, de caer en una rutina de acostumbramiento y perder la capacidad de captar en el momento adecuado las dificultades que aparecieran para enfrentar y superarlas.
En el extremo opuesto, el cambio frecuente de hombres al frente de un ministerio, obviamente requiere pagar un tiempo de adaptación del nuevo jerarca probablemente su equipo de conducción, que no siempre se descansa en los mismos hombres.
Es por esto que entendemos que más que el hecho de los cambios en sí, lo que ha irritado al gobierno y a la interna de su Partido, es la forma cómo se han hecho, dado que una filtración a los medios fue la que obligó a precipitar algo que se manejaba subrepticiamente.
La forma del relevo seguramente no fue la mejor y de allí el dramatismo que se le adjudica, aunque cambiar por cambiar, nunca ha sido bueno, el tiempo dirá si se ha tratado de esto o no.
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