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viernes, 4 de julio de 2025
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Cuando veas las barbas del vecino arder…

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Diario EL PUEBLO digital
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La Iglesia argentina a través de su conferencia de obispos acaba de hacer conocer un mensaje que ha causado una profunda polémica, «la Argentina está enferma de violencia» y la «corrupción es un cáncer social»,  señala el mensaje episcopal.
Rápidamente voceros del gobierno del vecino país salieron a aclarar que “Argentina no está enferma”.
Como la situación del vecino país no es muy diferente a la de nuestro país, salvando las diferencias propias de ser unas 13 veces más chicos en materia de población.
Los obispos emitieron una declaración titulada «Felices los que trabajan por la paz» en donde repasan el temor de la sociedad a los delincuentes, critican a la Justicia y repudian los linchamientos. «La cárcel ofrece pocos resultados», dicen.
La Iglesia advirtió que la Argentina está «enferma de violencia» y aseguró que «los hechos delictivos no solamente han aumentado en cantidad sino también en agresividad».
Con una mirada muy crítica de la violencia en la sociedad, del delito y del avance del narcotráfico, los obispos reclamaron celeridad a jueces y fiscales porque «la lentitud de la Justicia deteriora la confianza de los ciudadanos en su eficacia».
«Urge en la Argentina recuperar el compromiso con la verdad, en todas sus dimensiones. Sin ese paso estamos condenados al desencuentro y a una falsa apariencia de diálogo», consideraron.
Esta y otras afirmaciones están contenidas en el documento «Felices los que trabajan por la paz», que dio a conocer la Conferencia Episcopal Argentina, en el marco de su 107° asamblea plenaria reunida en Pilar.
Sostienen los obispos del vecino país que “la Argentina está enferma de violencia. Algunos de los síntomas son evidentes, otros más sutiles, pero de una forma o de otra todos nos sentimos afectados. Queremos detenernos a reflexionar sobre este drama porque creemos que el amor vence al odio y que nuestro pueblo anhela la paz”.
Añaden además que “son numerosas las formas de violencia que la sociedad padece a diario. Muchos viven con miedo al entrar o salir de casa, o temen dejarla sola, o están intranquilos esperando el regreso de los hijos de estudiar o trabajar. Los hechos delictivos no solamente han aumentado en cantidad sino también en agresividad. Una violencia cada vez más feroz y despiadada provoca lesiones graves y llega en muchos casos al homicidio. Es evidente la incidencia de la droga en algunas conductas violentas y en el descontrol de los que delinquen, en quienes se percibe escasa y casi nula valoración de la vida propia y ajena. La reiteración de estas situaciones alimenta en la población el enojo y la indignación, que de ninguna manera justifican respuestas de venganza o de la mal llamada «justicia por mano propia». La creciente ola de delitos ha ganado espacio en los diversos medios de comunicación, qué no siempre informan con objetividad y respeto a la privacidad y al dolor. Con frecuencia en nuestro país se promueve una dialéctica que alienta las divisiones y la agresividad.
Seguramente que cualquier lector avezado será capaz de reflexionar también sobre lo que pasa en el  Uruguay, donde salvando las diferencias, la situación es harto parecida.

La Iglesia argentina a través de su conferencia de obispos acaba de hacer conocer un mensaje que ha causado una profunda polémica, «la Argentina está enferma de violencia» y la «corrupción es un cáncer social»,  señala el mensaje episcopal.

Rápidamente voceros del gobierno del vecino país salieron a aclarar que “Argentina no está enferma”.

Como la situación del vecino país no es muy diferente a la de nuestro país, salvando las diferencias propias de ser unas 13 veces más chicos en materia de población.

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Los obispos emitieron una declaración titulada «Felices los que trabajan por la paz» en donde repasan el temor de la sociedad a los delincuentes, critican a la Justicia y repudian los linchamientos. «La cárcel ofrece pocos resultados», dicen.

La Iglesia advirtió que la Argentina está «enferma de violencia» y aseguró que «los hechos delictivos no solamente han aumentado en cantidad sino también en agresividad».

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Con una mirada muy crítica de la violencia en la sociedad, del delito y del avance del narcotráfico, los obispos reclamaron celeridad a jueces y fiscales porque «la lentitud de la Justicia deteriora la confianza de los ciudadanos en su eficacia».

«Urge en la Argentina recuperar el compromiso con la verdad, en todas sus dimensiones. Sin ese paso estamos condenados al desencuentro y a una falsa apariencia de diálogo», consideraron.

Esta y otras afirmaciones están contenidas en el documento «Felices los que trabajan por la paz», que dio a conocer la Conferencia Episcopal Argentina, en el marco de su 107° asamblea plenaria reunida en Pilar.

Sostienen los obispos del vecino país que “la Argentina está enferma de violencia. Algunos de los síntomas son evidentes, otros más sutiles, pero de una forma o de otra todos nos sentimos afectados. Queremos detenernos a reflexionar sobre este drama porque creemos que el amor vence al odio y que nuestro pueblo anhela la paz”.

Añaden además que “son numerosas las formas de violencia que la sociedad padece a diario. Muchos viven con miedo al entrar o salir de casa, o temen dejarla sola, o están intranquilos esperando el regreso de los hijos de estudiar o trabajar. Los hechos delictivos no solamente han aumentado en cantidad sino también en agresividad. Una violencia cada vez más feroz y despiadada provoca lesiones graves y llega en muchos casos al homicidio. Es evidente la incidencia de la droga en algunas conductas violentas y en el descontrol de los que delinquen, en quienes se percibe escasa y casi nula valoración de la vida propia y ajena. La reiteración de estas situaciones alimenta en la población el enojo y la indignación, que de ninguna manera justifican respuestas de venganza o de la mal llamada «justicia por mano propia». La creciente ola de delitos ha ganado espacio en los diversos medios de comunicación, qué no siempre informan con objetividad y respeto a la privacidad y al dolor. Con frecuencia en nuestro país se promueve una dialéctica que alienta las divisiones y la agresividad.

Seguramente que cualquier lector avezado será capaz de reflexionar también sobre lo que pasa en el  Uruguay, donde salvando las diferencias, la situación es harto parecida.

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