Julio Barcos, y Gladiador en el pecho. Campeón con Salto y ahora desde Estados Unidos a EL PUEBLO
A los 20 años dejó de jugar al fútbol. Lo hizo en Gladiador, y en la selección salteña Sub 18. Fue Campeón del Litoral y del Interior. Y aunque los botines se colgaron prematuramente, JULIO BARCOS prolonga el sentir por la de cuero y todo el vendaval de sensaciones que le produce, más allá de la distancia geográfica con respecto a Salto.
Casi 20 años en New Jersey, uno de los cincuenta estados que, junto con Washington D. C, conforman los Estados Unidos de América.
Su capital es Trenton y su ciudad más poblada, Newark.
Ubicado en la regiónNoreste del país, división Atlántico Medio, limitando al norte con el estado de Nueva York, al este con el océano Atlántico.
En esa New Jersey de los 8 millones de habitantes, ahí radica el tiempo de Julio y su familia. Cuando llega el domingo, la prole se junta para escuchar vía Internet, «al Gladiador que no se olvida.
Las palpitaciones nunca faltan por el cuadro del sentimiento.
Es el «Gladia» y es el Barrio Artigas. Cada corazón nuestro también anda por allá. Es el trofeo que uno tiene, que a la distancia como en el caso de EL PUEBLO, recuerden que estamos aquí, en un país donde el virus viene golpeando fuerte. El contagio de alguna manera se estabilizó en los últimos días. Casi 600 personas pierden la vida en Nueva York cada 24 horas.
Son los vecinos nuestros.
Por lo tanto bien sabemos lo que pasa. Las medidas de prevención se van extremando y si no se las cumple, el riesgo es concreto. Quedarnos en casa es defendernos. Casi una ley».
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DESDE EL COLAPSO A LAS ALERTAS
El apellido Barcos se liga a Gladiador, pero al cabo la familia fue incluyendo deportistas más allá del fútbol jugando, como en el caso de Carlos, por tantos años árbitro de la Liga Salteña y hoy radicado en Maldonado.
Desde New Jersey la voz de Julio, mezcla sensaciones, apuntes, entre aquel fútbol que vivió, el Salto de la añoranza y esta realidad que a ellos también azota.
«Hace 18 años que vivimos en Estados Unidos.
Por momentos donde estamos y Nueva York, es una cosa sola. Y podemos entonces asegurar que esto que vivimos sobrepasó a todo, no se compara ni con la caída de las torres gemelas.
Habrá un antes y un después de esto que nos sacude. Las alertas de las autoridades son permanentes y el hecho que haya colapsado el sistema de salud, da la pauta de lo que significa esta pesadilla. Porque es una pesadilla».
«NO HAY CONSUMO Y EL TRABAJO MERMA»
En aquella comarca norteamericana, no falta la colonia uruguaya. Y los salteños tampoco…¡faltaba más!…los mismos que suelen juntarse cuando juega Uruguay o cuando la circunstancia lo amerita.
Es entonces que los circuitos emocionales se patentan, por esa patria distante, inexorablemente lejana.
«Aquí el cierre de casas comerciales, abarca a la mayoría. Solo permanecen abiertas aquellas que expenden comida.
El trabajo ha mermado, porque no hay consumo. No son pocos los que han perdido la fuente laboral y el gobierno ampara en lo que puede. Es lógico suponer el impacto económico, aunque se trate de un país con reservas. Pero esto ha sido demasiado.
Soy de los que salgo a trabajar. Vuelvo y me encierro.
Los fines de semana entre cuatro paredes.
Nadie está preparado para una situación como esta, en la medida que además superó todos los límites.
Pocos autos en la calle, la desolación en los parques cerrados.
Como soy creyente no dejo de pensar que a esto que nos pasa, hay que dejarlo en manos de Dios»
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-