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En dos días “Volavérunt” (volaron) dos grandes referentes de la cultura uruguaya

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En cuarenta y ocho horas el Uruguay perdió a dos enormes figuras del teatro y de la cultura en general. El lunes 17 de agosto falleció Dahd Sfeir, actriz y cantante; el miércoles 19 falleció Antonio Larreta, dramaturgo, actor y director teatral, crítico y narrador.
Dadh Sfeir nació en Montevideo el 20 de julio de 1932. Los premios que recibió como actriz, tanto dentro como fuera del Uruguay, son innumerables. A modo de ejemplo, vale decir que en 1996 ganó el Premio “Helen Hayes” en Estados Unidos; en tanto en nuestro país obtuvo varios Florencios y recibió el Candelabro de Oro de la B’ Nai B’ Rith. Antonio “Taco” Larreta nació el 14 de diciembre de 1922, también en Montevideo. Entre los múltiples reconocimientos recibidos cabe mencionar: Florencio de Oro a la trayectoria, Iris de Oro de diario El País, condecoración “Gabriela Mistral” del gobierno de Chile.
La muerte de estos dos intelectuales, sumada a la de Carlos Maggi (historiador, novelista y también hombre de teatro), acaecida tres meses antes, habla de un 2015 como trágico año para una notable generación de intelectuales uruguayos.
“Volavérunt” o la aparición del Antonio Larreta narrador
Es habitual que a Antonio “Taco” Larreta se lo identifique como “hombre de teatro”. Y está bien, porque ya desde la década del 50 escribió obras teatrales (“Oficio de tinieblas”, 1954; “Juan Palmieri”, 1972; “Un enredo y un marqués”, 1963, etc.) y dirigió y actuó en más de setenta obras. También se dedicó al cine escribiendo guiones (valga decir, a modo de ejemplo, que escribió 29 de los 40 capítulos del “Curro Jiménez”) y como crítico, con páginas brillantes en distintos medios. Pero no debe olvidarse también que su aporte es muy valioso en el terreno de la narrativa, un ámbito en el que incursionó (al menos públicamente) recién cuando rondaba los sesenta años de edad, aunque dijo una vez: “Escribir una novela es una fantasía que nació en mi infancia”. Fue en 1980, cuando estando Larreta exiliado en España (según él por albergar tres meses en –
su casa a un subversivo), donde vivió casi veinte años, que llegó a nuestro país la noticia de que su novela “Volavérunt” había ganado el Premio Planeta, uno de los más importantes y mejor remunerados de la narrativa en lengua española. Aquí, en Uruguay, ‘pocos medios se hicieron eco de la noticia, pues la censura que vivían los medios en aquellos años indudablemente lo dificultaba.
El vocablo “volavérunt” es la tercera persona del plural del pretérito de indicativo de volare, volar: volaron. Voz latina que se usa para indicar que algo faltó del todo, voló, desapareció.
La novela de Larreta que lleva ese título es una novela histórica ambientada en el siglo XIX. Las dificultades para este género son sorteadas magistralmente por el autor. Al respecto, el crítico Heber Raviolo escribió: “Volavérunt es una obra que no ha sufrido el paso del tiempo. Tiene el mérito poco común –sobre todo en las novelas históricas- de combinar una firme y calculada estructura con una gran riqueza de estilo, un conocimiento detallado de la época con una capacidad de creación de personajes que no se agota en los tipos secundarios, sino que está presente también en los grandes protagonistas. Estos en ningún momento resultan acartonados, ni involuntariamente solemnes: también viven. Reyes, criados y cortesanos reflejan la misma autenticidad. El autor en ningún momento se convierte en un esclavo del dato, del detalle histórico sin importancia literaria o dramática y el relato no se torna nunca una aburrida clase más o menos elemental de historia, carente de vida y sustancia, como suele acontecer en muchas expresiones del género. Por el contrario, se lee con interés creciente, con total independencia de la posible inexactitud de algunos hechos referidos a sucesos o personajes. Existe por cuenta propia, es un mundo literario autónomo y funciona como tal, sin traicionar, no obstante, el espíritu de la época que refleja”.
La continuidad del narradorAntonio Larreta

Después de Volavérunt, la producción de obras narrativas de Antonio “Taco” Larreta se hizo intensa. Publicó: “A todo trapo. A propósito de Villanueva Saravia” (1999), “El jardín de invierno (2002), “El guante” (2002), “Ningún Max” (2004), “El sombrero chino” (2005) y “Hola, che” (2007). En definitiva, se trata de una figura en la cultura nacional, destacadísima “por su originalidad, su inspiración siempre renovada, asimiladora y sutil transformadora de las nuevas corrientes estéticas universales”, al decir de Sylvia Lago.

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