En la década del 70, los supermercados introdujeron a nivel masivo la bolsa de nylon como forma de envase rápido para pequeñas mercancías.
La comodidad, higiene, practicidad que representaba la nueva forma de envase fue ganando espacio rápidamente. Sin embargo debieron de pasar varios años para que su proliferación comenzara a preocupar.
Se comenzó a observar que las “bolsitas”, tan prácticas y “lindas”, no eran tan inofensivas como pensábamos. El gran tema era y es, que su absorción por parte de la naturaleza no es tan fácil.
Según los expertos, una bolsa de nylon común demora en descomponerse cerca de 100 años, dependiendo de la exposición a la luz ultravioleta y otros factores.
Hoy no sólo los ríos y mares, donde no se ven mucho, sino la tierra y hasta los árboles están siendo invadidos inexorablemente por las bolsas. En todos lados causan daño a la naturaleza, pero particularmente en los ríos y mares donde los peces las ingieren y se asfixian.
Por estos días en Montevideo, la comuna ha liderado una iniciativa que procura lograr la sustitución de las coquetas bolsitas por las tradicionales “chismosas”, bolsas de género utilizadas para el traslado de esta mercadería menor.
En otros lados, como el gran Buenos Aires, se están encaminando medidas más ambiciosas con el mismo propósito, apuntando a la erradicación de las bolsas de nylon.
Bonificaciones fiscales y créditos “blandos” se han instrumentado con este propósito.
En otros casos se hablas de sanciones, multas y similares.
Es que el plástico del que están hechas las bolsas es el componente de la basura que más aumentó en los últimos 35 años. En 1972, no representaba un porcentaje significativo (menos del 1 por ciento). En cambio, para 2006, un 13,75% de los residuos eran plásticos y la mayor parte correspondió a bolsas de polietileno, según datos de un estudio del Instituto de Ingeniería Sanitaria de la UBA y la Coordinación Ecológica Metropolitana Sociedad del Estado (Ceamse) y su erradicación ofrece innegables dificultades al ambiente.
Allí se busca alentar a aquellos comerciantes a que sustituyan el uso de embalajes o bolsas entregados con posterioridad a la venta, ya sean de polietileno, polipropileno y aquellos polímeros artificiales no biodegradables, por otras de materiales fácilmente degradables, a través de regímenes de promoción o incentivos, como líneas de créditos, subsidios, asistencia técnica, promoción o cualquier otra medida o acción que signifique un estímulo concreto para tal fin.
Hay que tener muy en cuenta, tanto allá, como acá, que este tema no tendrá arreglo mientras todos, comerciantes y consumidores no asumamos la importancia de eliminar las temibles bolsas de nylon.
La medida promovida en Montevideo puede ser poco, pero va en la medida correcta.
Poco, pero muy bueno
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