“La pobreza es la peor forma de violencia”. Esa frase, que hoy puede parecer una simple excusa de los que apoyan al gobierno de turno y de los que se dicen izquierdistas, aunque con sus prácticas y su forma de vida sean totalmente incoherentes, pertenece nada más y nada menos que a Mahatma Ghandi.
La pobreza es un problema estructural que tiene nuestra sociedad y que también, por supuesto, tiene el mundo. Es un mal que ha dejado la construcción social tal cual la conocemos y ha tenido mutaciones muy complejas en todo este tiempo que tenemos de vida, en el caso de Uruguay, desde que se ha conformado como país.
Entre los uruguayos hay mucha gente que dice que “es pobre el que quiere, porque trabajo hay”. Y ese pensamiento, esa frase, no es del todo correcta por varias razones. Primero porque trabajo estable, genuino y de calidad que pueda ofrecerse a un uruguayo que busque empleo por sí mismo, no es exactamente lo que está ocurriendo en el 90% de los casos actualmente. Solamente para algún sector especializado en determinados oficios o profesiones que puedan prestar un servicio adecuado a determinada industria como lo que ocurre con el caso software, donde no solo hay desempleo cero, sino que falta gente.
Pero el empleo es algo que dignifica a la persona, la hace sentir bien, no por lo que gana sino por la dignidad que ello implica, el sentimiento de tranquilidad y alegría al que conlleva que es algo casi místico. Aunque lamentablemente un empleo no está al alcance de la mano de cualquier persona que no tenga una preparación específica, y ahí es cuando entra el terreno del empleo genérico que no es el que abunda, precisamente.
Por un lado, porque hay varios factores que han llevado a que haya una disminución de la tasa de empleos. En Salto lo estamos viviendo a diario con empresas que cierran y mandan a sus trabajadores al seguro de paro, algo que viene aparejado de la falta de ventas que se da por la ausencia de poder de compra de las personas, lo que incluso está atado al nivel de endeudamiento interno que tiene la población, algo que se traduce en no tener un mango y no poder comprar ni un alfiler.
Todo eso lleva a que la gente viva pensando en cobrar el aguinaldo para poder darse un gusto, ese que mes a mes no puede darse porque el sueldo se le achica cada vez más, ya que está viendo pasar los números que le figuran en la planilla y lee detenidamente cómo las financieras o los bancos que le dieron un préstamo, que en su momento le sirvió para comprar lo que le faltaba o lo que tanto quería, se lo cobra en forma rigurosa. Y esa forma de vivir, es la que genera un problema que a la larga los empobrece, ya que no pueden tener lo que esa mente consumista y parte del sistema les pide, porque antes tienen que pagar lo que ya deben.
Entonces, ese empobrecimiento que vive hoy la llamada clase media, es el que está perturbando el mercado porque no hay ventas, hay desocupación y el drama social aumenta. Esto determina cierta percepción de las personas que se transforma en violencia y que muchas veces es manifestada en la propia casa, cuando la plata no alcanza y los problemas aumentan, lo que determina una conducta irascible dentro de la casa que la terminan absorbiendo los más pequeños y que la maduran, y la manifiestan de la forma a la que estamos asistiendo.
Si bien es apelar al facilismo, adjudicarle a una situación particular el problema creciente de la violencia en la sociedad, porque en realidad como ya lo he dicho, a mi juicio el tema es multicausal, hay un problema interno en el seno familiar que muchas veces pasa por el desamor a los hijos, la ausencia de los padres en la casa, la falta de uno de ellos de manera permanente, la carencia de un referente que aconseje, acompañe y contenga a los niños y adolescentes en la casa, más allá de los problemas de pobreza material que pueda tener cada hogar, son determinantes para que luego exista un individuo violento que exteriorice la misma en actos delictivos y hay múltiples ejemplos.
He visto en las cárceles a jóvenes que teniendo una madre que ha luchado siempre por sacarlos adelante, no ha podido brindarles objetos materiales que el mundo impone como excluyentes para participar de una sociedad que mide con la vara del “tanto tengo tanto valgo” y eso ha generado que algunos de esos muchachos que están vulnerables y desamparados sientan que “los están tentando”, como me lo han manifestado ellos mismos, y terminan haciendo lo que” ven en televisión”, tal como se lo dijeron a la justicia dos de los adolescentes que participaron del asalto a la Pizzería 2000, cuando les preguntaron qué se les dio por asaltar a los clientes del lugar.
Los problemas de la pobreza son múltiples, pero hay algo que no puede haber nunca, fuerza de voluntad para superar las adversidades más allá de que los problemas estén a la vuelta de la esquina y nos pongan la soga al cuello. Si todo queda como el otro día, cuando vi a una familia entera guareciéndose bajo la lluvia, y su única esperanza era la de seguir cuidando motos en esa esquina para sobrevivir de las dádivas que les dé alguien; la gente no va a superar sus problemas, la pobreza por sí misma se va a profundizar y va a aumentar esa brecha social que nos está dividiendo de forma tremenda.
La pobreza va a de la mano de la violencia eso sin dudas, pero también la hay en los otros estratos sociales, aunque de manera distinta. En esa pobreza no entran las instituciones, no llega el Mides, el BPS ni ningún otro organismo estatal o sindicato. Tampoco el Estado podrá hacer algo más de lo poco que ya hace, porque su largo brazo no llega al seno de las familias que más lo necesitan, ya que chocan contra sus frías normas. No van a ver a un rico o a una persona de clase media acomodada asaltando un supermercado o robando una cartera, pero sí evadiendo impuestos o gastando dineros públicos de una forma abusiva.
El tema es que como sociedad nos falta una gran autocrítica y tenemos que dejar de ver la paja en el ojo ajeno, solamente así, podremos empezar a sacar la cabeza para afuera y pensar mejor, sobre qué sociedad queremos para hoy, no para mañana, porque con estos problemas que tenemos hoy, a la sociedad del mañana ya la vemos venir. HUGO LEMOS
Pobreza y violencia van de la mano
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