El tribunal internacional reconoció que Uruguay incumplió el Tratado del Río Uruguay al no avisar a la Argentina antes de autorizar las papeleras. Pero sostuvo que la Argentina no pudo demostrar que las plantas contaminen, que Uruguay no incumplió «obligaciones de fondo» y que, por eso, «no hay motivo para ordenar el cese».
La Corte Internacional de Justicia dictaminó que «no hay motivos» para ordenar el cese del funcionamiento de la planta que Botnia tiene en la localidad uruguaya de Fray Bentos. Lo hizo en un extenso fallo que sólo tuvo un triunfo moral para la Argentina pero sin efectos prácticos: el tribunal reconoció que Uruguay violó el Tratado del Río Uruguay por autorizar la construcción de las pasteras sin acordar previamente con la Argentina, pero también evaluó que esa violación fue a una «obligación protocolar» y que no hubo incumplimiento de «obligaciones de fondo» y que Buenos Aires no pudo demostrar que la planta de Botnia contamine.
HOMENAJE A
GROSS ESPIELL
El extenso fallo fue leído en francés, durante más de dos horas, por el eslovaco Peter Tomka, a cargo de la presidencia del Tribunal. Apenas iniciada la lectura, y después de pedir un minuto de silencio en memoria del jurista uruguayo Héctor Gross Espiell, fallecido el año pasado y que fue uno de los representantes de Montevideo ante el Tribunal, Tomka reconoció que para el diferendo era aplicable el Tratado del Río Uruguay y que la Corte era el ámbito para dirimir la controversia.
El primer revés para la postura argentina llegó en el primer tramo del fallo –del que no se leyó la introducción ni la parte que resume el caso-. Allí la Corte dictaminó q ue «no es el ámbito de aplicación» de las demandas que formuló Buenos Aires contra Uruguay por la presunta contaminación «sonora y visual», los «malos olores» y el impacto de la papelera sobre el turismo.
Pero en un segundo tramo, la Corte dictaminó que Montevideo violó el Tratado del Río Uruguay por no realizar las consultas previas con la Argentina para la autorización de la construcción de las plantas. Esa era la principal demanda de Buenos Aires. Y en ese marco, el tribunal evaluó que Uruguay también desconoció los mecanismos de cooperación previstos por el Tratado del Río Uruguay y señaló incluso que no debería haber avanzado con la construcción de las papeleras una vez que la Argentina había aceptado la creación de la Comisión de evaluación.
APROVECHAMIENTO
RACIONAL
Hubo un punto del Tratado del Río Uruguay al que la Corte prestó especial atención: el que habla del «aprovechamiento racional» del río, para el que, analizó, deberían tenerse en cuenta tanto la protección del mismo como el desarrollo económico de las localidades ribereñas.
En ese marco, y pese a reconocer el incumplimiento de un «aspecto protocolar» del Tratado por parte de Uruguay, el tribunal concluyó que la Argentina no ha logrado demostrar que el funcionamiento de las pasteras sea contaminante.
La Corte también desestimó las quejas sobre la presunta falta de evaluación de otros posibles emplazamientos para las papeleras, otras violación del Tratado que la Argentina le endilgaba a Montevideo. Y evaluó, además, que Uruguay realizó actividades para conservar las poblaciones tanto en su territorio como en la Argentina y que tampoco hay pruebas de que la papelera no utilice las mejores técnicas disponibles.
Con ese argumento, el tribunal internacional concluyó que Uruguay no violó «obligaciones de fondo» del Tratado y que por eso «no hay motivos para ordenar el cese» o la relocalización de Botnia.
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Indignación e incertidumbre en
Gualeguaychú por la sentencia
«La lucha sigue más que nunca», advierten los vecinos; los manifestantes cortan la ruta 136 desde fines de 2006; se espera la decisión de la Asamblea Ambiental.
Tras unos minutos de evaluación, los vecinos de Gualeguaychú estallaron indignados por la resolución que tomó el tribunal de La Haya. Asimismo, hay incertidumbre sobre la decisión que tomará la Asamblea Ambiental.
«Basta de mansedumbre, se terminó la bondad y la educación», dijo una de las manifestantes, que adelantó que «la lucha recién comienza».
Uno a uno, los ambientalistas denuncian ante los medios su rechazo: «La lucha sigue más que nunca», dijo otro de los manifestantes, que hace tres años y medio se pusieron al frente de las protestas contra la instalación de Botnia en Fray Bentos.
La espera comenzó desde temprano y pese a las pesadas nubes que parecían confirmar el pronóstico de lluvias, los ambientalistas se prepararon para escuchar la sentencia de la Corte Internacional de La Haya.
Arroyo Verde, el punto donde la ruta 136 está cortada desde noviembre de 2006, fue el lugar de la cita. Desde allí siguen en directo y en pantallas gigantes la transmisión de la lectura del fallo.
La Corte de La Haya resolvió la denuncia que la Argentina presentó contra Uruguay en 2006 por la violación del tratado del río Uruguay que ambos países firmaron en 1975. El Estado argentino alegó tres violaciones: una autorización unilateral para la instalación de la planta de celulosa de la firma finlandesa Botnia en Fray Bentos; otra para el caso de la empresa española ENCE (luego desistió de hacerla), también sobre el limítrofe río Uruguay y, por último, la habilitación para construir un puerto para facilitar operaciones. El tribunal no se expidió sobre la legalidad o la continuidad del bloqueo en Gualeguaychú.
El asambleísta José Pouler había anticipado que una eventual resolución que no ordene el traslado o desmantelamiento de Botnia «no implicaría una derrota», pero admitió que «sería sumamente positivo» que se confirmara la violación del Tratado del Río Uruguay.
«Hay una gran expectativa y ansiedad importante en la comunidad. Va a ser un día trascendental en esta lucha, en este reclamo pacífico que llevan adelante nuestros vecinos desde hace siete años, y se espera con mucho optimismo»,fueron las palabras del intendente local Juan José Bahillo.