El pasado miércoles se cumplió un año más del nacimiento de Florencio Sánchez (Montevideo, 17 de enero de 1875 – Milán, 7 de noviembre de 1910). Vivió solo 35 años y escribió más de 20 obras para teatro. Ese es el motivo quizás, de los altibajos en su nivel, escribió mucho, y en esa abundancia hay de todo. Se cuenta que a veces, estaba terminando de escribir una obra al mismo tiempo que le golpeaba la puerta el director de alguna compañía, que esperaba el texto (por el que le pagaba) para empezar a ensayarlo. Muestra evidente que Florencio escribió apremiado por el tiempo y la necesidad. Felizmente, entre tanta heterogeneidad, hay piezas muy buenas: «Barranca abajo», «M´hijo el dotor», «El desalojo», «En familia»…
El destino le jugó en contra (Por el Prof. José Luis Guarino)
«Florencio Sánchez no es una figura de primera magnitud en el género dramático, si bien pasó por su momento de gloria y euforia en la región rioplatense, en los últimos años de su vida y unos cuantos después de su muerte. Nos parece exagerada la comparación con Eugenio O’Neill, al cual, puede ser que Sánchez se haya acercado en los puntos culminantes de su teatro («Barranca abajo», «En familia»), pero no en el nivel sostenido de las también numerosas piezas escritas por el norteamericano. Sus dramas, comedias y sainetes, fueron estrenados y representados con mucho éxito en estas latitudes durante algunas décadas.
Pero la vigencia de su obra, ha pagado tributo al paso del tiempo, que al llevarse algunas o muchas de las características propias de la época en que esas obras surgieron, ha quitado a estas algo o mucho de su vitalidad. Desde este punto de vista, se impone una reinterpretación de todo su teatro, dejando de lado las condiciones geográficas, socioeconómicas y culturales que lo motivaron. Entonces sí, nos queda aquello que da valor permanente, lo que universaliza a un tema o a un personaje, más allá del contexto que les dio origen. Es probable, que Florencio Sánchez fuera en camino de convertirse en un gran dramaturgo. Pero el destino le jugó en contra. Murió a los 35 años a poco de llegar a un continente europeo donde pensaba hacerse conocer, y donde seguramente hubiera encontrado muchos elementos provechosos para la maduración de su genio de escritor».
El periodista y el político (Por el Prof. Walter Rela)
“En 1894 fue repórter de “El siglo” y “La Razón”. Participó en 1897 en la revolución del Partido Nacional enrolándose en el batallón “Patria”. En 1898 dirige el periódico nacionalista “El teléfono”. Viaja a Rosario de Santa Fe para hacerse cargo de la secretaría del diario “La República”, donde permanece hasta 1899. Se instala en Buenos Aires compartiendo tareas de periodista y vida bohemia con escritores porteños. En 1900, en el semanario “El sol” publica las tres “Cartas de un flojo”, que marcan una ruptura con el tradicionalismo político uruguayo y su adhesión a los grupos intelectuales libertarios rioplatenses. Desde 1901 se vincula con las actividades sociales del Centro Internacional de Estudios Sociales, ateneo popular donde estrena tres primeros ensayos: “Puertas adentro”, “Pilletes” y “Canillita”.
Después de la frustrada representación de “La gente honesta” (junio de 1902), vuelve a Buenos Aires donde escribe un artículo de las actividades del caudillo riograndense Joao Francisco, que aparece en los “Archivos de Psicología y Criminología” en mayo de 1903, con el título de “El caudillaje criminal en Sud América”. Dedicado plenamente a la actividad teatral, desde agosto de 1903 (“M’hijo el dotor”) hasta mayo de 1909 (“Un buen negocio”) estrena en los escenarios rioplatenses un total de dieciocho obras.
El 22 de setiembre de 1909, el Presidente de la República Dr. Claudio Williman, lo designa Comisionado Oficial con la misión de “informar sobre la concurrencia de la República a la Exposición artística de Roma”. El 25 embarca en el puerto de Buenos Aires a bordo del “Príncipe de Udine” con destino a Génova, adonde llega el 13 de octubre.
Con la salud muy resentida como consecuencia del recrudecimiento de una antigua afección (tuberculosis), realiza breves viajes por algunas ciudades italianas. En enero de 1910 llega a Niza. En febrero regresa a Milán, donde se encuentra con José Batlle y Ordóñez. El 2 de noviembre se interna en un hospital de la ciudad de Milán (”Fate bene Fratelli”), donde fallece el día 7. Enterrado en el cementerio local, sus restos son exhumados el 2 de diciembre de 1920 y trasladados al Uruguay en el “Principessa Mafalda”, que llega al puerto de Montevideo el 21 de enero de 1921. Se decretan honores oficiales y se inhuman definitivamente al día siguiente en el Cementerio Central”.
SU TESTAMENTO
«Si yo muero, cosa difícil, dado mi amor a la vida, muero porque he resuelto morir. La única dificultad que no he sabido vencer en mi vida, ha sido la de vivir. Por lo demás, si algo puede la voluntad de quien no ha podido tenerla, dispongo: primero, que no haya entierro; segundo, que no haya luto; tercero, que mi cadáver sea llevado sin ruido y con olor a la Asistencia Pública, y de allí a la Morgue. Será para mí un honor único que un estudiante de medicina fundara su saber provechoso para la humanidad en la disección cualquiera de mis músculos».