José Manuel Lorca trabaja en el servicio municipal de Lorca (Murcia, España), la localidad más afectada por los recientes terremotos. Cuando la tierra comenzó a temblar salió corriendo de su casa, en el barrio de la Viña. Oyó un tremendo estruendo y se acercó. Un edificio de la cercana calle de Infante Juan Manuel acababa de desplomarse. Ayudado por cinco vecinos más y unos policías municipales, Juan Manuel se puso a excavar entre los escombros hasta que encontraron el cadáver de la mujer. Debajo de ella, dos niños seguían con vida.
Los niños, de uno y tres años, fueron trasladados al hospital en una ambulancia, recuerda José Manuel ya de madrugada en un barrio con las aceras llenas de cascotes. La mujer es una de las ocho víctimas mortales que se computan hasta ahora.
Fue la noticia más impactante que leímos en relación al terremoto, el que dejó cientos de heridos y al menos nueves muertos.
Quizás nada mejor para entender el papel de madre que esta muestra de heroísmo.
Ella llevó hasta el límite mismo de sus posibilidades lo que podía hacer para conservar la vida de sus hijos, para darle al menos una remotísima posibilidad de que se salvaran y no le importó pe4rder su vida.
¡Vaya si merece nuestra admiración!
Probablemente la mayoría de las madres, puestas en el mismo lugar y la misma situación tendrían esa misma actitud.
Una madre dispuesta a defender la vida de sus hijos al costo de la suya propia, es la más genuina demostración del rol de madre. Se nos podrá decir que aún por instinto, por naturaleza, en la vida animal encontramos este tipo de actitud que va casi con la concepción de la vida misma.
Sin embargo, no siempre es así.
Se nos ha inculcado que el periodista debe ser “aséptico” en cuanto a sentimientos. No debe involucrarse ni dejar que éstos le traicionen al momento de trasmitir la información. Pero no somos de plástico, no entenderemos jamás, como puede pretenderse que esto no afecte a un ser humano normal.
La profesión exige informar y trasmitir con claridad y precisión, pero en lo personal nunca dejaremos de sentirnos afectados por estas lecciones de heroicidad, que nos muestran que quienes más aprecian la vida, llegado el momento no vacilan en ofrendar la suya propia cuando la de sus hijos está en peligro.
¡Ojalá aprendamos de estas lecciones de grandeza!
Alberto Rodríguez Díaz.