Con una rica historia laboral en su entrega a la medicina, el Dr. Eduardo Preve cuenta con una historia mucho más rica aún.

La de una familia numerosa, conformada por su esposa, hijos y nietos, con los que mantiene unión, respeto y sobre todo, mucho afecto.
El solo hecho de verlo hablar de sus nietos, es observar unos ojos colmados de alegría y entusiasmo.
Parte de lo que siente, lo ha volcado aquí, en nuestro suplemento Día del Abuelo:
¿Dónde nació?
En Sanatorio Uruguay.
Vivíamos en ese entonces en calle Artigas.
¿Qué recuerdos guarda de esa casa?
Estuvimos allí, hasta que cumplí los 2 años, motivo por el cual no guardo muchos recuerdos.
Sí, de donde luego nos mudamos en calle Larrañaga y estuve hasta las 9 años.
Luego me fui a vivir a calle Cerrito, hoy Bortagaray, donde dos casas de por medio por la vereda de enfrente, vivía mi abuela.
Y a los once, nos mudamos a calle 8 de Octubre.
Tengo anécdotas muy divertidas de cuando estábamos en calle Larrañaga.
Donde está hoy la Escuela Nº 1, llegaba siempre un Circo y mi padre temeroso, cerraba el portón, para que los leones no se fueran a escapar y comer a sus nenes (sonríe).
¿Hacia rezongar mucho?
Era muy manso, muy tranquilo. Tanto, que mamá a veces se ofuscaba conmigo.
Un día con 7 años, andaba yo en bicicleta dando vueltas manzana y por Artigas, venía caminando un muchacho de unos 13 años, vendiendo loritos, con una cantidad de jaulas.
Me dice: ¿te animas a prestarme la bicicleta y me cuidas los loritos? Y yo quedé sentado, cuidándolos.
Demoraba tanto, que fui hasta casa y le conté a mamá. ¡Salió corriendo para ver si lo encontraba!
Al rato apareció el muchacho, me trajo la bicicleta y a mamá le costaba creer que había vuelto (sonríe).
Era muy ingenuo yo.
Tenía un compañero de clase en la Escuela 4, mayor que yo que hacía boxeo. Estaba muy atrasado y muchas cosas, no sabía, entonces yo le hacía los dibujos, redacciones y demás y el era mi guarda espaldas (sonríe).
Cuando me fajaban en la escuela, el me defendía (sonríe). Todavía lo sigo viendo.
¿Se le hizo difícil estudiar?
Tenía un ejemplo en casa.
Papá era médico y el de mamá también, entonces ella se había empeñado en que yo tenía que estudiar medicina.
Pero tenía facilidad para aprender.
Luego me case en el ´69 y me recibí el 1º de febrero del ´72.
¿Cómo está compuesta su familia?
Por mi esposa Celia Cocco, Mis hijas Magdalena, Eduardo, Lucía, Francisco y Federico.
Y cuento con ocho nietos: Nicolás, Federica, Juana, Felipe, Valentín, Camila, Juan Francisco y María Joaquina.
¿Qué ha significado la llegada de los nietos?
Es algo muy diferente a los hijos.
Con los nietos uno se ablanda, se vuelve menos exigente y más consentidor.
Interesa menos educarlos, sino darles valores afectivos, sociales.
Que uno a los hijos se lo da en el convivir, pero con los nietos la relación es mucho mas afectuosa.
¡Es hermosa!
¿Por qué cree es más exigente con los hijos?
Porque le xigimos normas morales y sociales, imponiéndoles una obligación de vivir de determinada manera.
Con los nietos, somos más consentidores.
¡Que se encarguen de eso los padres!
La relación es más auténtica.
¿Con que disfruta con ellos?
Es diferente con cada uno, ya que están algunos en Montevideo, viéndolos en forma esporádica.
Con el mayor, hay una relación muy rica.
Tanto es así de mal enseñado mío, que yo tenía un BMW que no usaba y cuando cumplió los 18 años, se lo mandé.
Ellos viven en Montevideo en la actualidad y los veía mucho más seguido, cuando estaba ejerciendo la presidencia de La Sociedad Neurología de la Sociedad de Neurofisiología y también cuando fuí integrante de la Comisión de la Sociedad de Sueño, concurría a esas reuniones gremiales.
Y con los que están acá, siempre que podemos nos reunimos los domingos. Haciendo un asado y probando el vino, ya que estoy en casa y puedo.
¿De qué se siente orgulloso?
De tener la conciencia tranquila. Siempre intenté vivir mi vida de manera coherente con lo que pensé.
De lo divinos que son mis nietos.
De los logros de mis hijos, recibiéndose de lo que eligieron porque les gustaba.
El único no recibido es Eduardito, que en la actualidad es Director de Subrayado, pero es su vocación.
¿Qué planes tiene en mente con sus nietos?
Organizamos un viaje a Punta Cana con toda la familia. Va a ser una manera de convivir durante nueve días, e inolvidable.
Además de una experiencia que hasta ahora nunca la tuve.
¿Está ansioso?
Un poco nervioso.
Tengo un barco, que siempre me puso muy nervioso cuando salgo con los gurises, mis nietos.
Lo veo como mucha responsabilidad y no me deja disfrutar como debería.
¡Porque son momentos lindos de la vida con ellos!
¿Es creyente?
No. Soy ateo.
Tengo mucha vinculación con personas allegadas a la Iglesia, los aprecio y los respeto.
Lo mismo a la figura de Jesús, porque vivió su vida por los demás.
¿Qué desea para el futuro de sus nietos?
Que puedan llegar a ser felices y disfrutar de la vida como ellos quieran.
Que no tengan que vivir frustrados, temerosos, o colonizados por una situación de vida creada por necesidad.
Que puedan disfrutar de todo honestamente y que digan: «estoy en paz con la vida».
Que lo que hagan, lo hagan con gusto y felicidad.
Que en definitiva, es lo único que importa.