Con Renée Pilar Coelho. Abuela Misionera. Residente de SOL
Presentar a Pilar, es algo que apenas vamos a saber hacer.
Porque se trata de una positiva abuela Misionera que transita por el mundo, dejando a cada ser humano que cuenta con el placer de conocerla, el mejor y más lindo mensaje de Dios a su paso.
Pilar es de origen brasilero y le hace honor en su dialecto, comunicada además por medio de su celular, con alrededor de cincuenta personas en forma diaria.
Supo ser buena ama de casa, con muy buen gusto por la cocina.
Con sus casi 87 años, se encuentra espléndida y lo primero que nos menciona es que se encuentra feliz disfrutando sus días en Residencial SOL:

“Estoy muy bien aquí. Soy de una cuarta generación de brasileros, cumplo el 12 de octubre 87 años y me encanta mencionarlo, porque los tengo muy bien llevados”, nos dice. “Soy muy coqueta”.
¿Cómo festejan en Residencial SOL los cumpleaños?
Es muy lindo.
Cada uno de los abuelos tiene su torta, acompañado de saladitos, y refrescos.Ha sido siempre en compañía de nuestros familiares, pero ahora lo hacemos entre nosotros los abuelos, y la pasamos bárbaro, porque somos en SOL, una gran y afectuosa familia.
Si nos remontamos a años anteriores ¿Que recuerdos guarda de su niñez?
Desde los 5 años.

Concurría a la Escuela N° 12 en Rivera. Muy linda y grande, toda una manzana.
¿Los juegos que desarrollaban, era diferentes a los que hoy comparten los más chiquitos?
Si, muy diferentes y más lindos que los actuales.
A mí me gustaba la pachanga, saltar a la cuerda, jugar a la bolita, al yo-yo, al hula – hula…
En esa época, estaba muy presente el respeto.
Con una “torcida” de ojos de mi madre, ya sabíamos quedar quietitos.
Sentarnos a la mesa y esperar a que estuvieran todos los mayores, para comenzar a comer. Al llegar visitas, nos servían el café y nos mandaban al apartamento de arriba, con el fin de que no molestáramos si deseaban hablar.
Fui criada con la familia Rumiche Messenger, ya que mi mamá no me pudo criar.
Pero yo la quería mucho a mi mamá de todas formas, ya que la conocí luego, venía muy seguido a verme.
¿Era de armar berrinches de chiquita?
Si, tenía un carácter fuerte y no me gustaba que me mintieran.
Me gusta que me miren a los ojos cuando me hablan.
Y soy muy positiva, aunque estoy en una silla de ruedas y con otros problemas.
¿Cómo transcurrió su adolescencia?
Bárbaro, muy cuidada por mi familia.
¿Cuándo conoció a su esposo?
Había cumplido los 17 años.
Daban una película de Jorge Negrete y una señora amiga le pidió a mi madre, llevarme al cine.
En la fila de atrás, había un grupito de muchachos y oí decir: “mira que linda chica”.
Al rato, se acerca uno de ellos y muy respetuosamente, me preguntó si el banco estaba ocupado. Se sentó y allí comenzó mi historia con Carlos Zelmar Cancela de la localidad de Mataojo. Quien luego fue mi esposo y con el cual compartimos más de cincuenta años de amor. Hace 17 que falleció.
Fueron tres meses de novios, nos comprometimos y a los tres meses nos casamos. Él se instaló con su negocio, que se llamaba Comercio Cancela.
¿Lo ayudó siempre?
Sí, siendo cajera. El tenía un negocio de ventas y alquileres de propiedades, llevaba libros en la parte contable.
Pero además, siempre me gustó la cocina. Como cocer, peinar, cortar el cabello…
Hacer arreglos para novias y vestidos.
¿Cómo es la experiencia de la llegada de su primer hijo?
A los nueve meses de casarme.
Fue una experiencia única la llegada de mi único hijo adorado Carlos Jesús, que hoy tiene 66 años y vale oro. Está casado hace más de cuarenta años, con una persona muy buena que es Gaby.
¿Qué recuerdos importantes guarda de su hijo?
Desde muy chiquito, lo llevé a la Asociación Cristiana de Jóvenes.
Estudiaba dibujo y acordeón. Concurría a la escuela y luego al liceo, para luego recibirse de Contador Público y trabajar en empresas de renombre en Salto.
Guardo los mejores recuerdos de un hijo criado entre el amor.
Con ejemplos del padre, que fueron excelentes.
¿Cuántos nietos tiene?
Dos. Angelina que vive en Estados Unidos y Alejandro, que vive en Buenos Aires.
¿Cómo es su llegada a SOL?
Hermosa.
Siempre tuve en mente, que cuando yo fuera grande, mis hijos no fueran mis padres.
Que bien pudieran vivir la vida hermosa que viví yo.
Al quedar sola, me fui a vivir con mi hermana, que con el tiempo formó su pareja. No quería molestar, entendiendo que el momento de buscar mi lugar, había llegado.
Asi comencé a recorrer hogares residenciales, escondido de mi hijo para ver cuál iba a elegir, y SOL me conquistó al instante.
Lo que me ofrecía, era atractivo para mí.
Fué la mejor opción que tomé.
Me siento en SOL, como en mi propia casa.
SOL es mi casa y se brinda entero para mí.
Su personal es impecable y los quiero mucho.
¿Cuánto hace que llegó?
Cuatro años.
¿Cuál es su religión?
Fui elegida Misionera, desde que el evangelio me salvó la vida.
Padecía una enfermedad, con la que me habían diagnosticado unos días de vida.
Luego sufrí otro quebranto de salud al operarme y perdí parte de mi pierna.
Que no me hace ningún problema, porque me siento muy cuidada en mi silla de ruedas.
He viajado mucho predicando.
¿Cuál es la asignatura pendiente con sus nietos?
Acercarles la palabra de Dios.
Le mando todos los días la oración con muchas flores, para que Dios les de paz y tranquilidad.
Y decirles, que estaría bueno que comprendan la situación que estamos atravesando hoy.
Que se entienda y se reconozca que hay un Dios Todopoderoso.
Yo soy tan bendecida por él, con todo lo que tengo hoy… que no puedo pedir más.
¿Qué mensaje les deja a los abuelitos en su día?
Para todos los abuelos donde estén, que traten de ver, que mientras Dios nos regale un día más de vida, debemos ser agradecidos.
Es una felicidad llegar a abuelo. Y que no se entreguen, porque si no, los años nos llevan, y somos nosotros los que llevamos los años. Yo estoy a mi gusto como abuela aquí en SOL y disfrutando.
