A quien llega a Belén, como a tantos otros pueblos pequeños a lo largo y ancho del país, lo primero que le da la bienvenida es la tranquilidad. Una plaza casi desierta, un puñado de niños rumbo a la Escuela 6, un grupo de adolescentes que vienen saliendo de clases de UTU, una costanera con envidiable vista y una calma inmensa que envuelve todo. Por allá, más lejos, en una casa, está «El Cuervo». Ese apodo tuvo mientras fue policía, en Montevideo, y le quedó para siempre. Sostiene que «todo policía tiene un apodo» y que «si vas a Montevideo y preguntás por Ramón Silva, capaz nadie sabe decirte nada, pero si decís El Cuervo o El Cuervito de Radio Patrulla, enseguida te van a hablar de mí».
Ramón disfruta de Belén, aunque Belén (al menos nos quedamos con esa sensación) todavía no está disfrutando de él. Belén lo ve aún como un visitante del que no se sabe mucho, cuando en realidad es un hijo de esa tierra que, tras muchos años lejos, ha decido volver…Y casi con seguridad, para quedarse definitivamente.
Pero no volvió siendo el mismo. Aquel muchacho nacido en abril de 1959 («las famosas crecientes de ese año… Dio paso el Arapey, mi madre pasó a tener familia y volvió, después el río creció por dos meses») y que se fue a los 20 años persiguiendo vaya a saber qué enigmáticos sueños, volvió ahora con la memoria y el corazón llenos de las más increíbles historias policiales, de las que no fue un mero testigo sino protagonista con todas las letras.
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Cuando alguien tiene mucho que contar, suele decirse «como para escribir un libro». Pues bien, resulta que Ramón, o El Cuervo Silva, solo en Radio Patrulla (sin contar las otras áreas donde también estuvo al servicio) cuenta con alrededor de 800 procedimientos en los que participó. Algunos en horario de servicio y otros mientras desempeñaba otros trabajos, sobre todo como repartidor. Y efectivamente, de esos 800, una selección de 18, hoy constituyen un libro, que se llama «Noches azules» ( lo distribuye Casa Aventureros, Mdeo. – 098 121 292) y que fue presentado en el salón de actos del Palacio Legislativo el 17 de setiembre de este año. Poco se supo en Salto de ese acontecimiento. Y en Belén puntualmente tampoco. Ramón estuvo, en el entorno de esos días, en los más conocidos programas de televisión de la capital: con Sergio Gorzi en Buscadores, con Luis Carballo en Algo contigo, entre varios más, además de varios programas radiales, como el de Pablo Fabregat y otros. Es más, cuenta que mientras caminaba por 18 de Julio, más de una persona lo detuvo para decirle: «Usted es el policía que escribió un libro… Lo vi en la tele». Paradójicamente, en Belén tuvieron que pasar varios días para que recién, una sola persona («el carnicero de acá») le dijera asombrado: ¿Usted escribió un libro?
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Cuando en el año 79 se va a Montevideo, los objetivos eran estudiar Agronomía y trabajar. Aunque más trabajar que estudiar, reconoce con una sonrisa pícara. No se le pasaba por la cabeza ser policía: «No, la verdad que no pensaba ser policía, no me gustaba, te diría que era reacio a eso, pero de a poco me fue gustando y terminé siendo un fanático…».
“El Cuervo” por momentos se levanta y camina. Y se le nota al caminar cierta dificultad para coordinar los pasos en algunos momentos. Entonces surge el relato de uno de los hechos que más marcaron su vida. Un relato que por supuesto está contenido en las páginas de «Noches azules». Sucede que lo balearon en la cadera, perdió sensibilidad en las piernas y a raíz de ello lo jubilaron, tenía casi 30 años de trabajo. Silva tiene en las piernas el 72 % de sensibilidad y el plomo todavía incrustado en la cadera. «Pero mire que el que me baleó no se la llevó de arriba» , dice y guarda silencio como esperando que se le pregunte cómo es eso, pero lo cuenta de inmediato: mató al delincuente. En realidad, lamentablemente (porque «el disparo tiene que ser el último recurso y tiene que ser a conciencia»), a lo largo de su carrera policial, baleó y mató a más de un delincuente.
¿Cómo queda psicológicamente una persona a la que le ha tocado matar a otras? Difícil responder. Lo cierto es que Ramón, emocionalmente debió reponerse solo. De eso y de tantos otros hechos. Por ejemplo, de haber entrado a un lugar oscuro, y con la linterna encontrar el rostro de un ahorcado. «Yo nunca fui a un psicólogo», afirma; alguna vez se le ofreció esa asistencia, pero él no aceptó, se limitó a agradecer y continuó su vida.
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Volviendo al libro «Noches azules» (al que pensó en principio titular «Ojos azules» pero se encontró con que ya había una novela best seller con ese nombre), según su autor «primer libro sobre procedimientos policiales escrito por un policía de tropa, de calle», todo empezó cuando el periodista Miguel Bardessio le dio la idea. Y Ramón se animó: “unos 30 relatos le mandé, después quedaron 18 publicados; eso fue hace un año, en noviembre del año pasado, y en julio de este año ya estaba pronto el libro». Se presentó en setiembre en el Salón de Actos del Palacio Legislativo y tuvo como presentador, nada menos que al famoso reportero televisivo (especialista en la cobertura de hechos policiales) George Almendras, quien lo definió como «un valioso alegato». Todo fue muy rápido para que el libro fuese una realidad: la idea de Bardessio, la narración de Silva y (no es un dato menor), los trámites realizados por el Dr. Jorge Barrera, todo condujo incluso a que «Noches azules» (título que desde lo cromático inevitablemente trae consigo connotaciones de uniforme policial) fuese declarado de interés por la Comisión de Cultura del Palacio Legislativo.
¿Qué pretende este belenense en los cuatro capítulos que componen el libro?… «Quiero mostrar que ser policía es para el bien de la gente. Que los policías nuevos sepan que de todo se aprende, incluso de los errores. Quiero hacer un recordatorio para los policías viejos. Que se sepa que siempre hay muchísimas cosas que quedan sin contar. Que los policías salen preparados sí, pero más aprenden sobre lo que van haciendo. Pretendo tener una buena Policía y si hay corruptos que caigan. Que se pueda aprender no a golpes, sino quizás con lectura de estas páginas…”.
Y vaya que fue haciendo cosas El Cuervo…Entre tantos y tantos, incontables procedimientos, algunos en los que mató y estuvo a punto de morir, recuerda cuando se le ocurrió atender (en plena calle y madrugada de Montevideo) a un perrito que había sufrido un accidente y hacerse cargo él de todo (desde los cargos de veterinaria y combustible del móvil hasta explicar a los superiores las acciones tomadas), o cuando le tocó atender el parto de mellizos en el patrullero, o un operativo conmovedor (abril de 2007) donde se lo ve (muestra el video en el celular) reteniendo un delincuente en medio de la calle, en el suelo, mientras el reportero de Telemundo Nazario Sampayo presta su cámara para que quede el registro…
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En el año 2019 este hombre vuelve a Belén, su Belén. Es firme su propósito de publicar otros libros, incluso alguno sobre cuestiones históricas de su propio pueblo. Mientras tanto, transcurre su vida tomando fotos a pájaros, juntando piedras, conociendo árboles…pensando mucho.
En eso está El Cuervo, en eso anda…