Se hizo “viral” rápidamente como se dice en la actualidad, para graficar con cuanta rapidez se ha propagado el video. Es que la cuestión del cordero arrojado desde un helicóptero a una piscina en Punta el Este, y en principio confundido con un chancho, nos da idea de cuanto de razón tienen quienes sostienen que alguien hace lo que quiere en aquella zona del país.
Se nos ha dicho y con razón que si el cordero era de quienes participaron en el hecho, no hubo delito alguno y es probable que así sea.
A lo sumo se puede hallar faltas al código aeronáutico, porque el helicóptero no tenía plan de vuelo, no tenía autorización, volaba casi nueve veces más bajo del mínimo permitido y demás.
Es más, es probable que se haya tratado de una apuesta entre gente que no sabe ya más que hacer con su ocio, que no encuentra otra forma de divertirse y que no repara en llegar a límites extremos, así sea infringiendo normas o disposiciones de países o de lugares donde residen.
No se trata sólo de las normas infringidas cuando se arroja un cordero faenado desde un helicóptero y cuánto daño pudo provocarse con esta actitud, sino del debido respeto que nos merecen a los uruguayos los animales vivos o muertos, porque si no todos somos veganos o vegetarianos, no significa que no respetemos a los animales y los sacrifiquemos sólo para alimentarnos, como por otra parte sucede en la propia naturaleza.
No se trata tanto del cordero, sino del concepto con que se maneja cierta gente. Tampoco interesa su nacionalidad, ni su “status” social porque a poco investiguemos un poco más nos daremos cuenta que los mismos no tienen otro origen que de donde se les de mayores facilidades para explotar gente y recursos, poseen sus propios puertos, sus propias “normas” o disposiciones que a menudo significan que no respetan nada y lamentablemente saben que el dinero todo lo corrompe, comenzando por los controles.
Cierto es que necesitamos del turismo, porque somos un país chico, con un mercado reducido y muy pequeño a la hora de enfrentarnos al mundo “globalizado” que integramos.
Ha trascendido y no ha sido desmentido, la intención de atraer hacia nuestro país a capitales e inversores con buenas posibilidades de radicarse aquí y de invertir para producir y desarrollarse.
No está mal, pero creemos que por el bien del país y de los uruguayos mismos, que no queremos pasar a integrar la servidumbre que vive en el fondo de las mansiones, que no es admisible que venga cualquier extranjero por más dinero que traiga y halle aquí lo que no halla siquiera en su propio país, porque su proceder es lamentable.
A.R.D.
No se trata del “chancho” sino de quien lo tira desde un helicóptero
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