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viernes, 9 de mayo de 2025
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No nos pone a cubierto, pero disminuye la gravedad

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Diario EL PUEBLO digital
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Siempre hemos sostenido que la vacuna contra el COVID 19, no es negociable. Vale decir no hay opción posible. Vacunarse con cualquiera de ellas, de las recomendadas por la Organización Mundial de la Salud es lo mejor que podemos hacer, no porque luego estemos inmunes a la pandemia, sino porque al menos disminuiremos la gravedad de las consecuencias si contraemos el virus.
Esto es al menos lo que permanentemente aconsejan los científicos. Por el momento ninguna nación del mundo puede decir con propiedad y demostrar que ha dominado la pandemia.
La prueba está en que aún las que han alcanzado la tan mentada “vacunación de rebaño” (alto porcentaje que impediría la circulación del virus) se consideran a salvo, debido a que el virus muta permanentemente y se adapta a nuevas situaciones.
El uso del tapaboca, el lavado de las manos con agua y jabón, o el alcohol, son medidas sanitarias que vinieron para quedarse y seguramente tendremos que adaptarnos a ellas de ahora en adelante.
Las cosas han cambiados, el mundo ha cambiado y no tenemos más opciones que adaptarnos nosotros también.
Hoy vemos con sorpresa el concepto muy diferente que se tiene de la pandemia en los diferentes sectores de la sociedad. Entre los más jóvenes, se entiende que el virus “no existe”, debido a que ellos no los estaría afectando o lo haría con en un bajísimo porcentaje. Por lo tanto se piensa que es cosa de veteranos y en un mundo al que hemos convencido que la filosofía que debe regir nuestras vidas es la de “hacé la tuya”, pedir solidaridad intergeneracional es utópico.
Es que nada ni nadie puede ahora pedir lo que no le hemos trasmitido a nuestros jóvenes. no a todos por supuesto, pero como en estos casos basta con que “alguien” no se vacune o no adopte las medidas preventivas para tentar al virus, creemos que directa o indirectamente están haciendo lo que se les inculcó.
Nadie quería esta pandemia mundial, ni nadie creía que la íbamos a tener, pero la cuestión es que hace más de un año, que persiste en su subsistencia y ha costado ya más de 2.500.000 vidas.
La lección que podemos extraer hoy, es primero, que debemos vacunarnos en cuanto nos corresponda y en segundo lugar que debemos pensar mucho en las consecuencias de una política social, antes de llevarla a la práctica, porque en estos momentos si algo falta es solidaridad generacional y de eso hay responsables.
A.R.D.

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