¿Qué otra inapelable verdad, sino esa de Ceibal alcanzando no solo un 3 a 0, sino la propiedad justa en el momento justo?
Porque al fin de cuentas NO podía perder, y si podía ganar, tanto mejor.
Es obvio que vencer mejora el espíritu y expulsa alguna secuela de mal trance. Y Ceibal venía con el malhumor acunado, porque de los primeros 6 puntos rescató 1.
Por lo tanto lo de ayer, ERA DEMOSTRARSE que las razones en el Acumulado, no fueron cuestiones a media asta. También eran verdades inapelables.
La justicia de la imposición y la justicia de discutir en partido extra, la corona 2022.
Si Ceibal asiste a esa chance, es la elocuencia de la justicia misma, esta vez dejando sin efecto el caudal místico de Ferro, cuyo mal de ausencia de mitad de cancha hacia arriba le dolió demasiado: sin Javier Vargas, Nahuel Machado y Martín Lima.
¿Cómo producir fútbol rentable, con esa potencial trilogía al margen?
Y Ceibal fue canchero, suficiente, a partir del prematuro gol de Facundo Moreira, cuando madruga en medio de los zagueros de Ferro y decide con toque corte, justo, el que cabía.
El equipo de Richard se procuró alguna reacción después de los 15′, alimentando la fe de ataque que no le falta a Diego González por derecha, pero después, el ausentismo de repertorio casi entendible.
Ceibal se opacó en la misión ofensiva, hasta el frentazo de Fabio Rondán en el travesaño. Al fin de cuentas la sensación fue una: cuando Ceibal puso el despertador, la tentativa de querer acudió a la cita, hasta con generosidad.
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Cuando Leandro De Mora se va expulsado a los 14′ del segundo tiempo en Ferro Carril, las luces inexistentes en lo funcional, lejano a la sintonía colectiva. Hasta que Diego González «voló» por el lateral derecho y la palomita de Errandonea para mal frentear esa bala de cabeza que se desvió.
El ingreso de Juan Andrés Rondán en Ceibal, amplificó la herida en Ferro.
El equipo de Joselo se convenció de la validez de profundizar, a partir incluso del eje de circulación que por momentos fue Braian Rodríguez, con el sentido de la habilitación entre ceja y ceja. Los dos goles de Andrés Rondán, inapelable verdad también para que Ceibal dejase en claro que de los dos fue el más apto.
Que se expuso a la necesidad de su propio querer, quiso y alcanzó.
Al fin de cuentas, a ese contenido no le faltaron verdades.
Las tuvo. Las sustentó.
Y definir el campeonato, es un acto de justicia. Lo es.
Por aquello de ser primero en el Acumulado. Mérito que no se archiva y que ampara, esa justicia misma sin ocultamiento. Justicia sin más trámite. También: inapelable.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-