CONTRATAPA

Nedio Cavalheiro: “Hay que entrenar nuestro ser, a lo largo de toda la vida, apelando a la resiliencia las veces que sea necesario”

0
257
Enlace para compartir: https://elpueblodigital.uy/dauj

Comisario retirado, cantante y guitarrista, y profesor de Informática, Nedio Rubens Cavalheiro Rodríguez es conocido de diferentes maneras para distintas personas: “el que toca la guitarra y canta”, “aquel que integró la Banda Municipal y trabajaba en la Jefatura”, y para algunos más, “el profesor de informática”. En fin, es una figura multifacética que conversó con EL PUEBLO sobre estos aspectos y mucho más para este Al Dorso de hoy.

  1. ¿Dónde y cuándo nació?
    Me trajeron al mundo en la ciudad debido a que mi padre era familiar de la partera Nerilda Cavalheiro y vivíamos cerca de su casa. Sin embargo, éramos de origen rural, en un lugar que todavía hoy sigue siendo “en el medio del campo” en Arerunguá. Nací un lunes a las cinco de la madrugada en marzo de 1958. Fui el primero de cuatro hijos y el único varón. Mis padres repitieron ese proceso con dos de mis hermanas. Diez años después, nació mi hermana menor en un sanatorio cuando ya estábamos establecidos en la ciudad.
  2. ¿Algunos recuerdos de infancia, adolescencia, juventud…?
    Con mis hermanas mayores, tenemos hermosos recuerdos de nuestra infancia en el campo, aunque nos sorprendía que nuestra madre no guardara buenos recuerdos de esa misma etapa. En 1965, nos mudamos a la ciudad. Realizamos la primaria en colegios católicos, excepto mi hermana menor que fue a la Escuela Nº2. Hicimos la secundaria en el IPOLL y el último año lo cursé en el Liceo Nocturno porque ya estaba trabajando. Inicialmente, trabajé en la construcción y más tarde como cobrador. Vivíamos a media cuadra de la Escobería de Emmenegger. Era una época en la que el lechero, el panadero, el reparto de leña y la barraca llegaban en carros tirados por caballos. En bicicleta pasaban el manicero haciendo sonar una bocina, el afilador anunciándose con su polifónica flauta, el diarero dando voces con primicias y nombres de los diarios. Otros tiempos. Sin embargo, siempre regresábamos al campo en vacaciones y alternábamos en casa de familiares; en Sopas, Paso del Cementerio, Cerro Chato, Pueblo Quintana. En aquel entonces, el viaje en Gollardía o Guimaraens duraba un día.
  3. ¿Cuándo y cómo se inició en la música?
    Estudié guitarra con el Profesor Pedro Barla, a media cuadra del liceo, y solfeo con Ana María Silvestri, a la vuelta de mi casa.
  4. Háblenos de su trayectoria en la música…
    Como tantos adolescentes de aquel tiempo, estudié música bajo la iniciativa de mis padres, casi de manera obligatoria, hasta que lo abandoné. Cuando mi padre amenazó con vender la guitarra, mi madre la salvó, empezando ella misma a aprender con un cuaderno que le pasaron sus hermanos, todos músicos. Retomé la guitarra a instancias de un vecino, con quien ensayábamos para tocar en bares, kermeses de escuelas rurales y carreras cuadreras, por el peso y la bebida. Hoy se les llama “tocar a la gorra” y se definen como artistas callejeros. Nosotros éramos simplemente “guitarreros”. Lo más serio fue integrar el coro del liceo y vincularme con personas que me motivaron a participar en festivales de folclore en Durazno, Melo y Treinta y Tres. Durante esos años, me uní a la Familia Duré-Cervera y participamos en “Cantando en Familia” en Canal 4 de Montevideo, obteniendo el tercer premio. Eso nos llevó a participar en el Pre-Cosquín de 1978. Allí recibí una oferta para integrar un conjunto folclórico argentino en Marcos Juárez, Córdoba, que incluía un empleo en un molino granelero operado por computadora, una verdadera innovación para la época. Regresé a Salto para hablar con mis padres, y mi padre, con buen criterio, sugirió que estudiara algo de computación antes de partir. Estudié “Computación” en tiempos de tarjetas perforadas. Sí, como lo oyes. Estando en Montevideo, estudiando, conseguí trabajo en una de las primeras computadoras que llegaron a Salto. Esto cambió mis planes. En 1981, participamos con Juan Carlos De Lisa en la categoría Dúo en el Festival Nacional de Folclore en Durazno, ganando el Primer Premio. Ese año me casé con quien luego sería la madre de mis dos hijos.
  5. También integró la Banda Municipal… ¿Algún recuerdo?
    Sí, al año siguiente, el Maestro Bautista Peruchena me invitó a integrar la Orquesta Municipal de Música Ligera, que funcionaba paralelamente a la Banda Municipal. Fue todo un desafío porque como folclorista, inicialmente no me sentía cómodo allí. Sin embargo, el carácter del Maestro prevaleció. Estuve en la orquesta hasta mi retiro, treinta y seis años después. Durante mucho tiempo, tuvimos el tango “Volver” en el repertorio, que en su estribillo dice “que veinte años no es nada”. ¡Si no lo vives, no lo entiendes! Podría escribir un libro sobre tantos años en la Orquesta Municipal, pero hoy se resume en una frase: “lo cultural no atrae votos y no sabemos diferenciar entre gasto e inversión”.
  6. Cuéntenos sobre otras actividades en las que haya participado…
    Mi incursión en la “computación” llevó al campo de la informática y entré en la Jefatura de Policía como programador. Hice carrera dentro del Instituto hasta mi retiro hace diez años, alcanzando el rango de Comisario. Fui profesor de informática durante veinte años (1985-2005) en varios institutos locales, también en Paysandú y Concordia. Además, desarrollé software para clientes particulares. Paralelamente, con músicos de la Orquesta Municipal y otros colegas legendarios de la música local, formamos el Grupo Antología, del cual me desvinculé diez años después (2002-2012). Además, con colegas de la policía fundamos una cooperativa de ahorro y crédito, que recientemente celebró su 35º aniversario y he sido miembro de su junta directiva en varios períodos. También fui directivo de la Asociación Cristiana de Jóvenes y en algún momento su presidente.
  7. Volviendo a la música, hace algún tiempo participó en un festival importante en Argentina, ¿nos podría contar sobre eso?
    Mi participación en el jurado de un concurso de canto en un canal local llamado “Cantando por Cantar” me vinculó con la academia de música Instituto Urquiza de Concordia. Ellos traían participantes de toda la región al concurso. En una ocasión, me invitaron a participar en un homenaje anual a Linares Cardozo. Llevé un breve repertorio de chamarritas uruguayas y surgió un inusitado interés por los ritmos musicales uruguayos de raíz folclórica, pidiéndome que orientara un taller sobre ese tema. Posteriormente, llevé esos talleres a cinco ciudades de España en 2016, por solicitud de uruguayos radicados allí y auspiciados por los respectivos ayuntamientos. Complementaba estos talleres con conciertos variados de ritmos y autores uruguayos de ese género. Con la misma dinámica, fui invitado a participar en el Primer Encuentro de Música del Litoral en Federación, Entre Ríos, en homenaje a Ramón Sixto Ríos, autor del chamamé “Merceditas”, que nació en esa ciudad. Me invitaron nuevamente para la segunda edición el año pasado. Realizo estas actividades desinteresadamente para representar a mi país y apoyar este Encuentro, que demanda tanto esfuerzo a sus organizadores, con quienes hemos cultivado una hermosa amistad.
  8. ¿Algo para contarnos sobre su familia?
    Tengo una hermosa relación con mis hijos. Valeria (37) es Contadora y está radicada en Montevideo desde que se fue a estudiar en 2005. Mauro (33) se desempeña en el rubro de Estética Automotriz en Salto y está en los preparativos para emigrar a Europa. Cuando la gente me expresa el buen concepto que tienen de mis hijos, siempre les contesto que “habrán salido a la madre” (risas)… Es que con Adriana tengo un buen vínculo, aunque llevamos muchos años divorciados, al punto que ella sigue siendo mi peluquera. También mantengo el vínculo con mis hermanas, el cual se vio reforzado este año cuando falleció nuestra madre.
  9. ¿Qué planes tiene para el futuro?
    Estamos planificando llevar los talleres de música a Paraguay, lo cual estoy coordinando con mi amigo y colega Olivio Díaz, quien está radicado allí desde hace muchos años y vive de la música y el canto. Él nos visita dos veces al año y trata de motivarme. Pero como buen jubilado, le estoy dando mucho trabajo. Además, estoy desarrollando una reserva de fauna, flora y funga silvestre, lo cual me demanda mucho tiempo y trabajo de campo. Durante la pandemia, me aislé fuera de la ciudad y mi pasado rural hizo el resto.
  10. ¿Siente que haberse retirado y jubilado le haya inquietado, movilizado u obligado a reinventarse?
    Creo que sí… A ver: no comparto esa reflexión, que se ha vuelto un lugar común, cuando dicen “si naciera de nuevo volvería a hacer lo mismo”. Simplemente porque, como mencionamos antes, todo transcurre por épocas y la evolución, que ya era dinámica, se ha vuelto vertiginosa. Eso nos interpela y no nos deja margen a la auto indulgencia. Siempre dije que la experiencia es transmitible pero no transferible. Basta observar de qué manera pueden servir nuestras vivencias a las nuevas generaciones, dado que todo ha cambiado. Hace un siglo, los emprendimientos eran heredables; hoy, una generación debe reinventarse varias veces. No podemos esperar que, antes de retirarnos, nos manden a una escuela a prepararnos para una nueva etapa. Hay que entrenar nuestro ser a lo largo de toda la vida, apelando a la resiliencia las veces que sea necesario, y para ello se deben cerrar ciclos antes de que el desgaste nos descarte. Soy partidario de saber retirarse a tiempo.
¡Ayúdanos! ¿Qué te pareció este artículo?
+1
3
+1
0
+1
0
+1
0
+1
0
Enlace para compartir: https://elpueblodigital.uy/dauj