Las Misiones de Paz ayudan a los países afectados por conflictos bélicos a crear las condiciones para una paz duradera. La presencia en esos países solo se produce bajo solicitud y aceptación del país receptor.
Marco jurídico:
La Comisión de Consolidación de la Paz fue creada en las resoluciones del 20 de diciembre de 2005, por la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, respectivamente, con un mandato que incluye:
Agrupar a todas las entidades pertinentes para reunir recursos, proponer estrategias integradas de consolidación de la paz y recuperación después de los conflictos y asesorar sobre esas estrategias;
Centrar la atención en las tareas de reconstrucción y consolidación de las instituciones necesarias para la recuperación después de los conflictos y apoyar la elaboración de estrategias integradas para sentar las bases del desarrollo sostenible;
Formular recomendaciones y proporcionar información para mejorar la coordinación de todas las entidades pertinentes, tanto de las Naciones Unidas como ajenas a la Organización, establecer prácticas óptimas, ayudar a asegurar una financiación previsible para las actividades iniciales de recuperación y ampliar el período en que la comunidad internacional presta atención a la recuperación después de los conflictos
PARTICIPACIÓN DE URUGUAY:
La participación en Misiones de Paz se ha transformado desde ya hace muchos años, en un objetivo estratégico y una de las tareas prioritarias de las FF.AA Uruguayas. Nuestro país tuvo su principal actuación en las Misiones de Paz en la República del Congo como en Haití. También está presente en Sinaí, que está bajo el mandato del acuerdo de Camp David. Tiempo antes la participación tuvo lugar en: Afganistán, Burundi, Chipre, Costa de Marfil, Etiopia, Eritrea, Georgia, India-Pakistán, Liberia, Sahara Occidental y Sierra Leona.
La Misión más importante, desde una perspectiva cuantitativa, del contingente establecido es la República del Congo. Cuando se habla de contingente se refiere a unidades constituidas que pueden ser de combate o de apoyo en combate. Existe también una parte, personal superior, que tienen una función de observadores militares, personas que en el terreno mismo controlan que se vaya cumpliendo los distintos mandatos y los acuerdos de paz. El sistema de entrenamiento de efectivos militares permanentemente instruye en este tema.
Uruguay cuenta con una tan extensa como reconocida trayectoria en las Misiones de Paz.
Javier García, Senador y exministro de Defensa Nacional
“Nuestros soldados en Misión de Paz son de los mejores embajadores que tiene Uruguay”
Senador Javier García

El Senador Javier García durante más de cuatro años fue Ministro de Defensa en este gobierno y aun siendo legislador, ya visitaba las Misiones de Paz que nuestro Ejército mantenía en el exterior, por lo que dialoga con EL PUEBLO sobre su experiencia.
– ¿Qué importancia tienen las Misiones de Paz para el Ejército uruguayo?
– Lo tiene para el Uruguay, no solo para el Ejército. Nuestros soldados en Misión de Paz son de los mejores embajadores que tiene Uruguay. Mi experiencia en el Ministerio de Defensa es que cada vez que recibía a un embajador de cualquier parte del mundo lo primero que hacía el embajador, sea de donde fuera, era felicitar a Uruguay por nuestros soldados en Misión de Paz, que termina siendo una tarea de política exterior, no de Defensa, no van a defender a Uruguay en términos bélicos, van a representar a Uruguay y a ejercer un mandato en nombre de Naciones Unidas para hacer la paz. Y nuestro Ejército, al revés de lo que podría ser la definición tradicional, sobre que los ejércitos son profesionales de las armas y de la guerra, en las Misiones de Paz se ha demostrado que nuestros soldados son profesionales para hacer la paz, con las diferencias tecnológicas y de poder de fuego que tienen con otros ejércitos poderosos de la región y del mundo, pero ninguno de esos ejércitos poderosos y profesionales tienen las habilidades que tienen nuestros soldados en Misión de Paz. Ninguno.
– Aún se recuerda la ayuda humanitaria que el Ejército uruguayo prestó al pueblo haitiano tras el terrible terremoto del año 2010.
– Sí, pero también la de todos los días. Es decir, más de 55 mil soldados, mujeres y hombres que han pasado en Misiones de Paz han transformado a Uruguay en un protagonista ineludible de las Naciones Unidas cuando hay que desplegarse en Misión de Paz porque lo hacen con un expertise y una capacidad que no tienen otros. Por eso incluso hay Comandantes, como es en el caso del Congo, que habitualmente es un General brasileño, que siempre tiene a uruguayos como una fuerza de su reserva personal por la confianza que le tiene.
– ¿Cuántas Misiones de Paz de Uruguay hay hoy?
– Hay Misiones de diferentes tipos, Misiones que tienen un despliegue más importante y otros que son solo observadores. Las importantes son Congo, Altos del Golán y Sinaí, esas tres son las que tienen un mayor despliegue. Claramente la mayor es la del Congo. Después hay otras Misiones que tienen presencia de observadores u Oficiales en el Estado Mayor.
– Y en esas Misiones seguramente se adquiere una experiencia intransferible.
– Lo soldados que van, que generalmente lo hacen más de una vez, entre tres a cuatro veces en Misiones de Paz, generan una experiencia en terreno que no se consigue en el país, porque se trata de adquirir una experiencia en situaciones reales, no en teatros de situaciones sino de maniobras reales, es decir que no están haciendo entrenamiento, y por lo tanto se adquiere una experiencia muy importante. Pero eso solo se puede adquirir si se tiene un buen entrenamiento previo de los que se celebran en el país, porque también la Escuela Nacional de Operaciones de Paz del Uruguay (ENOPU) es una de las más requeridas de la región y ha logrado algunas distinciones, a partir de las transformaciones que logramos durante mi mandato, que de una escuela que es nacional ahora es un centro regional de formación de oficiales para Misiones de Paz. No solo para uruguayos, vienen de otros países a formarse aquí, y se despliegan en acuerdo con otros países algunas capacidades que solo aquí ocurre, como el desarrollo de todos los protocolos que difundimos para evitar y detectar situaciones de abuso a niños en países donde hay Misiones de Paz.
– ¿Cuántas Misiones de Paz ha visitado?
– Fui a todas, incluso antes de ser Ministro y ahora volví a ir siendo Ministro. Fui a Haití en su momento siendo legislador, ahora como Ministro no fui porque ya no existía la de Haití. Fui al Congo y al Sinaí en dos oportunidades, siendo legislador y siendo Ministro, y fui a Altos del Golán siendo Ministro porque no existía cuando fui legislador.
– ¿Y cuál fue su experiencia en esas visitas?
– Comprobar la profesionalidad y la opinión que tienen nuestras fuerzas por parte de las autoridades de Naciones Unidas en los lugares y de las poblaciones locales. Tienen una vinculación con las poblaciones locales que quizás sean los únicos contingentes que las tienen. Aparte de su misión particular específica, también desarrollan otras misiones que no tienen obligación de hacerla, como por ejemplo, atender los orfanatos, tener relaciones con las poblaciones locales en materia de existencia social y educativa.
– ¿El salario y presupuesto de estas Misiones son pagas por Naciones Unidas que terminan reforzando el sueldo de los militares que concurren?
– Obvio, y también es una motivación para ir, no hay por qué desconocerlo. El sueldo que obtienen es una gran compensación que significa varias veces el salario que ganan en el país. Por lo tanto, aparte de ese despliegue profesional también es económica.
– ¿Además de un ingreso de divisas al país?
– También, pregunte a las barracas de Salto qué pasa cada vez que vienen los contingentes.
Cnel. Carlos Bruno: Camboya, la dura misión donde el apoyo y sostén de la familia fue fundamental

Extensa nota brindó el Cnel(R) Carlos Bruno para este informe. Hoy dedicado a la política y la docencia, Bruno narra anécdotas, al tiempo que reflexiona sobre el significado de aquella misión cumplida hace más de 30 años:
1 ¿Cómo surge la misión en Camboya?
Uruguay, se embarcaba en una aventura que sería la pionera para escribir la historia de un nuevo Ejército y plantar bandera en tierras lejanas del Sudeste Asiático. Desde la guerra del Paraguay que nuestro país no ponía tropas en un país extranjero y desde ese año hasta nuestros días, lo viene haciendo de forma ininterrumpida Es hacia allí hacia donde, creemos, apuntan los esfuerzos para redefinir el rol de las Misiones de Paz. Esto, lógicamente, trae aparejado el cuestionamiento de algunos principios de fondo, como el del uso de la fuerza o el de no intervención, y la reformulación de aspectos esencialmente internos como las cuestiones políticas, de derechos humanos, civiles, etc. Refiriéndonos específicamente a Camboya, es un pequeño país del sureste asiático que junto con Vietnam, Laos, Birmania y Tailandia, fue colonia francesa, desde 1887 hasta su independencia en 1953 En 1970 la estabilidad que Camboya había gozado bajo el gobierno del príncipe Norodom Sihanouk se vio afectada con el estallido de la guerra de Vietnam. Por otra parte, la guerra civil camboyana tristemente conocida como el «genocidio camboyano», fue un conflicto armado que se produjo en ese país del sureste de Asia entre 1967 y 1975 que provocó 3 millones de muertos. La contienda se libró desde abril de 1975 a enero de 1979, las acciones y maneras de imponer la política del Kmer Rouge condujeron a peor genocidio en la región, donde sus actos están siendo juzgados por un tribunal internacional en Phnom Penh por crímenes contra la humanidad. En este escenario, en febrero de 1992 el Consejo de Seguridad de la ONU autorizó el establecimiento, por el término de 15 meses, de la autoridad provisional de la ONU en Camboya donde nuestro país, entre otros, tendrían los desafiantes cometidos que iban desde la supervisión del cese de fuego, la interrupción de la ayuda militar externa, el retiro de las tropas extranjeras, el reagrupamiento, acantonamiento y desarme de todas las fuerzas armadas de las partes camboyanas hasta el lograr un nivel de desmovilización del 70% y, la interrupción clara de la ayuda militar externa y el retiro de las tropas extranjeras; reagrupar, acantonar, y desarmar todas las fuerzas armadas asegurando un nivel elevado de desmovilización; asimismo y organizar y dirigir elecciones libres y justas Con un escenario complejo y muy tenso nos cupo tener una enorme responsabilidad operativa nunca desarrollada en nuestro país.
2-¿Cuál fue su rol allí? Aprovecho a pedirle una conclusión antes de contarnos algunas anécdotas…
Me correspondió el enorme honor y responsabilidad de desempeñarme como Comandante de la Compañía de rápido despliegue en Camboya, durante 7 meses, en el grado de Capitán…Una experiencia única donde el valor a la vida y a la familia quedaron marcados para siempre. La dureza del escenario y las operaciones marcaron un antes y un después en mi enfoque personal…Una lección de vida donde la fe en Dios, en aferrarme a la protección mariana y al permanente apoyo familiar fueron el gran sostén para realizar una misión operativa exitosa.
3-¿Cuáles cree que fueron las características más salientes que recuerda de aquella misión? ¿Y anécdotas?
Fue una misión muy profesional, donde pudimos desarrollar prácticamente aquella formación muy teórica en algunos casos, donde el valor de nuestra tropa quedó grabado en la mejor historia. Hay muchas anécdotas, algunas muy peculiares En aquel entonces la comunicación con la familia era a través de la combinación radio teléfono, donde intervenían varias personas en la conversación, no era privada. Un correo con cartas y pequeños paquetes que llegaban semanalmente, donde en mi caso recibía cartas de mi núcleo familiar, mi señora y cuatro hijos acompañado de recortes de diarios con las principales noticias. A su vez casettes grabados con su voz y mensajes motivadores…no nos olvidemos que hace casi cuatro décadas de esta misión no había la comunicación de de hoy. La llegada del correo era el día más esperado. Y se podía observar el rostro de aquellos que no recibían correspondencia, mientras la mirada quedaba orientada al cielo, donde minutos antes un helicóptero había descendido en un improvisado helipuerto, en medio de la base con una gran bolsa con correspondencia desde el Uruguay…todo un tema. Todos mirábamos el cielo esperando el helicóptero en la base, desde el soldado más humilde hasta el capitán, su líder…todos necesitábamos esa motivación para continuar una semana más…era los martes. Mi familia en 7 meses envió durante toda la semana correspondencia, sin falta alguna, en mi caso salvo cuando estuve con una grave malaria no escribí y ahí sospecharon que algo no andaba. Omití contarle para no preocuparlos. Los temas más apremiantes fueron, la falta de agua en las patrullas, el calor, las enfermedades tropicales, las víboras, los campos minados con minas antipersonal, donde se carecía de registros de los mismos, donde muchas veces usábamos algún animal doméstico para que se desplazara delante de nuestra patrulla en algún sendero sospechoso, como elemento limpiador. A diario, veíamos los efectos de este fenómeno de las minas antipersonal en la población local, donde la falta de los miembros inferiores era moneda corriente. Por otra parte, los bombarderos nocturnos a nuestras bases, por parte del khmer Rouge tenían un efecto psicológico importante, mucha incertidumbre e impotencia. Tuvimos algunas bajas de personal que no regresaron al Uruguay, una de ellas que recuerdo muy al detalle, fue el caso de un personal que iba acompañado de otros en una custodia de un convoy logístico y fueron emboscados, él perdió la vida. Los otros dos quedaron expuestos y semi abandonados en una zona para nosotros roja. Sabíamos que estaban vivos y me dieron la orden de salir en 2 helicópteros Super Pumas a rescatarlos, con 20 hombres (10 en cada aeronave). Nos costó encontrarlos, nos agarró la noche y la falta de combustible era acuciante en ese momento; era zona selvática, hasta que pudimos localizarlos con ayuda de la población local. Bajo con mi helicóptero y el otro queda sobrevolando el área, pero con la estricta condición del jefe del componente aéreo, mi piloto, que me dijo claramente, que disponía como máximo de tres minutos para extraerlos, de lo contrario se iban sin llevarlos. El tiempo fue mayor hasta que los logro incorporar a los sobrevivientes a la aeronave y retomo vuelo; el fallecido lo habían trasladado a otro sitio. El enojo del coronel piloto (de Singapur) era mayúsculo. Recuerdo muy bien las palabras, que con un tono bien grosero me dijo cuando subí: Usted es un irresponsable; pone en riesgo 2 aeronaves de 22 millones de dólares, 20 hombres por rescatar a dos…y yo le respondí tranquilamente: A mí me enseñaron en Uruguay que en operaciones no se abandona a ningún camarada, ¿con qué cara miro a mis hombres cuando aterrice si no los traigo a los supervivientes? Fue la charla del día, mejor dicho de la misión. De hecho, tuvimos que aterrizar en un lugar no previsto porque nos quedamos sin combustible Este tema militarmente merece otro análisis que no es del caso. Si bien los resultados no fueron los ideales, Uruguay tuvo un desempeño muy profesional en esta misión. En mi desempeño por más de 36 años como oficial de Infantería en la especialidad de paracaidista militar, ascendiendo en las diferentes jerarquías hasta alcanzar el grado de Coronel, ocupando distintos cargos de comando, la misión de Camboya fue determinante para un real cambio de perspectiva de nuestra formación militar y en el plano personal, sin dudas fue un antes y un después. Hoy, con otra actividad, dedicado a la política, dedicado a esta fabulosa y necesaria herramienta, expreso que resolver problemas políticos resulta más complejo porque son muchas las variables que inciden.
Estuvo en dos misiones en Haití y una en el Congo
“Si fuera necesario volvería sin dudas”
Soldado Elbio Suárez

Elbio Damián Suárez Fernández, Soldado de Primera aquí en Salto, tiene 43 años de edad e integra el Ejército desde hace más de dos décadas. Más de una vez ha viajado a participar en Misiones de Paz y asegura, como lo dice el título de esta nota, que “si fuera necesario volvería sin dudas”. Así accedía a conversar con EL PUEBLO sobre el tema de hoy:
-¿Cuánto tiempo exactamente hace que está en el Ejército?
Hace veintidós años.
-¿Cómo surge la idea de ir a una de estas misiones?
En mi caso surgió por ver que es una manera de poder lograr la casa propia, creo que la mayoría va por eso.
-¿A qué lugar fue y cuánto tiempo estuvo?
En realidad ya tengo tres Misiones de Paz. En el año 2008 fui a Haití; y también a Haití en 2010; y al Congo entre 2020 y 2021.
-¿Por qué acepto ir?
Para lograr una mejor calidad de vida.
-¿Producen realmente aprendizaje estás instancias?
Sí, sí, claro…
-¿En qué por ejemplo?
Por ejemplo para valorar todo lo que tenemos por acá. Allá ves hambre, ves mucha pobreza…Culturas diferentes. Aprendés por ejemplo a cuidar el agua, que allá es necesaria y a la vez es muy escasa.
-¿Algo bueno que allá vivido por allá?
Algo bueno diría que son las culturas, que son distintas a las nuestras y merecen respeto…
-¿Algo malo?
Lo malo que me tocó por allá, en Congo, fue la erupción del volcán Niragongo; y en Haití, año 2010, vi todo el desastre que dejó el terremoto.
-¿Cómo se supera estar lejos de la familia?
Viviendo el día a día de seguir una rutina. Hoy en día con las redes es mucho más llevadero.Y además, en los tiempos libres buscar de hacer algún deporte y que no te agarre “el hacha” como se dice en términos militares.
-Ya que estuvo tanto en Haití como en el Congo, ¿hay mucha diferencia al momento de cumplir ustedes con la tarea?
Creo que el tema de la diferencia es territorial nomás, porque el Congo es mucho más grande…Haití es solo una isla pegada a República Dominicana, y en cambio el Congo es un país enorme. Pero después, superpoblación hay en los dos lados, la pobreza es igual, y el tema del agua y todo eso es lo mismo, tanto en Haití como en el congo…La pobreza, la desnutrición, los niños durmiendo en la vereda, de noche, con sus hermanitos, con padres que no se hacen cargo de ellos, eso se ve en los dos países.
-¿Cuál es exactamente la tarea?
La tarea de Naciones Unidas es mantener la paz, restablecer el país antes los muchos guerrilleros que hay, como los M23 que son guerrilleros que atacan aldeas…Cualquiera de esos países, aunque a Haití no se va más ahora, se va a Siria, o al Congo…Y después todo lo que es ayuda comunitaria en el país. Nosotros por ejemplo cuando el problema del volcán, hacíamos patrullaje por el tema de los saqueos, estoy hablando de la ciudad de Goma, en el Congo, se hacía patrulla, salíamos de noche y a veces durante el día también a hacer patrullaje porque cuando reventó el volcán tuvimos que abandonar la ciudad, había peligro…Había una fisura desde el volcán hasta el río y en el río había una burbuja de gas metano y podía explotar todo. Por eso evacuamos toda la ciudad. después cuando se empezó a reintegrar la gente, saqueaban todo lo que eran comercios, mercados, todo.

-Hace un momento mencionó el agua como una de las cosas que más le impactó, ¿a que se refiere, cómo es eso allá?
El tema es que allá no hay agua potable, el agua hay que purificarla en las Upass que son de Naciones Unidas, y si no, tienen pozos semisurgentes con las bombas a manija todavía. Y de ahí, los niños caminan a veces cuatro o cinco cuadras con el agua, ovan los mismos camiones de Naciones Unidas a repartir agua.
-¿Volvería alguna otra vez?
Sí, si fuera necesario volvería sin dudas.
Enrique Portillo, soldado
“Lo más importante es el compañerismo del Ejército Uruguayo” y es fundamental “tratar bien a los ciudadanos de otro país”
Soldado Enrique Portillo

Otro de los integrantes del Ejército que accedió amablemente a conversar con EL PUEBLO para este informe de hoy,fue Benancio Enrique Portillo Orzuza, un Soldado de Primera de 42 años de edad, que tiene en su haber varios viajes para cumplir en misiones de paz. Haití tres veces y Siria la última, han sido sus destinos.
“En el ejército tengo el orgullo de ejercer 23 años de servicio”, sostiene, y agrega que la idea de participar en misiones de paz surge de aprovechar la oportunidad “de ejercer en la experiencia en tierras lejanas y obtener muchas experiencias”.
Dice Enrique, con mucha seguridad, que son instancias en las que “se aprende mucho, se aprenden muchas cosas de costumbres que acá en Uruguay no estamos acostumbrados, como el idioma por ejemplo, es una de ellas”.
Consultado sobre en qué lugares estuvo y en qué tiempo, explica: “estuve en Siria del 10 de octubre de 2022 hasta el 10 de octubre de 2023. Antes había estado en Haití en el año 2007, también en Haití en el año 2011 y en el 2013, y ahora la última fue Siria, como decía, en 2023”.
Cuenta luego: “acepté ir para el área de misión para mejorar el sueldo”. Pero destaca que también “se viven cosas buenas”, que “lo más importante es el compañerismo del Ejército Uruguayo” y que es fundamental “tratar bien a los ciudadanos de otro país”.

Entre los aprendizajes que se obtienen dice Enrique muy convencido que “el aprendizaje es bueno porque se aprende a dialogar, aunque el idioma español no es tan común, pero se trata de entender”.
Asimismo, algo importante que menciona al ser consultado sobre cómo se sobrelleva la separación de la familia durante ese tiempo, es que según él “estar lejos de la famila es algo que se supera mucho tiempo antes de realizar la misión; hay que estar de acuerdo con la familia, que es lo principal en todo ámbito”.
Hablando específicamente de Siria, su más reciente destino, Portillo plantea una reflexión que implica también una comparación con otros países donde se cumplen estas acciones: “referente al área de misión en sí, el encierro es algo que tenemos que centralizar porque no es lo mismo que en el Congo o que en Haití, donde se hacen varias patrullas motorizadas. En Siria no. Por eso hay que llevar el día a día con los camaradas. Hay que tener mucho control en el servicio por motivos que andan muchos drones, tanto del lado del Líbano como del lado israelí. Pienso que lo más importante es mantener la paz, y el Ejército Uruguayo está bien capacitado para ese tipo de misión. Cuando digo “encierro” es una manera de decirlo; porque no estamos autorizados a salir a la noche. Pero tenemos todo en la base para despejarnos, como cancha de fútbol, cancha de básquetbol, mesa de pool y otras actividades para tener el personal ocupado. En sí, en Siria después de las 20 horas no puede permanecer ningún vehículo en la vía pública”.
“Como ya tengo esas misiones que le mencioné, por el momento no iría a otra misión”, concluye este soldado.
Gerardo “Tato” Fiorelli, fotógrafo y corresponsal de guerra
“Viví en carne propia cómo querían al ejército uruguayo en Haití”
“Tato” Fiorelli

Tato Fiorelli es un reconocido profesional de la fotografía en Salto que cuenta en esta charla con EL PUEBLO cómo llegó a hacer un curso de corresponsal de guerra que le permitió acompañar a una Misión de Paz en Haití luego del desastre natural que provocó un terrible terremoto en 2010.
“Cuando estaba el Teniente Coronel Darwin Feola –recordó Fiorelli-, rompió todos los estigmas y barreras habidas y por haber de lo que era un cuartel. Abrió las puertas del cuartel a todo el mundo, entre los que estaban los medios de prensa, que fue cuando surgió la idea de hacer un curso de corresponsal de guerra organizado por el Ejército uruguayo avalado por ONU. Cuando nos invitan me inscribí de cabeza, quedando habilitados por si algún día se podía hacer algún viaje en Misiones de Paz que tuviera Uruguay, que en ese momento podía ser Haití, Congo, Altos del Golán o el Sinaí”.
“A los pocos meses sucede el terremoto en Haití en 2010, el Ejército uruguayo manda más apoyo y le servía mostrar el trabajo humanitario que estaban haciendo luego del terremoto, así que me embarcan a mí por el Batallón N° 7 a registrar fotográficamente el trabajo que hacía el Ejército uruguayo, pero a su vez, como estaba de corresponsal junto a Luis Pérez por diario El País que junto a La Prensa habilitaron todas mis gestiones, es que fui representando a los dos diarios. Fui con Eduardo Lima que fue por El Telégrafo”.
“Cuando estuvimos allá fue brutal lo que vimos. Jamás me imaginé que iba a ver tanto desastre, tanta pobreza y miseria. Por ejemplo, algo que me conmovió fue ver a un convoy con un camión de agua de 30 mil litros escoltado por el ejército, como si fuera de lo peor de las películas de Mad Max. En lugar de escoltar a un camión con combustible escoltaban uno con agua potabilizada”.

“Fue espectacular la experiencia que pude retratar en fotos, pero me queda el mal sabor de las cosas que vi, de la pobreza, de la tristeza de esa gente, de la falta de ayuda, que fue donde más pesó el ejército uruguayo, porque quedó demostrado cómo lo querían, eso nadie me lo contó, yo lo viví en carne propia cuando me di cuenta la aceptación que tenían los militares uruguayos sobre los ejércitos de otros países, como el argentino, chileno, brasilero o turco, que también estaban ahí”.
“Con el ejército uruguayo nunca nos tuvimos que poner un chaleco antibalas, solo tuvimos que ponernos un casco. Nunca anduvimos armados, salvo por prevención aunque jamás fue necesario hacer uso de la fuerza, a diferencia de otros ejércitos. Al contrario, cuando nos veían gritaban ¡Uruguay amigo! Además, estábamos en pleno esplendor del Mundial de 2010 en Sudáfrica y todos te reconocían por Forlán y Suárez. ¡Forlán amigo!, te decían. O sea fue todo un conjunto de cosas que al ejército uruguayo lo tenían allá arriba”.
“Como experiencia, fotográficamente hablando, fue algo gigantesco para mí, lo mismo de haber podido compartir esos momentos con el ejército uruguayo que nadie conocía y que nosotros con nuestro trabajo ayudamos a que fuera conocido un poco. Un capitán me contaba que solo a ellos les pasaba que viendo el hambre que había entre los haitianos y sin embargo veían a soldados uruguayos y en agradecimiento les regalaban frutas. A nadie más le pasaba eso. También jugaban al fútbol en la base militar con los morochos que habían quedado huérfanos luego del terremoto, los arrimaban. No eran los militares típicos de ONU que venían con el escudo, no, eran los uruguayos tal cual conocemos”.
“Y no es que nos mostraron todo lo lindo, al principio vimos todo lo terrible de un pueblo devastado por el terremoto, trabajamos con total libertad y andábamos por todos lados viendo las cosas más terribles. Recién al final el jefe de la misión nos mostró la parte linda, de ver cómo se ayudaba a un merendero de huérfanos dando los alimentos que les proporcionaba la ONU que los administraban de tal manera que podían dar una parte, eso lo hacía solo nuestro ejército”.
– ¿De qué manera te afectó esta experiencia?
– Hoy mi hijo más grande tiene 16 años y cuando viajé tenía dos. Cuando estaba allá era un periodista gráfico haciendo su trabajo y no me afectaba para nada, estaba muy concentrado en mi tarea. A la semana que vine a Uruguay, recién caí dónde había estado y me pegó un bajón tremendo. Mi nene se escondía detrás de la madre porque al principio no me reconocía porque era muy chiquito y había quedado medio resentido porque me fui. Aunque fueron solo 15 días esa experiencia fue muy intensa, de lo que me di cuenta cuando empecé a hablar y ver las fotos de los nenitos de Haití en el orfanato. Ahí me pegué un bajón emocional que me di cuenta dónde había estado y lo que había vivido.
Pero también vi otras desgracias, como cuerpos, fosas comunes de cuerpos que no podían reconocer y que nadie reclamaba. Ese terremoto fue una masacre. Así que ver eso y luego llegar a mi casa con agua potable, tener una heladera llena de comida fue tremendo porque nada de eso había allá.