En la presente jornada se cumplirán los 50 años del Día Mundial del Medio Ambiente, declarado así por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) que se celebra cada 5 de junio desde el año 1973.
Ayer en estas columnas nos referíamos a uno de los mayores problemas que tiene el mundo de nuestros días. Cada año se produce algo así como 480 millones de toneladas de plástico y más de la mitad de este material se produce para un solo uso (lo que se recicla no llega al diez por ciento).
El momento sorprende al Uruguay en una situación especial, enfrentando una sequía como pocas veces ha tenido. De acuerdo a lo que señala la ONU, se estima que cada año entre 19 y 23 millones de toneladas de desechos plásticos terminan cada año en lagos, ríos y mares.
Asimismo advierte la organización mundial, los microplásticos (partículas plásticas cuyo diámetro es inferir a los 5 milímetros), invaden los alimentos el agua e incluso el aire. No queremos ni imaginar el día en que el aire sea “irrespirable”.
Se estima –según la ONU- que las personas ingieren más de 50 mil partículas de plástico cada año. E incluso muchas más si se tiene en cuenta las partículas inhaladas. Los productos plásticos de un solo uso que resultan desechados o quemados no sólo perjudican a la salud humana y la biodiversidad, sino que igualmente contaminan todo tipo de ecosistemas, desde los picos de las montañas hasta el lecho marino.
En el Uruguay hace ya bastante tiempo que “oímos hablar” de los delitos ambientales, y de las sanciones a sus responsables, pero en contrapartida nada hemos sabido de sanciones y de multas especialmente gravosas a quien o quienes los cometen.
Que sepamos el Ministerio de Medio Ambiente a pesar de la labor que cumple “está pintado”, porque si en algo ha incidido, sobre todo en los nuevos proyectos, nunca supimos que haya detenido o impedido que se sigan contaminando, malogrando o derrochando estos recursos que nos ha sido dado gratuitamente.
Mucho nos tememos que este medio siglo al que llega hoy nos encuentra en una situación muy parecida a la del inició. Lejos de valorar los recursos naturales, la acción humana para enfrascada en deteriorarlos, arruinarlos o contaminarlos, Los recursos tecnológicos más avanzados parecen enfocados en otra dirección y no en la preservación de los recursos ambientales.
ES hora de “poner las barbas en remojo” como señalan nuestros mayores porque no queremos ver el día en que lamentemos el camino seguido….
A.R.D.
