“De nada sirve estar 50 días tocando en Alemania, Inglaterra, España, si no tenés un lugar a dónde volver, tu casa y tu familia que te contiene”
En su vida, Martín Panizza ha tenido que trabajar en todo lo que ha podido, hasta que, llamémosle el destino, lo llevó a descubrir su verdadera vocación. Hoy es un disc jockey y productor musical con proyección internacional en la música tecno, conversó con EL PUEBLO para contarnos parte del largo camino que ha recorrido.
1. ¿Cómo fueron esos primeros años de tu vida?
– La primera imagen que me viene es de la Plazoleta Roosevelt, yo vivía en calle Chiazzaro, que es la primera casa que recuerdo de mi niñez porque creo que me mudé ahí a los 3 años. Hijo único, fui a la Escuela N° 4, hacía la caminata desde el puerto hasta la Plaza de los Treinta y Tres todos los días y jugaba en la plazoleta Roosevelt, tengo las rodillas bastante deformadas por caerme en el pedregullo. Jugábamos al fútbol, andábamos en bicicleta, tenía una Ondina, recuerdos lindísimos. Después me mudo al Cerro, a calle República Argentina y Scholinsky, época complicada en lo económico allá en los 80 para mi familia que tuvimos que vender la casa. Ahí empiezo como a deambular, vivo un tiempo con mi abuela, luego en una casa que nos prestan en calle Artigas hasta que a los 13 años me voy al Ceibal con mi primera casita donde ya todo el mundo me conoce.
2. ¿Eras muy joven cuando tuviste tu primer contacto con la comunicación?
– Fue en diario La Prensa, en el semanario Hojas, yo hacía “Hojas Pesadas”. En esa época yo era un metalero puro y duro, tenía unos 16 años y me vanagloriaba de una melena que hoy ya no tengo. Mi infancia y juventud fueron bastantes particulares, descubrí que podía arrancar para Argentina a ver shows y bandas, entonces empiezo a escribir en “Hojas Pesadas”.
3. ¿Imagino que el mejor momento antes de pegar el salto internacional fue “La Garlocha” (programa de televisión por cable)?
– “La Garlocha” fue una de esas tantas cosas que me gustaba hacer, hemos compartido algunos mini proyectos y proyectos locos con amigos igual de locos que yo, son cosas que me encantan, y ese fue un proyecto que me plantea el querido Soda Castañé. La verdad que fue todo mérito de él porque yo solo iba y ponía mi cara, pero él inventaba cosas tecnológicas, la pasamos muy bien.
4. Pero antes, se te vio también haciendo otros programas de televisión al mediodía y se te escuchaba en radio, ¿qué vino primero?
– Hice de todo, pero primero fue la radio. Caigo en FM Del Lago al programa “Pasaporte” de Ruben Balbuena porque me lleva un amigo que trabajaba conmigo en Casa Yáñez, donde yo era vendedor de electrodomésticos, armaba bicicletas y ventiladores en una piecita. Casa Yáñez tenía publicidad y teníamos que llevar una especie de voucher, quedé enamorado de la radio. Empecé siendo el “ché pibe” que llevaba bizcochitos, luego tuve un ascenso fulgurante cuando empecé a atender el teléfono. Un día, al planificar la nueva temporada, Ruben era un tipo que ya en esa época le empezaba a dar bola a la producción, al contenido, a las secciones dentro del programa, así que me da una sección donde yo hago de “Celulito” (risas), era el boom de los celulares y ese era mi personaje, que con un micrófono de plástico procesaba mi voz y hacía una especie de llamada telefónica para comentar cosas de actualidad. Fue amor a primera vista la radio. Éramos gurises pasándola bien.
5. ¿Cuándo y cómo lanzaste tu carrera como disc jockey (DJ)? Tengo entendido que hace poco cumpliste 30 años de haber dado ese paso.
– Fue por casualidad, no me da vergüenza contarlo, al contrario, me enorgullece. Marito Goldmann era el operador de Pasaporte y me consigue trabajo en Oasis, yo necesitaba laburar y estaba dispuesto a hacer lo que fuera. Pido trabajo en la barra, y cometen el error de darme el trabajo. El encargado era un argentino, en ese momento estaba bien de moda Oasis. Mi actuación como barman es peor que decepcionante, era muy malo, la gente devolvía los tragos que yo preparaba, eran malos en serio. La prueba era por un mes, y en el cuarto fin de semana cuando llego, el encargado me dice que esa será la última noche de laburo. Yo me iba caminando desde Ceibal hasta Oasis. Me puse mal porque me estaba quedando sin laburo. Oasis abría puertas a las 12, 11 y media tenía que tener música y la cola se armaba afuera, había un montón de gente. Yo llegaba a eso de las 10 después de caminar unos cuantos kilómetros, empezaba a armar la barra, y 11.55 el DJ no llega, era la primera vez que el DJ de Oasis faltaba, y el encargado me dice “che, ya que trabajaste en la radio y algo entendés, poné música”, “pero no tengo discos, no tengo nada”, le respondí. Oasis tenía 10 o 15 CD, me los dieron y me dijeron que me encargara. Eran tiempos que no había ni celular ni nada, por lo que no nos podíamos saber si el DJ iba a llegar. “Poné música hasta que llegue porque en algún momento va a llegar”, nunca había faltado.
Salgo de la barra, me voy a la cabina, empiezo a poner música. Llega Néstor Racedo, uno de los grandes DJ que tiene Salto, que nunca había llegado tarde hasta esa noche y por increíble que parezca siempre ha estado en momentos importantes de mi carrera. Néstor me pide que me quede en la cabina ayudándolo, y cuando termina la noche el encargado me dice que estoy despedido de la barra pero que me toman como ayudante del DJ. Ese fue el comienzo.
6. ¿Fue ahí que descubriste tu vocación como disc jockey?
– En realidad, yo ya con mi JVC cassettero y la bandeja de discos Philips 474 heredada de mi viejo, hacía pequeñas reuniones en mi pre adolescencia y musicalizaba los cumpleaños del barrio. Pero claro, la vida me había llevado por otro lado. Y a partir de Oasis lo tomo como un trabajo, volviendo a algo que me encantaba. Me cayó en el momento justo.
7. Y de repente alguien me dice, Martín está poniendo discos en Montevideo, y más tarde me entero que andabas trabajando en Ibiza, ¿cómo fue ese proceso?
– Se fue dando con un montón de laburo, porque en estos 30 años de carrera pasaron un montón de cosas, sin contar a Brasil y Argentina que por cuestiones de frontera los DJ de Salto íbamos seguido. Yo empiezo a venir a tocar a Montevideo por el 2006, luego de una experiencia sin mayor trascendencia en 1999. Yo estaba interiorizado en la música electrónica, por lo que comienzo a participar de lo que era la movida de Montevideo. Toco un par de veces al año en W, que era el boliche de moda, teníamos a Ruben Duffey, otro gran DJ salteño que nos abrió las puertas de su casa, del mercado, de su corazón a todos los que veníamos de Salto, fue quien me fue presentando en sociedad en Montevideo. Entonces empiezo a venir regularmente a W. En 2008 toco en Bolivia, y en 2009 hago mi primer viaje a Europa, voy a Ibiza, me reciben DJ estupendos como John Tejada, referente de la música tecno estadounidense.
8. He vistos rankings de música en las que aparece tu nombre, al final, ¿sos DJ o compositor de música?
– Me defino como DJ y productor musical. O sea, soy la cabeza detrás de los controles. Ahora estoy en mi estudio donde veo 2 cajas de ritmo, 6 teclados, guitarra, bajo. Tengo una experiencia muy limitada, no me considero músico, soy más del clásico aprender a los ponchazos que tenemos los uruguayos. Soy el tipo que va y dice músico, y soy también productor musical porque creo música en mi estudio, que son esos temas que por suerte han rankeado y siguen rankeando. Mis temas son de los más vendidos en la música electrónica.
9. La letra del tango dice que 20 años no son nada, ¿30 años lo es todo?
– 30 años no es nada y lo es todo, pasó rapidísimo. A veces está bueno este tipo de charlas para recordar. Cuando vi que los 30 años se acercaban comencé a hacer un proceso de mirar atrás, de ver todo ese camino recorrido, y me sentí muy feliz. Soy uno de los tipos que labura, que mantiene a su familia y que ha criado a sus hijos haciendo lo que le gusta. Así que soy uno de los grandes privilegiados que existen en el mundo. Miro con mucho cariño ese primer Oasis y esas coincidencias extrañas que me hicieron ir creciendo. Pero de nada sirve estar 50 días recorriendo Europa tocando en Alemania, Inglaterra, España, Croacia, en todos lados, si no tenés un lugar a dónde volver, tu casa, tu familia que te contiene. Siempre quiero volver al sofá de casa a mirar películas.
10. ¿Qué le diría el Martín Panizza de hoy a aquel joven Martín que hace 30 años comenzaba a recorrer este camino?
– Por definición, creo que todos los aciertos y los errores nos trajeron a donde estamos. Las personas que nos encontramos en el camino, las buenas, las malas y las malísimas, que también me las encontré, me trajeron a donde estoy. Así que no le espolearía nada al otro Martín, le diría que siga por su camino, le diría, “flaco, manejate”. Soy un agradecido.