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jueves, agosto 28, 2025

Maestro Carlos: el de la casa enigmática

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Diario EL PUEBLO digital
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Al dorso2El maestro Carlos, es un conocido docente de nuestra ciudad, lo contactamos para hacerle una nota principalmente porque nos cautiva la enigmática casa donde vive, ubicada en 19 de abril casi Osimani, con una construcción llamativa y muy particular que atrae la atención de muchas personas. Durante la nota descubrimos una persona llena de paz, con ganas de trabajar, con mucha historia y planes de futuro y también supimos de la historia de la casa y la zona donde se ubica que fue uno de los primeros cementerios de la ciudad.

Carlos Juanicotenea, nació en ese lugar el 24 de diciembre de 1946. Empezó el  magisterio con 18 años, aunque encontró su vocación como docente después de trabajar con los niños. Hoy con 64 años continúa trabajando.

“Empecé a trabajar bastante temprano porque en aquella época cuando no se podría cubrir un cargo docente en campaña, se solicitaban estudiantes avanzados del Instituto.

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Fui a Sarandí de Arapey, cuando nadie quería ir. Fue una experiencia muy linda, era joven y eso realmente me motivó a continuar la carrera.

Mi vocación es la ciencia, me hubiera gustado la Biología, pero nunca me gustó irme a  Montevideo y acá no había nada, en la disyuntiva comencé magisterio; era bastante vago como estudiante y me gustó la carrera después de trabajar con los niños, encontré la vocación porque permanentemente soy docente”, señaló.

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– ¿Cuanto tiempo estuvo en Sarandi?

– Fui por 30 días y me quedé 5 meses, a cargo de los dos turnos, la escuela tenía piso de tierra, una construcción muy precaria.

al dorso– ¿Después terminó la carrera?

– Pero antes trabajé en Constitución, en Colonia Osimani, con un grupo de recuperación pedagógica, en la escuela 8, eso me movió un poco el piso era un lugar muy poco agradable, de dos por tres metros donde estaban 30 niños…. prácticamente era sacarlos de la vista de la gente y ponerlos en un rincón, era el criterio de la época, cuando uno es joven piensa en cambiar todo eso…

Después me recibí, concursé y me fui a Chacras de Constitución como maestro efectivo, pasé a la dirección, me casé en el año 1970, luego concursé para la dirección y elegí Termas de Arapey, estando allí nació mi único hijo.

Después estuve bastante tiempo en Argentina.

– ¿Qué lo llevó a irse?

– No me gustaba como venía políticamente todo y renuncié y no me equivoqué en que iba a desembocar, me fui antes del proceso militar,  había una nueva ley de educación que permitía mover al docente del cargo que tenía efectivo de acuerdo con los intereses de la institución. Como era muy apreciado Termas del Arapey porque estaban construyendo la colonia de vacaciones, y yo siempre fui un poco quisquilloso, no me llevaba bien con las autoridades.

– ¿Trabajó como maestro allá?

–  No, como comerciante. Criaba chinchillas. Es una especie de mamífero chico que tiene una piel muy cara. Estuve 12 años.

Cuando volví le pregunté a la Inspectora Departamental; ¿estaré en condiciones de reingresar? Y me respondió, los conocimientos no cambiaron… Me inscribí, concursé, obtuve efectividad y reinicié la carrera en la ciudad en la escuela 4 y después en la escuela 2. Esta última se dividió ya que los directores habían sido lesionados en sus derechos en la época del proceso militar, hubo que desdoblar escuela para crear cargos de dirección, en el turno de la mañana era la escuela 121, de la cual soy fundador.

Allí me quedé 26 años.

Actualmente estoy en la escuela 112 en Barrio Dos Naciones trabajando con docentes con un programa del Plan Ceibal, tratando de incentivar un poco. El Plan Ceibal fue un impacto muy grande para el cual la ciudadanía no estaba preparada, los padres y madres no estaban preparados para eso y los docentes con un poco de temor.

Es una herramienta que tiene un alcance impresionante y se está manejando para juegos y para navegar en Internet. Y la parte de creatividad  no se usa.

Ahora se esta tratando de reflotarlo, ver en que condiciones están las máquinas, y a los maestros tratando de incentivarlos.

– ¿Usted ya tiene edad para jubilarse?

– Sí, pero el 4 de marzo me dieron la prórroga, así que puedo trabajar unos años más.

Me encanta trabajar y ahora con esta nueva actividad extraño a los niños.

– ¿Porque eligió esta actividad?

– Cometí un error, estoy arrepentido, pensé que iba a trabajar con grupos de  niños.

Y la función es otra. Los últimos 25 años trabajé con sexto año.

– ¿La educación ha cambiado?

– Ha cambiado la sociedad, no voy a decir que el magisterio es mejor ni peor, la sociedad cambió y la respuesta a la figura del docente es diferente, el respeto que antes había se perdió, no se si es culpa nuestra…Yo tengo 30 generaciones de ex alumnos, de todos los niveles sociales, con todos me llevo bien, con los niños hago bromas, tengo 4 nietos entre 8 y 14 años, no me he despegado de la edad escolar.

– Respecto a su casa; ¿siempre vivió allí?

– Nací ahí, soy la única persona que existe nacido allí, a dos metros de donde duermo ahora. Nací un 24 de diciembre de 1946; regalo de Navidad… La partera iba a la casa.

Mi madre fue la primera que alquiló esa propiedad, estaba embarazada de mí, vinieron también mi padre y mis abuelos. Tengo una hermana mayor.

– ¿Luego la compraron?

– Es difícil de definir,  no hubo compra de por medio, había una amistad muy grande con el dueño de parte de mi padre, pero finalmente pasó a ser de nuestra propiedad.

Nunca fue terminada, la entrada que tiene en el porche la voy a cerrar con vitro.

– Tiene una construcción bastante particular.

– Sí, hay en Salto una parecida, el constructor construyó esa (en una zona del Cerro) y una igual para la amante que es la casa donde vivo.

– Tiene historia…

Sí, en ese lugar antiguamente era un cementerio que abarcaba de Viera casi hasta calle Amorín, el alambrado de la ciudad estaba en donde es calle Brasil y en la zona mencionada era el cementerio del norte. Por eso se han encontrado cantidad de vestigios en excavaciones, cuando construyeron la barraca donde ahora está COSALCO, yo lo presencié, han encontrado restos humanos.

Lo que sucede es que se pidió permiso a la iglesia que era quien manejaba los cementerios para trasladar los restos al cementerio central. La iglesia lo autorizó pero trasladaron las lápidas, y muchos restos quedaron…

Fue construida en el año 1907.

– ¿A mucha gente le llama la atención la casa?

– Sí, sobre todo a los profesores de arquitectura, pero he cancelado un poco eso porque si no uno no tiene vida propia. Llevaban a los alumnos para dibujar. Está muy venida a menos, no es tan grande, pero tiene tres niveles, comienza en el garage, luego el nivel bajo y arriba es un dormitorio con baño y los cimientos llegan mucho más abajo que el nivel de la calle. El pino que está en el frente lo planté yo cuando tenía 6 años después de una Navidad.

– ¿Piensa seguir trabajando como docente?

– Yo me encuentro bien, pero cuando lo hablo con mi señora (Aída Albín), a ella le gustaría que me retirara. Siempre estuvimos juntos, en las buenas y en las malas, llevamos 41 años de casados.

Tuvimos solo un hijo porque hubo una mala praxis en la cesárea, ella se enteró hace 4 o 5 años, nunca se lo había dicho.

Nuestro hijo está en España, nuestro nieto mayor vive con nosotros.

Si toma la experiencia de un mes quiere que me vaya (ríe) no soy capaz de estar sin hacer nada, no puedo.

El día que me entregaron la computadora (del Plan Ceibal) a mí, la desarmé para ver como era adentro, después de haber aprendido como funciona llevo los trabajos para hacer con mis alumnos en la cabeza, no la uso, solo cuando tengo alguna duda.

– ¿Que le diría hoy a los niños?

– Que dejen de ser consumistas, -si yo no lo tengo y no me lo pueden dar se lo quito a mi compañero, lo sustraigo de otro lado, se pierden los valores, ninguno  hace el esfuerzo para llegar a eso, buscan lo mas rápido y fácil posible.

– ¿Le queda algo por hacer?

– Viajar a Marte (ríe). No. Me queda mucho…No da el tiempo, en el área de la ciencia no es que sea mi fuerte si no que es mi inclinación. También me gustan las letras, Martha Cano me publicó una vez un cuento y escribí cuatro o cinco más. Pero tengo cantidad escritos en la cabeza, el día que me jubile me voy a poner a escribir.

Sobre todo de anécdotas que uno tiene.

El año que viene pienso volver a los niños…

Hoy por:  Sara Ferreira López

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