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martes, abril 1, 2025
Columnas De Opinión
G-Irónico / Gonzalo Fernandez
G-Irónico / Gonzalo Fernandezhttps://ironiamagna.com
Gonzalo Fernández, "proyecto de escritor caminante", cuento con algunos trabajos independientes, y he participado como colaborador en la Revista Al Límite - Del Plata, y en la Revista Opción Médica. En mis diferentes alter egos suelo mutar a G-irónico y El Puntito de la J, dos personajes que buscan el humor irónico y negro de situaciones diarias y cotidianas.

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El otro día me disponía y prestaba a recibir en mi casa a familiares, y antes de que me denuncien frente a los organismos reguladores de la sanidad del país, dichos familiares son integrantes de mi burbuja por lo que no generamos ningún tipo de riesgo, y como todo buen anfitrión empecé a planificar en mi cabeza dicho acontecimiento (en tiempos de pandemias, recibir a un hijo, padre, o una mascota, aún siendo parte casi permanente de tu burbuja es un evento que roza lo increíble y debe ser considerado como EL acontecimiento).

La planificación empezó en pensar la hora de la invitación, almuerzo, merienda, cena (queda descartado el desayuno porque coincidir los horarios de la despertada y la levantada de la cama es algo irreal), siempre teniendo en cuenta las capacidades digestivas de quienes vendrían, no es lo mismo invitar al familiar que se llena con una pastilla de comida de perro, a aquel que hay que carnearle la vaca entera o vaciar la huerta para saciar su voraz apetito. Luego seguimos con el menú, sólidos y líquidos, postre en el caso de que correspondiera, picadita previa, y hasta fijarme que se podía poner en la tele o que música poner de fondo.

Llegó el día del acontecimiento, y allá estaba yo esperando que tocaran timbre. Obviamente previo a esa situación tuve que tomarme un rato de descanso y de tranquilidad posterior a limpiar como un desquiciado la casa, los pisos, los muebles parque que todo fuera perfecto.

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Y al final, el timbre sonó y el acontecimiento comenzó a desarrollarse tal cual lo planificado. Se empezó con una picadita preparada en los tarritos y recipientes guardados y casi vírgenes que tengo, papitas, maní, longaniza, queso, aceitunas, mayonesa con ajo, mayonesa con cebolla, mayonesa con ciboulette, tostaditas y galletas saladas.

Luego dimos paso al plato principal, una variada y extensa parrillada con provolone, morrones rellenos, choclos, achuras, carne roja y carne blanca. Ya me había ocupado de afilar la cuchilla para no pasar vergüenza, por lo que comencé a cortar lo que iba sacando del fuego y me dediqué a emplatar y entablar en la mejor vajilla y tablas mas finas que tengo, esas que se guardan para este tipo de acontecimiento, y todo acompañado de variados refrescos, y cervezas comunes y artesanales para que se pudiera elegir con libertad.

En lo que no me percaté con anterioridad fue con la cantidad de vasos y no tuve otra que optar por los reciclados de requesón que siempre salvan de un apuro.

Para el postre se había optado por un helado, y una vez más saqué a relucir esos vasitos de postre que tengo guardados y que no había utilizado nunca. Acompañados de una música tranquila, ofrecí café o té para quienes quisieran, y abrí la lata de galletas danesas que tenía guardada.

El acontecimiento llegó a su fin luego de una jornada de unas horas, y ya encontrándome sin la compañía de los invitados me dediqué a lavar y volver a guardar las cosas utilizadas, en sus lugares correspondientes, fuera de la vista, y del uso diario y normal.

En un momento se me dio por reparar en el ticket y los gastos de las compras … un gasto importante, pero valía la pena teniendo en cuenta el acontecimiento que se había dado.

En fin, las jornadas de planificación previa, y la del desarrollo del evento me hicieron reflexionar y confirmar nuevamente que el ser humano es un bicho raro y guardás la vajilla fina, los tarritos nuevos, las latas de galletas para cuando vienen visitas, al mismo tiempo que nos preocupamos en tener refrescos y cervezas para las visitas y no para uno.

Por eso, los acontecimientos siempre son importantes, no solo por el evento en si, sino porque podemos disfrutar y usar todo aquello que tenemos inmaculadamente reservado y guardado, darnos el gusto de comer y beber todo aquello que no comemos ni bebemos diariamente, y porque sobre todas las cosas, el invitado, siempre logra sacar lo mejor de nosotros.

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