-Porque Arsenal fue la versión no pretendida. Ni soñada. Porque el equipo fue desalentando la credibilidad, al fin de cuentas, porque todo le costó, después de un saludable arranque.
Hasta prevaleció en el trámite. Hasta contagió algo más que sentido de búsquedas. Algunos aciertos también. Después del gol de Nicolás Duarte en los 24′ golpeando de cabeza ante un Federico Noboa adelantado, la repetición de formulaciones en esos metros finales de la cruda indecisión. Por derecha siempre (Albano-Carballo-Facundo Gallo), la tendencia del «Toti» Vargas para rotar y sumarse a la tesitura. Es que a Arsenal siempre le faltaron espacios, ante el Litoral bien sabio, bien experto, bien a la medida de lo necesario.
A un estratega como Juan Ramón Silvera, ¿cómo ganarle la pulseada? Por más que Arsenal fabricó un par de situaciones, Litoral fue el ajuste defensivo permanente. El sentido de cohesión defensiva, mientras Arsenal fue limitando la claridad de ataque, para normalmente ser el molde del que fue y no pudo.
Ese segundo gol de Litoral en los 12′ de la recta final, con Federico Noboa sin reacción precisa y vacilando sin más trámite, para que la aparición de Christian Núñez se transformara en gol. Casi una sentencia pareció. Y fue sentencia nomás.
Arsenal terminó en medio de un trámite de lo peor si de conveniencia se trataba: la división de la pelota. El válido oficio de Litoral para hacerse sólida trinchera con el notable liderazgo de Nicolás Morales y Alejandro Botta, mientras Nicolás Duarte no dejó de ofrecer la simple y generosa categoría del que propone jugando.
Las variantes no mejoraron el rumbo verde. La herida quedó abierta.
Es una herida profunda. Necesita que cicatrice rápido. No perdió el mañana, pero lo tiene comprometido.
Sacarse la soga del cuello. Respirar y volverse combatiente después.
A capa y espada. No le queda otra.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-