En las categorías de formación, la práctica de un juego de buena calidad deberá estar por encima de los resultados deportivos, porque para enseñar a jugar bien es necesario olvidar los resultados y estar dispuestos a correr riesgos tácticos, aunque el equipo adversario marque goles.
Es importante comprender que el juego es una extensión del proceso de entrenamiento. Buscar siempre la victoria, con desempeño y determinación, intentando siempre jugar de la mejor forma posible y nunca intentar ganar a cualquier precio, como si ganar ahora fuese lo más importante. No se debería dar gran importancia a la derrota, pues perder es siempre una posibilidad que existe en el transcurso de un partido y nunca hay garantías de ganar. Pero si alguien gana, que sea el equipo que mejor juego ha desarrollado, pero nunca perder por no haber luchado con todas las fuerzas. Los jugadores no se considerarán derrotados si han dado lo mejor de sí mismos e hicieron todo lo posible para alcanzar la victoria. Ganar no es tan bueno o importante como parece, ni perder tan malo. No se puede asociar de una forma simplista la victoria con el éxito y la derrota con el fracaso, ya que todo depende de cómo un equipo consigue esos resultados, porque se puede ganar jugando muy mal y en un ambiente poco agradable, y perder jugando muy bien y con un buen espíritu del grupo. ¡No es una cuestión menor!