Luchadores. Quizás sea éste un concepto con el cual podríamos catalogar, si es que vale hacer tal cosa, a nuestros próximos dos entrevistados una vez que conozcamos su testimonio de vida y sus ganas de superarse a cualquier precio.
Es que luego de haber caminado por la cornisa cuando en un momento supieron llegar a lo más alto de sus objetivos en la vida, supieron caer y eso les permitió volver a levantarse. Esta vez con más fuerzas y otra perspectiva, enriquecidos de alguna manera con la experiencia vivida y dispuestos a seguir aprendiendo el negocio de no bajar los brazos pase lo que pase, y fortalecerse a cualquier precio.
En esta entrega, entrevistamos a dos personas que sufrieron el mismo embate, con matices distintos, pero con más similitudes que diferencias. Se trata de la panadería Edilrú, la que el próximo miércoles cumple 40 años de trayectoria comercial en nuestro medio y que el pasado 29 de abril sufrió un tremendo incendio que dejó en cenizas la infraestructura de la empresa, generando conmoción en toda la comunidad.
Tres meses más tarde, a tres cuadras del lugar y por la misma vereda, otro comercio, con 38 años de trayectoria comercial en nuestro medio, también sufrió las consecuencias de un voraz incendio con consecuencias casi dramáticas, pero cuyas víctimas supieron sortear con creces. Se trata de la tienda y bazar El Obrero, que por circunstancias que aún tratan de establecerse fueron sorprendidos en horas de la noche, con un terrible siniestro que provocó el cierre de la tienda por varios días.
Pero ambos casos también tienen otra coincidencia. Y es que se trata de dos familias con una reconocida trayectoria comercial en nuestro departamento y que en las dos reinó el espíritu de superación ante la adversidad que les tocó vivir al punto que una de ellas hoy ya está funcionando nuevamente y la otra espera abrir sus puertas prontamente para continuar ese legado que viene de varias generaciones.
………………..
Rubén Baldassari y el incendio de Edilrú
Con decisión y coraje enfrentaron un importante
escollo, hoy viven la ilusión de volver a empezar
El 26 de agosto de 1969 la panadería Edilrú abrió sus puertas en una entonces pujante Constitución. Pero el 15 de noviembre de 1988 se trasladaron hasta la actual ubicación, sobre la avenida Blandengues 341 y desde entonces la firma fue creciendo y Salto conoció a una familia de trabajadores que ha contribuido al acervo cultural y patrimonial de nuestro medio.
“Para nosotros la fecha del 26 de agosto es muy importante porque están pasando tres generaciones por esta empresa. Empezó mi viejo, estoy yo y ahora nuestro hijo el que está trabajando con nosotros y más allá de lo que nos toca vivir en este momento tenemos 40 años de trabajo ininterrumpido”, dijo orgulloso.
Baldassari confesó que al otro día de haber sufrido un tremendo incendio que derribó hasta las paredes y el techo del inmenso local comercial “ya estaba pensando cómo íbamos a reiniciar las actividades porque no queríamos que las cosas se terminaran en este año y mucho menos de esa manera, por lo tanto consideramos que seguimos trabajando”.
MUY FUERTE
No tiene reparos a la hora de volver atrás y ponerse a pensar como sucedieron los hechos la calurosa tarde del 29 de abril. “Fue muy fuerte ver todo aquello incendiado, porque 40 años de trabajo de nuestra familia estaban metidos ahí. Pero también sabemos que esto que pasó, se soluciona de alguna manera, pero hay otras cosas que no tienen solución”, ya que tiempo atrás, Ruben Baldassari y su esposa, habían sufrido la pérdida de uno de sus hijos a raíz de una enfermedad terminal que le aquejaba desde hacía un tiempo.
Por esta razón, también es destacable el coraje, la gallardía y la virtud de querer superarse, aspectos que pudieron mucho más que cualquier escollo que podía presentárseles en el camino.
“Ese día (junto a su esposa) ya arrancamos pensando, primero que nada, que no podíamos bajar los brazos, teníamos que seguir fuertes, apoyarnos el uno al otro, no podíamos entrar a deprimirnos, porque si eso pasaba ya hacíamos andar mal a nuestra familia y a todo nuestro entorno”, comentó Baldassari.
Y volvió a destacar que como junto a su familia “ya habíamos pasado el otro golpe fuerte, dijimos bueno, esto es material, esto se soluciona, con la ayuda de la familia, de los amigos, con lo que sea, pero vamos a salir adelante y bueno estamos trabajando ya para eso. Concretamente fue un golpe duro, pero lo asumimos y estamos fuertes con ganas de salir adelante”.
EL DIA DEL SINIESTRO
El 29 de abril sobre las dos y diez de la tarde, Ruben Baldassari se estaba acostando a dormir una siesta, cuando de repente suena el teléfono de su casa de la avenida Gobernador José Joaquín de Viana al 500. Era un vecino para avisarle que en su panadería, ubicada a unas diez cuadras del lugar, se estaba produciendo el incendio de su comercio.
Baldassari se dirigió en forma urgente y cuando llegó, luego de algunos contratiempos, presenció el incendio de su local. “Yo tuve en mis manos al día siguiente un informe de bomberos que me dice que fue un cortocircuito que se produjo en un tablero central que estaba junto al despacho, pero no me convenció, porque creo que de ninguna manera pudo haber comenzado ahí. Ya que si hubiera pasado eso, el fuego alcanzaba el despacho (lugar de atención al público) en forma inmediata y fue lo que quedó sano. Pero al remover escombros vimos un tablero electrónico que era para un secador de fideos para las máquinas, el que había sido hecho a nuevo hacía dos años y que estaba totalmente carbonizado. Por eso creemos que el cortocircuito comenzó ahí”, afirmó.
Con respecto a los trabajadores de la empresa adujo que si “para nosotros fue una situación muy difícil, imagináte para la gente que trabajaba ahí. Fue una situación muy difícil. Para decirte una cosa, hay personas que se vinieron con nosotros desde Constitución, y otras que están desde el año 1988 cuando nos instalamos en ese local”.
Destacó que cuenta con “un personal excepcional” y que por un lado cuando todo sucedió se “quedaron tranquilos”, porque por “conducta de la empresa a todo trabajador que empezaba se le cumplían sus derechos y por sus aportes mensuales hoy están en el seguro de desempleo cobrando lo que les corresponde. Aunque vemos que este mes se les termina porque hoy los seguros de paro son de cuatro meses y estamos viendo la posibilidad de extenderlo por dos meses más”.
Después de la tremenda experiencia que les deparó la vida, Ruben Baldassari y su esposa, esperan volver a abrir las puertas de su negocio lo más pronto posible. Porque dijo que “después de ver trabajar a nuestros padres antiguamente, que era impresionante la manera en cómo lo hacían, algo que recuerdo mucho porque desde muy chiquitos nosotros los ayudábamos a ellos, eso se hizo carne en nosotros. Entonces cuando la vida te plantea dificultades y problemas, a esas dificultades tenés que saber enfrentarlas con decisión, con trabajo, con ganas de seguir viviendo y de hacer las cosas como hay que hacerlas. Por eso diría que hasta ya estamos entusiasmados por lo que va a volver a ser nuestro negocio una vez que vuelva a abrir sus puertas”.
…………………
La Tienda El Obrero
El impagable apoyo de los vecinos del lugar
La noche del 27 de julio toda la Zona Este se vio conmocionada. De repente, a lo lejos, una columna de humo negra podía notarse entre la oscuridad de la noche a varias cuadras del lugar. La Tienda y Bazar El Obrero sufrió el infortunio de un voraz incendio que consumió en pocos minutos una firma comercial de 52 años de trabajo.
Pero la cosa no quedó ahí y 20 días después, merced al esfuerzo y tesón de sus propietarios, El Obrero volvió a abrir sus puertas. Esta vez con una característica distinta. Aunque la experiencia que les tocó vivir los marcó de forma tal, que ahora abrir las puertas cada día se vive de una manera diferente.
Ayer por la mañana, la responsable del comercio Diana Cavanna, estaba atendiendo clientes que no paraban de entrar al lugar para comprar una u otra cosa. Pero hizo un alto en la tarea para revivir esa epopeya y agradecer a quienes los ayudaron a salir adelante.
“Fue espantoso, sobre todo para mis padres porque en diez minutos se fueron 38 años de trabajo en la ciudad y 14 años en San Antonio, y en pocos minutos se consumió todo ese sacrificio que ellos hicieron”, comentó.
Cavanna narró que en el momento en que comenzó el incendio “estábamos los cuatro durmiendo (ella, su esposo y sus dos hijos) y si no fuera por la alarma no nos despertábamos. Al ver esto pegué un grito desesperante que permitió que mi hijo de 13 años de edad que duerme junto a una ventana en el mismo dormitorio que otro de 11, se levantara antes de que la cama de ellos se incendiara algo que podría haber causado un episodio terrible”.
Contó que el incendio empezó por el fondo de la casa y después siguió por el depósito de calzados, y “enseguida se consumió todo”, dijo. “Yo sospecho que andaba gente ya que estaba todo revuelto y el portón estaba abierto, así que tengo mis dudas todavía”, pero el caso todavía está siendo investigado.
Un tanto emocionada Cavanna resaltó el apoyo que recibió por parte de “mi familia, de todos los vecinos y de las amistades nuestras que enseguida corrieron a socorrernos”, algo que lo destacó como “impagable”.
“Yo tengo dos hijos para criar, entonces uno debe mirar otras cosas que le permitan salir adelante. La solidaridad que hay en Salto no tiene palabras. Para nosotros el apoyo que tuvimos es notable. Hay gente que ni pensás que se van a presentar y estuvieron ahí, entonces ese apoyo es lo que te da fuerza para poder seguir”, dijo emocionada.
Destacó por su lado que el Estado debería dar un apoyo estatal para estos casos, pero resaltó que “yo tengo a mi familia que es muy unida y me ayudó a salir del paso. Y en 20 días entre todos arreglamos el local para poder salir adelante. Lo positivo a destacar es que estamos todos con salud, y podemos seguir adelante.
En un momento me quedó el dolor por mis padres que fueron los que me dieron esto y lo hicieron solos porque a ellos nadie nunca les dio nada, y para ellos fue muy fuerte pero pudimos solucionarlo”.
Agradeció a todos quienes colaboraron esa noche, principalmente a la empresa de perforaciones de Raúl Silva que está ubicada frente a su local, la que le suministró agua a los Bomberos para poder actuar, ya que la bomba de la unidad no alcanzaba para lograr controlar la situación.
…………….
La IMS prefiere
que las empresas
utilicen seguro
La ayuda se reserva para
situaciones sociales
Pero qué respuestas ofrece el Estado en estos casos. La Intendencia por su parte, considera que no es correcto intervenir en este tipo de casos ya que los empresarios deben asegurar sus comercios ante este tipo de eventualidades.
Instan a contratar los seguros y aducen que las ayudas económicas deben ser orientadas a problemas sociales concretos y no para solucionar situaciones particulares que pueden preverse por otro camino.
En este caso, el director de Desarrollo de la Intendencia de Salto, el ingeniero Javier Texeira, dijo a EL PUEBLO “nosotros les brindamos servicios complementarios dentro del sistema financiero, y los instamos a contratar seguros. Dentro de la horticultura que es el sector que más se ha subsidiado se promueve la contratación de seguros. Pero se han atendido cosas que son excepcionales y no son asegurables como el caso de las heladas en el sector rural”.
Dijo que con respecto a los casos concretos de comercios que sufren catástrofes, lo que la Intendencia puede hacer es contar con una “resolución del Intendente que diga que los va a ayudar de una u otra manera, pero nada más, porque no hay un programa diseñado y entendemos que no corresponde”.
Texeira sostuvo que es “impensable que vayamos a poder atender todas las situaciones que se presentan, no tenemos un medio instrumentado ni nos parece que haya que tenerlo para estos casos.
Pero lo que sí puede tener el gobierno es sensibilidad frente a determinados casos y darles una mano para que se levanten, tanto con mano de obra, como con gestiones para que saquen un crédito. Por eso pensamos que es necesario atender problemas sociales y tener sensibilidad en esos casos, pero en el plano comercial preferimos no intervenir en ese sentido”, señaló.