Uruguay tiene el menor índice de mujeres en el Parlamento en toda la región. El tema alcanzó relevancia en los últimos años, precisamente porque esta situación contrasta con otros índices en que Uruguay se destacada como uno de los países que muestra mejores números en la región.
La disminución de la pobreza, la disminución de las desigualdades, los planes sociales ponen a nuestro país a la cabeza de la región en todos ellos. Sin embargo cuando observamos la estadística de la participación femenina en los cargos parlamentarios y de gobierno, vemos que es una situación lamentable.
Para mejorar estos niveles en el actual período se votó una ley de cuota femenina, es decir de representación femenina en las “planchas” de candidaturas al Parlamento.

Sin embargo, vistos los resultados de las últimas elecciones nacionales, se afirma que el número de mujeres en el Parlamento solo aumentará en una persona. Vale decir, seguirá siendo vergonzosa.
Los estudios conocidos – no hay muchos – revelan que existen una edad que es “cuello de botella” para la participación de la mujer en política. Se señala que en las primeras etapas de militancia, vinculadas a la adolescencia y los primeros años de la juventud, hay una buena participación femenina. Sin embargo, cuando se trata de competir para integrarse concretamente a la actividad política, es decir a militar activamente para llegar a reunir las adhesiones necesarias, la mayoría de estas mujeres “desaparecen” de la escena política. Pasa en todos los partidos, en algunos más que en otros y no hay una explicación concreta.
En la mayoría de los casos se lo vincula a la etapa en que la mujer forma pareja y se dedica a la maternidad, lo que le sigue ocupando muchas horas.
Puede ser este u otro el motivo más frecuente, pero de todas formas es un debe que tiene el Uruguay, que debe revertir debidamente la mala imagen que ostenta en este sentido.
No se trata de un tema de capacidad o de idoneidad para el desempeño de la función. Seguramente también tiene que ver una sociedad que sigue siendo machista, porque cualquier consulta popular se inclina por un varón en la presidencia de la República, incluso algunas mujeres lo prefieren.
No es simplemente una cuestión de género, sino que se trata de un reconocimiento a la capacidad femenina, porque nada indica que el hecho de llevar polleras en lugar de pantalones sea un impedimento a la hora de “gestionar” un pais debidamente y ennuestro país hay muchas mujeres destacadas en diversas áreas, quizás sólo sea cuestión de darle el espacio que requieren.