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martes, 1 de julio de 2025
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“La familia Amorim me recibió como si fuera uno más de la familia”

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Diario EL PUEBLO digital
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Hertz Ganzo, médico radiólogo
Hertz Ganzo es médico radiólogo que durante 29 años trabajó en la Clínica Amorim, la que
el pasado 1° de noviembre cumplió 75 años. En la siguiente charla mantenida con EL
PUEBLO, narra su elección para especializarse en radiología y su posterior llegada a Salto
desde su Melo natal, cuando vino casi de manera accidental hasta nuestra ciudad y de
donde ya no pudo irse más. La pasión por su trabajo y el trato deferente con la gente lo
llevó a ser un profesional renombrado en nuestra sociedad.
Nos esperaba en horas cercanas al mediodía en su apacible apartamento en Los
Algarrobos, al inicio de la Costanera Sur. “Pase por acá, estoy armando mi rinconcito”, nos
dijo al ingresar a una pequeña y sobria habitación, con una biblioteca con computadora,
un sofá, dos sillas y un modular antiguo con muchos libros, con un ventanal por donde
ingresaba la luz de un sol que comenzaba a calentar.

  • ¿Cómo fue su formación como médico radiólogo?
  • Es curioso, toda la vida me incliné hacia la física, hacia la radiología, que fue mi gran
    pasión desde muchacho de liceo. Sin embargo, pensaba hacer ginecología, me había dado
    que iba a ser ginecólogo. Me recibo en el año 67, voy a mi Melo natal, a mi casa, voy a ver
    a mis parientes, tenía dos tíos, un primo, mi madre, médicos todos ellos, y me preguntan
    qué iba a hacer, “ginecología”, les dije. Hasta que este primo de mi madre, Miguel Ramón
    Silva Correa, que fue director del hospital mucho tiempo, me dijo “¿para qué vas a hacer
    ginecología si vos querés hacer radiología?”, y no habíamos hablado ni una palabra, era un
    sábado a las dos de la tarde. “Aquí precisamos radiólogos, y a vos te gusta la radiología”,
    “Me encanta”, “¡Bueno muchacho!”, ahí me decidí. Llegué a mi casa y dije que iba a ser
    radiólogo. ¿Por qué el cuco de no ser radiólogo? Porque el radiólogo es el primer médico
    que se moría en la estadística de vida de los médicos.
  • ¿Por las radiaciones?
  • Por las radiaciones moría con 50 años, y lo seguía, el cirujano y el anestesista con 52,
    después venían todos los demás. Pero si uno se protege como debe, no debería tener
    afecciones radioproducidas. De modo que llegué a mi casa, se acabó, no se discute más,
    radiología conmigo y ahí me decidí. Me inscribí en la cátedra, me trataron muy bien,
    estuve dos años y algo, y salí de allí supuestamente pensando que era radiólogo, pero me
    faltaba mucho baqueteo. Fui a Melo, hice medicina y radiología, se consiguió el cargo de
    médico radiólogo para el hospital, lo concursé y lo gané.
  • ¿En qué año ingresó a la Clínica Amorim?
  • Año 1974.
  • ¿Cómo llegó a Salto desde Melo?
  • De pura casualidad (risas). Mi mujer y yo pertenecimos siempre al Club de Leones desde
    que llegamos a Melo, yo trabajando en Pando haciendo medicina ya estaba medio

integrado al Club de Leones. Pues bien, había una jornada en Concordia, y yo sostenía que
teníamos que ir a Salto porque estábamos promocionando al futuro Gobernador, eso lo
dije un martes en una reunión, pero me dijeron que yo estaba loco, en qué íbamos a ir, les
contesté que en mi coche, y quedó en nada. La reunión era un sábado, el viernes me llama
un íntimo amigo y compañero León, y me dice “che hermano, ¿vamos a ir o no vamos a
ir?”, “pará, el otro día me dijeron que estaba loco. ¿Por qué hay que ir?”, “porque dice
fulano que si yo voy, él va. Y dice el futuro Gobernador que si va el segundo, él también
va, y yo voy si vos vas”, o sea que todo dependía de mí. “Bueno, mañana seis de la
mañana salimos”. Y salimos. 11.15 estábamos tocando timbre en casa de Nelson Ardaix,
que fue quien se enteró luego que yo era radiólogo, el doctor Amorim había fallecido
hacía pocos días, me enteré porque pedí para saludarlo, porque tenía como norma que a
donde iba saludaba a los radiólogos de la ciudad.
Ya el domingo me estaban apurando que tenía que volver. Yo trabajaba muy bien en
Melo, y mi mujer también, ella era anestesista, estábamos bien instalados. Pero yo quería
hacer solo radiología y no podía. Si me hubiera quedado en Melo, estaría diciendo
exactamente lo que estoy diciendo ahora, quisiera hacer solo radiología y no podría.
Cuando vine acá y vi lo que era Salto, había que ser muy ganso (risas) para no venir. De
modo que cuando empezaron las conversaciones, vinimos y hablamos con la familia
Amorim, un encanto de familia, me recibieron como si yo fuera uno más de la familia.
Estuve mucho tiempo solo acá en el Hotel Los Cedros, me hicieron la vida de soltero,
como digo yo, muy grata, hasta que empezó a llegar mi gente. De ahí para acá ha sido una
vida muy linda, muy tranquila, me he sentido muy realizado, esa es la palabra.

  • ¿Y desde cuándo fue socio Directivo de Clínica Amorim?
  • Ese mismo año, se precisaba un médico responsable, y entonces entramos a ser socios
    por partes iguales con la familia Amorim, donde se me dio la responsabilidad en la parte
    técnica, que creo haber llevado más o menos bien.
  • ¿Cuántos años trabajó en la Clínica?
  • Desde el año 74 hasta el 2003, fueron 29 años, no quise llegar a 30 porque el doctor
    Amorim no había llegado a 30, me pareció que hubiera sido una falta de respeto.
  • ¿Qué nos puede decir del equipo de trabajo que se formó allí y que ha permanecido
    durante tanto tiempo?
  • Fue una tarea muy linda y con un producto final excelente. Técnico que llegaba, técnico
    que lo íbamos armando, y digo íbamos porque Hilda María Amorim, que es Técnica
    Radióloga, hija del doctor Germán (Amorim) se encargaba tanto ella como yo de formar al
    profesional, mientras que su madre, la viuda del doctor, le daba a los que iban todas las
    tardes y al futuro técnico directivas sociales, personales. En una palabra, formábamos a la
    persona. De modo que cada uno que estuvo allí, estuvo a gusto y cuánto tiempo quiso, se
    fue cuando quiso, se quedó si quiso, y fueron muchos muchos muchos.
  • ¿Cómo ve el desarrollo que ha tenido la radiología en los últimos años a partir de los
    avances de la tecnología digital?
  • Extraordinario, estamos viendo cosas que nunca el más osado logró pensar que iba a ver,
    porque estábamos encajados en el rayo que (Wilhelm) Roentgen descubrió y no salíamos
    de eso. En cambio, cuando comenzó la tomografía computada el cambio fue tremendo,
    después vino la resonancia magnética, luego vino la tomografía por emisión de positrones.
    La ecografía no existía, y uno ve cosas en un ecógrafo sin entrar en el paciente, mirándolo
    desde afuera, en fin, los avances fueron tremendos.
  • El 1° de noviembre, la Clínica Amorim cumplió 75 años, ¿qué mensaje o reflexión le
    gustaría dejarnos?
  • La mejor reflexión que hice fue cuando me enteré de la edad que tenía la Clínica y cómo
    la habían instalado. Fue la valentía del doctor Germán Amorim y de su señora esposa, Egle
    Tholozan, que lo ayudaba como su mano derecha que era. Se instalaron en calle Joaquín
    Suárez al 50, ahí instaló Amorim su clínica. Recuerdo cual fue su primer paciente, era un
    hombre que trabajaba en zapatería, fue el primero que fotografió Amorim, y se acordaba
    con mucho cariño de él. Yo no lo conocí, y de ahí para acá fue todo avanzar y avanzar.
    Amorim hacía muy bien las cosas, se vinculaba con la cátedra, viajaba y concurría a
    congresos, armó su equipito. O sea, cuando llegué encontré la cosa bastante armada, es
    más, recién instalada en Sanatorio Uruguay. Lo que quedaba era darle el empujón de
    alguien joven que tenía una cantidad de sueños apretados que traía de otro lado y
    meternos acá para tratar de cumplirlos.
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