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sábado, agosto 30, 2025

La entrevista escrita más larga del mundo Parte 43 con Salomón Reyes

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Homenaje a Eugenio Schneider: Un mecenas del arte y los artistas.
“Era un caballero antiguo”.

Salomón Reyes – en homenaje a Eugenio Schneider – recientemente fallecido – rememoró los aspectos artísticos de su personalidad. Reyes está casado con Valeria Schneider, hija del extinto empresario y escritor.
“Eugenio Schneider fue un mecenas de las artes entre muchas otras cosas. Se interesó por la literatura, la música, las artes plásticas, el cine y en menor medida por el teatro, debido a su sordera que no le permitía escuchar los diálogos de los intérpretes.
Desde su posición apoyó a muchos creadores; – destacó el cineasta mexicano.

¿Cómo conoce usted al empresario?

“Fue de manera fortuita, durante mi primer viaje a Uruguay sin imaginar que con el tiempo terminaría siendo parte de su familia.
Él tuvo mucho que ver con que yo viniera a este país y gracias a su impulso e insistencia, vine a vivir a Uruguay con mi familia; siempre estaré agradecido.
Schneider era una especie de caballero antiguo, así lo definí en el momento que lo conocí, porque tenía costumbres curiosas. Por un lado se vestía y hablaba como si viviera en otra época y no se llevaba bien con los celulares ni los aparatos tecnológicos y sin embargo, lo sabía todo. Estaba muy bien informado de todo lo que pasaba en el país”.

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-¿Cómo disfrutaba del arte?
-”Tenía una gran pasión por el arte en todos los sentidos. Era un creador y un mecenas de las actividades artísticas.
Era habitual que diversos artistas o gestores culturales se acercaran a pedirle patrocinio o apoyo para realizar un determinado proyecto o simplemente buscar solventar parte de su carrera creativa. Se comportaba como los mecenas del Renacimiento… había diferentes modalidades, algunos recibían una especie de pensión económica cada determinado tiempo, otros recibían apoyos puntuales por proyecto y otros recibían logística de vivienda o hasta empleo en la empresa que manejaba Eugenio.
Él no pedía nada en concreto, más que disfrutar de esos intercambios artísticos; ver el resultado de esos proyectos. Esa sensación de generar proyectos novedosos le generaba mucha adrenalina. Apoyaba a músicos, a escritores, artistas plásticos, a la gente el teatro y del mundo audiovisual.
A veces también lo hacía en especie, donando una cierta cantidad de carne del frigorífico para los catering de filmación o eventos sociales que recaudaban fondos.
Era un lector voraz…. leía dos o tres diarios al día más el libro de turno. Podíamos hablar de muchos autores pero se conmovía hasta las lágrimas cuando leía a Homero.
Le gustaba la música clásica y de forma particular el periodo barroco. De los compositores, Bach era de sus predilectos.
Entre los proyectos que apoyó había uno muy importante que producía conciertos en vivo de música clásica y barroca en Casa Blanca. Él se hacía cargo del viaje y los honorarios de los músicos y los recitales ocurrían en la capilla del pueblo”.

¿Por qué proyectos audiovisuales se mostró interesado?
-”En Casablanca se construyó una especie de sala cinematográfica pequeña en donde caben unas 16 personas; una sala que tiene buenas condiciones técnicas, tanto de imagen como de sonido.
Casi todos los jueves se pasaban películas en ‘La Isla’ como se llama la sala. Una de las últimas películas que vió fue ‘Muerte en Venecia’ de Visconti. La invitación al cine era abierta, cualquier persona interesada podía acercarse.
Mantuvo un intercambio constante con escritores, artistas y personalidades de la cultura de todo el país.
Eugenio decidió dedicar parte de su capital y esfuerzo humano a llevar arte-cultura a la sociedad que lo rodeaba.
Otra de sus notables inversiones culturales fue comprar una obra de Manuel Larravide, el pintor uruguayo de marinas. Resulta que Larravide había pintado una escena del antiguo puerto de Casa Blanca cuando era un conocido saladero a finales del siglo XIX. Eugenio se reunió con una de las herederas de Larravide para negociar el precio del cuadro. Aunque consiguió un precio aceptable el desembolso fue de unos cuantos miles de dólares. El cuadro, que es grande y bellísimo, se puede ver en el hall de La Pulperia. Otra proeza cultural de Eugenio Scheider”.

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