Por el Lic. Pablo Sánchez
Durante todo este tiempo y en este año en particular, me detuve en el concepto que menciona Fernando Pessoa: «El valor de las cosas no está en el tiempo que duran, sino en la intensidad con que suceden. Por eso existen momentos inolvidables, cosas inexplicables y personas incomparables».
En lo que respecta a mi búsqueda artística, en cuanto a encuentros y desencuentros, me condujeron a pensar que el tiempo de los seres humanos no vuelve nunca para atrás, que nada vuelve a ser lo que era antes y que cuando los sentimientos se deterioran o se transforman no hay milagro que los pueda restaurar en su calidad inicial . . . la esperanza no deja de luchar aunque la lucha esté condenada al fracaso, ya que, precisamente, la esperanza sólo surge en medio del infortunio y a causa de él… pese a este panorama, la mirada hacia lo que se oculta y la inquietud por aquello que no se ve, florece a cada momento.


En estos tiempos y más a esta altura del año, las reflexiones y repasos son múltiples y por ahí entre tantas idas y vueltas aparece la referencia de Saramago: La vida, parece una línea recta, pero no lo es. Construimos nuestras vidas en tan sólo un cinco por ciento, el resto se hace a través de los demás, porque vivimos con los demás y, a veces uno contra el otro. Pero este pequeño porcentaje, este cinco por ciento, es el resultado de la sinceridad con uno mismo.
Con aquellos que comparto el viaje significan, encuentros mediante, el gran aprendizaje, son los llamados de atención para mirarme y seguir pensando que existe algo que el tiempo no puede, a pesar de su innegable capacidad destructora, anular: y son los buenos recuerdos, los rostros del pasado, las horas en que uno ha sido feliz.
Uno de los aprendizajes significativos y que de seguro permanecerán es que hay que aprender a resistir, ni a irse ni a quedarse, a resistir, aunque seguro habrá más penas y olvido pero el objetico es continuar la búsqueda en colectivo.
Desde hace un tiempo me apropie de las palabras de Friedrich Nietzsche: Desde la infancia busqué la soledad. Donde mejor me encontraba era en aquellos lugares en los que, sin ser molestado, podía abandonarme a mí mismo… abandonarse para encontrarse… y los lugares reiterados han sido aquellos familiarizados con el Arte.
El indagar artísticamente me ha dejado una lección: Sin el amor el ser humano no puede sentir la necesidad de crear. La base de la creación parte del amor, de la necesidad de amar, de compartir, de comunicar, y es por el amor que mi vínculo con lo artístico sigue vigente.…
El tiempo no se puede medir en días, la forma en que se mide el dinero en pesos y centavos, porque todos los pesos son iguales, mientras que cada día, tal vez cada hora, es diferente.
Borges
Tengo bien claro que se puede matar todo menos la nostalgia, la llevamos en el color de los ojos, en cada amor, en todo lo que profundamente atormenta y desata y engaña, los rastros son muchos, los descubrimientos no paran de llegar y lo que queda por descubrir no tiene límites.
La imaginación es el principio de la creación, imaginas lo que deseas, perseguís lo que imaginas y finalmente creas lo que perseguís.
El arte nos conduce a la verdad a través de la sorpresa, de la excitación, de los juegos, de la alegría. Es la verdad del momento presente lo que cuenta, el absoluto convencimiento que solo puede aparecer cuando entre por ejemplo un actor y el público existe un lazo de unión… es como un acto de amor… pero por otro lado no paro de pensar lo que afirma Borges: “Es tan triste el amor a las cosas; las cosas no saben que uno existe”.
Las tres enfermedades del hombre actual son la incomunicación, la revolución tecnológica y su vida centrada en su triunfo personal, frente a este panorama: Nadie ha escrito, pintado, modelado, construido o inventado, excepto para salir de ese infierno.
Por mi parte, no busco el consenso, ni ambiciono conquistar a todo el público. Es necesario que una parte aplauda y la otra se escandalice. Si no, ya no hay nada que decir… siempre recordando que el cuerpo sabe cosas que la cabeza no sabe todavía.
En este continuar, para un 2025 lleno de lo inesperado, sostengo que el hecho artístico nos tiene que despertar , nos tiene que desanestesiar de todo eso que es la falsa información, la deformación de los sentimientos, y las ideas que son base de nuestra sociedad… porque la creación de algo nuevo no es un logro del intelecto sino el instinto de juego que actúa a partir de una necesidad interior. La mente creativa juega con los objetos que ama.
A modo de cierre / apertura, parafrasea a Paul Auster: El arte no va a transformar de inmediato la sociedad. Ni va a evitar que los niños sufran hambre, en ese sentido es inútil. El arte sirve otra función, de tipo espiritual. Abre las mentes y corazones de las personas a las vastas posibilidades de la vida humana. Hablando de las artes narrativas, la literatura, el teatro, la novela, el cine nos conectan con otros seres humanos. Pueden crear cambios espirituales en nosotros. El arte siempre estará. No puedes evitar que la gente haga arte, porque es una necesidad humana. Necesitamos hacer poemas, cantar, pintar cuadros… Imagina el mundo sin eso, sin música o libros, o danza… es eterno, es una necesidad, es como la comida, una comida espiritual. Si no tenemos arte, moriremos espiritualmente.
“Es curioso, pero vivir consiste en construir futuros recuerdos; ahora mismo, aquí frente al mar, sé que estoy preparando recuerdos minuciosos, que alguna vez me traerán la melancolía y la desesperanza.”
Ernesto Sábato
