(2da. Parte)
El pasado lunes dedicamos esta página enteramente a compartir poemas del salteño Juvenal Torres, que vive en Mercedes y ha publicado ya varios libros de poemas. Pero como decíamos la semana anterior, en este 2023 ha decidido reunir buena parte de esa producción, además corregida, en un solo volumen titulado “AZUCENAS”.

Vale la pena hoy hacer una segunda entrega de textos de este libro, cuya lectura recomendamos, muy especialmente para que el lector pueda observar el intenso trabajo que hace Torres con la poesía, en una constante búsqueda o exploración en diferentes formas, ritmos, modos de puntuación, estilos.
Recordemos una vez más que este poeta nació aquí en Salto, en el año 1938. Durante años se dedicó a la jardinería (vivero de producción y venta de flores, plantas de jardín y forestales). En 1958 se fue a trabajar y estudiar a Montevideo, donde se recibió de Contador Público. A fines de 1968 se trasladó a Mercedes, ciudad en la que reside.
QUEDA EL CREPÚSCULO
Pasaron siglos/ se ha borrado
el camino./ Queda el crepúsculo.
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La noche escucha / rasguños
de hojas secas / que el viento lleva.
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Las aguas cierran / los surcos
de mi barca. / Ni espuma queda.
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Vagas estrellas/ miran con
ojos turbios / la densa niebla.
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Mi grillo rasca / sus patas en
el canto/ de su nostalgia.
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Setiembre libra / al aire los
aromas / de añejos días.
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Vive el letargo / la roca gris
que asoma / su lomo lánguido.
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Viste el ocaso / de lilas
melancólicos / su cuerpo flaco.
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Toca la brisa / en su flauta
de acacias / la queja antigua.
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El viejo mirlo / en su neblina
anuda / penas con lirios.
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Ya nunca olvidan / los charcos
que pisaron / los pies descalzos.
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Ir por la savia / del naranjo,
saber / de mieles ácidas.
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Parra desnuda / a tus brazos
se aferran / las hojas mustias.
DE LOS ATARDECERES
Golondrinas perdidas que regresan
a decir los murmullos de las noches
calladas de los ríos que renuevan
mientras las sombras
los confusos vapores del abismo
sus reparos sus ínfulas sus bromas.
Ayer fueron las obras pequeñísimas
los silencios de invierno
la noche y su poema
el secreto escondido
las azucenas
los reflejos opacos y amarillos
y las prolongaciones: lumbre lenta
que se apaga en la tarde que se tarda
de gusto en el poema
final que aún no acaba.
Soportes de la huida torpes ecos
del oscuro desvelo en la espesura
Disparos derivando laberintos
prédicas perimidas juramentos quebrados
retoños de mil árboles distintos.
Trizas de trozos trazas fe baldía.
Llanuras brechas hondas.
invertebradas cimas
soledades redondas.
O acaso pasos rotos dolor largo
destartalados dogmas soles negros
flechas lanzadas a improbables blancos
avideces amores náuseas pétalos.
Quizá intuyan un poco del abrazo
y un algo de la pena.
Destemplados rezongos que regresan.
Paz de mares revueltos.
Banalidades serias.
Están y me contienen
me crean me recrean
encubren mis carencias me cuestionan
me alientan.
Me consienten y son mis despertares
mi jarra de agua fresca mis tropiezos
mis júbilos mis ímpetus. Mi puerta
a la exacta razón de mis ensueños.
Mi querida condena.
Mis desamarres. La fe en mis mitos
mis trágicos mohines de comedia
mis ojos sorprendidos
mis liturgias confusas de leyenda
mis escoltas mis duelos mi sentencia.
Mi cielo de papel.
Mis azucenas.
OCURRENCIAS
Fueron y son peregrinos
prismas de orgullos deshechos,
fracasos de pocos brillos,
elegantes desperezos.
Fueron y son fuegos fríos,
bromas del fecundo cero,
hoyos negros del olvido,
alabanzas del recelo.
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Los silencios mejores
atesoran secretos de la sombra.
(Que pocos quieren ver,
que pocos nombran.)
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Los trémulos ríos entrañan y
extrañan la paz de los lagos.
(Nostalgias de regazo).
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El olvido de todo, el hundimiento,
el hueco. La libertad total, intacta,
pura. La busca sin final y sin comienzo.
(Sin timón y sin brújula. Sin lazos,
sin afectos.)
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Buscar entre las aguas fugitivas,
escrutar en sus turbias nitideces,
en sus límpidas ciénagas.
(Dejar allí precarias permanencias).
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El ímpetu ya estaba en aquel fuego,
que después se hizo lava, musgo,
liquen, suelo, hierba… palabra.
(Para volver por ella a aquellas
llamas).